China y la reputación

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No es la primera vez que el nombre de China figura en entredicho en materia de trato de favor y tampoco creo que sean simples coincidencias que en dos distintos organismos internacionales surjan sospechas de que, desde la cúpula, se ha maniobrado para favorecer –de una u otra forma– al gigante asiático.

Recientemente ha pasado con dos distintos organismos internacionales: con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial metido en la diana con una investigación a la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva.

Y luego que no digan que la credibilidad de los organismos mundiales está por los suelos, en los últimos años no han dado ni una desde las acusaciones de abusos sexuales perpetradas por cascos azules de la ONU en distintas partes de África así como de funcionarios en misión de paz que terminan envueltos en escándalos sexuales.

Tampoco le han salido bien las tornas al FMI tras el bochornoso asunto de Dominique Strauss-Kahn con una camarera en un hotel en Nueva York acusado de violación.

A la OMS, que encabeza Tedros Adhanom, se le ha señalado en  más de una ocasión de trato de favor a China con el misterio del origen de la pandemia propiamente del virus del SARS-CoV-2.

Hay documentos emitidos por la propia OMS –en enero de 2020– señalando que el nuevo virus detectado en Wuhan está controlado y es un asunto focalizado ante lo que no recomienda que se deje de viajar a China.

Esa recomendación, día tras días, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se la echó en cara a Adhanom a quien en más de una ocasión y públicamente acusó de estar coludido con China; de ser el culpable de la propagación del virus por recomendar que se siguiera viajando porque simplemente no pasaba nada.

Trump terminaría cortándole los fondos a la OMS y en un despropósito final sacando a la Unión Americana del organismo multilateral de la salud; el resultado fue que China aportó más dinero al organismo y Adhanom se escoró más hacia Beijing.

Solo la llegada de Joe Biden a la Presidencia y el reintegro de Estados Unidos a la OMS con todo y sus aportaciones por 893 millones de dólares desembolsados para el bienio 2018 a 2019, reinstalaron cierta presión en la OMS para realizar una indagación, en Wuhan, considerada la zona cero del coronavirus.

La investigación que contó con la presencia de distintos científicos de diversas partes del mundo ha dejado mucho que desear, partiendo del hecho de la timidez de la OMS ante el presidente chino Xi Jinping para aceptar sin reparo alguno todos los informes acerca del virus y sin mediar un cuestionamiento sólido.

Ha caído tan mal esta posición que el propio Biden ordenó a la CIA un informe concluyente al respecto del Covid-19; en agosto pasado se entregó un documento a la Casa Blanca sin lograr clarificar el origen del patógeno.

 

A COLACIÓN

Ahora es Karolina Georgieva la que ha estado en un foco de investigación por su papel como directiva del Banco Mundial dado que se presume influyó de manera positiva, en el informe Doing Business 2018, a favor de mejorar la posición de  China en aras de destacar su robustez y buenos pronósticos.

Trátese de un informe bastante leído por grandes inversores, líderes mundiales, ministros y asesores así como especialistas que hacen recomendaciones a favor de uno u otro país dependiendo de la situación de sus variables económicas, políticas, civiles así como del contexto fiscal y regulatorio entre otras cuestiones.

Georgieva que, se ha defendido a capa y espada negando la especie,  parece que ha salvado el pellejo  no sin poner en riesgo al propio organismo internacional. Ella llevaba largos días prendida de un alfiler, parece que al final seguirá al frente… según afirma son acusaciones infundadas. Lo cierto es que China está granjeándose una reputación dudosa y arrastrando con ella a varios organismos espejo del multilateralismo.

@claudialunapale