Cumplir sin presupuesto

0
933

Si te diriges a cualquier alcalde afín o de oposición solicitando que arreglen un bache y por la razón que sea carece de recursos -ser opositor o muy torpe para exigirlos conforme a la ley- te explicará porqué debes esperarte o no te hará caso. Si elevas tu petición al gobierno central, te dirán que “si no es en vía primaria es tema del alcalde” y ahí se puede quedar una eternidad. Algunas excepciones ocurren si se trata de agua porque suministrarla y cuidarla se relaciona con los derechos humanos y luego de arreglar la fuga dejarán al alcalde, la tarea de cerrar el agujero y éste no tiene para donde hacerse.

Algo así ocurrió el pasado sábado, cuando amanecimos con la noticia de una explosión, que siniestró una “vecindad”, en la cual vivían cosa de media centena de personas o dicho de otra forma 20 familias, en unos, nueve cuartos sobre un terreno de 250 metros. De inmediato las autoridades de la alcaldía -que es panista- se avocó a llegar al lugar; sacar, en coordinación con los voluntarios, los heridos; ordenar la llegada de ambulancias; trasladar personas etc. Cuando la emergencia se convertía en rutina para mitigar y ver como apoyar a los afectados acudió gente del gobierno central, tomó las riendas del asunto, cerró los accesos, puso seguridad, policías, micrófonos y de plano dejó de lado a las autoridades locales.

Como en nuestra sociedad se tiene la idea paternalista de que el de más rango es mejor proveedor y la señora jefa de gobierno –que, dicho sea de paso, dicen los entendidos está en plena y anticipada campaña a la presidencia- llegó, despachó a su segundo de a bordo para personalmente, dejar pasar a “los dueños” contradijo las instrucciones anteriores ordenó el cambio de ubicación del módulo de atención para recibirlos y permaneció hasta que les llevaron tortas y agua garantizando una emoción favorable además del desprecio de la gente que empezó a reclamar, ¿Dónde estaba el alcalde?

Por supuesto que no necesitamos ser expertos para ver cuales medios son los afines al régimen y mientras uno de los canales –omitimos el juicio de si son chayoteros o no- siguió haciendo publicidad para la inminente carrera de esta universitaria de la UNAM, murieron en la república, un abuelito y un nena de 3 años, por otro incendio en la zona conurbada de Tijuana [1] En el rosario cotidiano de las malas noticias se empieza a promover la desaparición de otra niña también de tres años, ojos verdes y tez blanca que dejó de estar su hogar hace más de un mes; poco se dijo de otro incendio que mató varias personas y no sabemos que se hizo para poder salvar a la madre de la pequeña tijuanense alcanzada por una bala perdida –daño colateral- en un hecho criminal del pasado. ¿Por qué no de manera precautoria, se realizan acciones ante estos cientos de propiedades que seguramente están en violación del uso de suelo? ¿Es válida la promoción de las gaseras de bienestar cuando aún no se había sepultado a la joven muerta y no se sabe cómo siguen los heridos de la ciudad de México?

Un lamentable hecho como lo ocurrido en la colonia pensil el pasado sábado es quizá el mejor distractor de acciones de protesta de los padres de niños con cáncer que siguen sin medicamentos, la exigencia del respeto a los derechos laborales de empleados en la oficina de aduanas, la militarización de toda nuestra vida social o del cambio de asignación del “servidor” de San Luis Potosí que luego de recomendar a un amigo para construir un techo en el patio de una escuela, ahora es chofer de la alcaldía pues la mentada obra no duró ni dos meses antes de colapsarse [2].

La falta de oficio en lo político nos ha llevado a incrementar los casos y la ausencia de respeto a policías y personal de seguridad en vía pública. ¿Se vale dejar sin posibilidades de tránsito y con bloqueos a transeúntes por la autorización de convertir las banquetas en restaurantes? ¿Para qué se gasta en oficinas de recuperación de los espacios públicos si en medio de estas contradicciones los “servidores” se convierten en extorsionadores legalizados?

Al igual que en la peor de las dictaduras, la presión más a la mano es la de impedir que los recursos financieros fluyan para los funcionarios que nos son afines al gobierno en turno y así como nueve alcaldes deben invertir de sus propios recursos para cumplir obligaciones como la poda de árboles, el cuidado de la seguridad –lo mismo para atrapar delincuentes, que para impedir o paliar desastres- o la regularización jurídica de cientos de propiedades cuya desatención las ha dejado en situación vulnerable; en el campo se quejan de la imposible capacidad de producción, sin agua, ni apoyo alguno para sembrar o cosechar.

[1] A la madre la mató una bala perdida de una de las tantas balaceras que ocurren todos los días, y la abuela es la que sale a trabajar como doméstica para mantener a la niña huérfana.
[2] Con aquello de las asignaciones sin licitación, el pseudo constructor de apellido Pantoja, cobró doscientos mil pesos -no sabemos de a como fue la comisión del recomendador- y el techo se siniestró en menos de dos meses, con la consecuente lavada de manos.