La sucesión de AMLO no es cosa de género

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  • Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
  • En México, la quinta parte de las asesinadas dormía con su asesino

Si la elección de quien presidirá la república fuera cuestión de género, la sucesión del presidente Andrés Manuel López Obrador podría, o más bien tendría que recaer en una mujer.

Y la mujer de la que se habla más en los corrillos politiqueros, por el momento, es Claudia Sheinbaum Pardo, la jefa de gobierno de la Ciudad de México. Ya hasta la sacaron en la portada de la revista del diario español El País.

Debe de haber, por supuesto, otras mujeres que aspiren y que puedan, que estén muy dispuestas, porque las hay muy capaces y capacitadas para servir y administrar al país, desde Palacio Nacional y ondea la bandera desde el balcón central, pero no se han barajado más nombres de pila.

Mas la cosa no es tan fácil.

Salvo que me contradigan con argumentos, diría que la elección presidencial no es cuestión de género. No es cuestión de que hoy deba ser un varón y mañana una mujer, por lo de paridad, equidad. No.

Es cosa de capacidad de conducción del país, de administración de la economía, término no necesariamente relativo a pesos y centavos, sino más bien al cuidado de la casa.

Y más que nada es cuestión de voluntad popular. De casillas. De papeletas, de crayones y tinta indeleble. Y honestidad y justicia para contar los sufragios.

Pero el asunto hay que tomarlo en serio porque partidos políticos y pueblo han discriminado a la mujer, aunque ésta pudiera ser más sabia que un hombre en eso de la economía, del cuidado de la casa, que esto significa economía, si a las raíces griegas nos atenemos.

Sin embargo, hace falta recorrer más distancias para dejar de hablar de paridad de género, de derechos y obligaciones iguales para mujer y hombre, y de elecciones presidenciales. (Esto no quiere decir que en el próximo proceso electoral de 2024 los partidos políticos no pudieran presentar mujeres a la elección presidencial. Qué bueno sería para beneplácito del sector femenil de la nación y, sobre todo, para la salud de la república.

Mientras esto ocurre, mientras son peras o manzanas, continúa la horrible realidad: la sociedad sigue siendo testigo del maltrato de muchos hombres (y de muchas mujeres también) a las mujeres. Y reitero esta realidad a propósito de que el jueves 25 de noviembre es el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, que recuerda a todos que hay que cambiar este estado de cosas, pero ya.

Al respecto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía divulgó, este martes, estadísticas aún muy preocupantes:

En 2021, que está a punto de concluir (espero que, con una deliciosa cena para todos los mexicanos, no sólo para los de Las Lomas de Chapultepec, o de Santa Fe, o de Palacio Nacional), el 20% de mujeres de 18 años o más reportó percepción de inseguridad en casa. Y eso suena a estadística, pero es una situación gravísima que pone a las personas en situación de ansiedad permanente.

Sigue habiendo la torpe idea de que uno de los roles más importantes de la mujer es el de satisfacer la concupiscencia masculina. En 2020, 11% de los delitos cometidos en contra de las mujeres fue de tipo sexual.

En el mismo año, 23.2% de las defunciones por homicidio de mujeres ocurrió en la vivienda. O sea que la quinta parte de las asesinadas dormía con su asesino.

El documento estadístico del INEGI se concentra en los niveles de victimización y violencia en contra de las mujeres, en particular la percepción de inseguridad y los delitos cometidos en su contra.

De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), la violencia contra las mujeres se encuentra definida como “cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte, tanto en el ámbito privado como en el público”.

Estas acciones u omisiones constituyen una violación a los derechos humanos de las mujeres, al no garantizar su libertad, desarrollo y seguridad.

Pero como la violencia contra las mujeres es un problema de alcance global, hace poco más de dos décadas la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió una resolución que estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, cuya finalidad es coordinar actividades para concientizar en torno a la magnitud del reto de una vida libre de violencia.