Desde que tengo uso de razón, la OPEP lleva fastidiándole la vida al mundo, a tal grado que países como Estados Unidos han debido invertir hasta el ingenio para convertirse de importadores netos de petróleo, en productores y hasta en exportadores, como ha acontecido en el intervalo de los últimos cincuenta años.
Muy importante fue el parteaguas del boicot implementado por los países miembros de la OPEP –en la década de 1970– que puso los precios de los hidrocarburos por las nubes para fastidio de muchos países industrializados pero dependientes de las importaciones de este insumo fósil.
El petróleo varias veces ha sido utilizado, en distintos lapsos de la historia reciente, como una especie de arma de guerra sobre todo para infringir una presión inusitada en las economías que no tienen de otra más que adquirir cada vez más y más caro el barril de crudo con el consecuente golpe en el aparato productivo, en el crecimiento y primordialmente en el bolsillo del consumidor… en suma, en la inflación.
Las consecuencias de la política alcista de precios que acordaron los miembros de este cartel como respuesta incendiaria ante el conflicto árabe-israelí terminó metiendo a las economías industrializadas y emergentes en una elipsis de estanflación e hiperinflación. Buena parte del pandemónium vivido en la década de 1980 y 1990 tiene su origen en las maniobras malditas de la OPEP.
Este juego perverso debe acabar algún día porque ahora no se le ve fin. No mientras los productores y principales exportadores vean en su potestad una potencial y permanente arma de chantaje, de manipulación y castigo ante una geopolítica candente que órbita alrededor del poder.
Al final hay algo de político en el fondo. Siempre creí que la lucha por el petróleo desataría otra gran guerra mundial, he visto caer a Saddam Hussein y no sucedió nada; he visto caer a Muamar el Gadafi y tampoco pasó nada y lo mismo en el caso de Hosni Mubarak… tres países fundamentales en el renglón petrolero como son Irak, Libia y Egipto.
El petróleo es la tentación, como si fuese la manzana de Adán y Eva. Estados Unidos, así como China, saben al igual que India y Japón lo importante que es para sostener la expansión de su aparato productivo y hacerlo además a base de oro negro barato.
Hasta hace unas horas, yo creía que el desajuste entre oferta y demanda de petróleo estaba primordialmente afectado por los efectos perniciosos provocados por la pandemia que ha obligado a cierres perimetrales, controles aduaneros, confinamientos severos e intermitentes en suma provocando un caos en la producción y en su distribución.
Yo pensaba, como otros analistas lo han sostenido, que sería cuestión de meses para que, volviese a recalibrar la oferta y la demanda en la medida que los canales de distribución recuperasen su normalidad; pero ayer, la decisión del presidente de Estados Unidos de recurrir a las propias reservas acumuladas me demostró que, en el quid del desbarajuste nuevamente está la mano política de la OPEP –junto con Rusia– para dificultar el camino de la recuperación a los viejos conocidos de siempre.
A COLACIÓN
Solo hay que leer las señales: el presidente Joe Biden ordena liberar 50 millones de barriles acumulados en la llamada Reserva Estratégica de Petróleo (SPR) y otros países como India, Corea, Reino Unido, Corea del Sur y China también lo secundan.
Todos quieren reducir la tensión interna que experimentan los energéticos que suben y suben en detrimento del consumo, del consumidor, de la inflación y de la recuperación del PIB.
La reacción del mercado petrolero, ante el anuncio de Biden, ha sido irracional y los petroprecios en lugar de ir para abajo han vuelto a incrementar: “El Brent superó los 82 dólares el barril con un alza del 3.18% mientras que el West Texas aumentó un 2.57% para venderse en 78.7 dólares”.
En esta ilógica subyacen nuevamente intereses políticos y sobre todo geopolíticos, la OPEP junto con Rusia, quieren fastidiar la recuperación… hacérsela complicada a todos.
Y cuando digo a todos, no debemos obviar, que este mundo actual está más interrelacionado económica, comercial y tecnológicamente que nunca antes. Nuestra referencia de la década de 1970 y las maniobras de la OPEP suceden ahora en un contexto diametralmente distinto.
Hoy la OPEP puede fastidiarnos la recuperación si no cede a ampliar la oferta de petróleo en los próximos meses; de hecho, tendrán una reunión junto con Rusia el próximo 2 de diciembre. Pero también se pegarán ellos mismos un tiro en el pie y terminarán comprando inflación vía el comercio internacional.
@claudialunapale