- La inflación acabó con el poder de compra de los trabajadores
- Se esperaba que el INPC creciera 6%, pero ya subió al 7.5%
La inflación, ese aumento elevado y sostenido de los precios de la economía que, en realidad, es el oneroso impuesto que pagan los pobres, está desbordándose. Y hay que pararlo. Un poco menos de avaricia en las relaciones de la oferta con la demanda. No es un movimiento ciego.
Pero se ha agudizado la carestía no por los aumentos de los salarios mínimos. Esto es un cuento chino de los economistas adoradores del Becerro de Oro. Los salarios no han aumentado de tiempo acá.
Es más bien al revés volteado: la inflación se come los aumentos del salario.
En la primera quincena de noviembre, la medida de la inflación, el Índice Nacional de Precios al Consumidor, aumentó 0.69 centésimas de punto porcentual, para registrar un crecimiento anual de 7.5%
La estimación, el cálculo original de los economistas del Banco de México y de los estadísticos del INEGI, su expectativa de ellos y de nosotros, era de un crecimiento de 6.0 por ciento para todo el año de 2021.
Pero a esa estimación se la chupó la bruja, como se dice en lenguaje popular.
Mire cómo se fue desequilibrando la situación: En el mismo periodo de 2020 –primera quincena del otoñal noviembre- las variaciones correspondientes fueron de 0.04 centésimas y de 3.43 por ciento anual. O sea que pasó de 3.4 a 7.5. Más del doble. Peligroso movimiento de los precios.
Aseguran los clásicos que lo que impulsa a que los índices de precios se muevan hacia arriba son, entre otros factores, los salarios mínimos.
Por eso éstos se mantenían inalterables, en los tiempos del capitalismo salvaje de los gobiernos del PRI y de la llamada Docena Trágica, en la que “cuidaron” la economía los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. Obviamente asesorados por gente del Yunque, la organización cuasi secreta de la extrema derecha mexicana, pero que opera también en España y otros países.
Pero esa conseja cientificista lo que buscaba era justificar el derroche, el robo, la corrupción de los gobiernos del Ancien Regime, como le dicen los franceses al Viejo Régimen. Importaba un bledo la situación de pobreza en que viven las mayorías de ciudadanos. Los trabajadores “que se jodan”.
Frente a estos mitos, hay quienes argumentan que el salario y la inflación no caminan de la mano. El mismito presidente de la Conasami (Comisión Nacional de Salarios Mínimos), Luis Munguía Corella, defiende la tesis verdadera de que el salario mínimo de México tendrá que continuar adelante con su proceso de recuperación, independientemente del ciclo económico, ya que no constituye un factor inflacionario.
Con todo, el incremento para el próximo año deberá ser superior a 7.5%, que es la tasa de la inflación con la que no se esperaba que concluyera 2021 la economía nacional.
Pero los banqueros no dejan de expresar sus temores. Aún no se deciden a abandonar sus viejas teorías economicistas e impúdicamente avaras. Analistas de Citibanamex, por ejemplo, han advertido que el aumento a los salarios mínimos generales y profesionales del país, para 2022, tendrá que considerar las presiones inflacionarias que ha vivido la economía mexicana en el actual proceso de recuperación, tras el impacto de la pandemia del Covid-19 en la economía.
Sin embargo, con inflación y todo – yo creo que la inflación es causada más por la avaricia y no por la confrontación entre la oferta y la demanda.
En el lado oscuro, por ejemplo, en el trimestre julio septiembre, la población subocupada sumó 7.2 millones de personas y representó una tasa de 13% de la población ocupada y la desocupada o en el desempleo se situó en 2.5 millones de personas, con lo que la tasa de desocupación correspondiente fue de 4.2% de la PEA. Esta gente tiene que comer, por lo menos. Y de dónde va a sacar para comprar lo mínimo que necesita el cuerpo para sobrevivir.
Y la inflación, para estos desheredados de Dios y de la vida, es una loza muy pesada sobre su lomo. Échenle: sin empleo, sin ningún ingreso, o magros ingresos en la muy precaria economía subterránea, y con una inhumana carestía de los bienes básicos, a dónde van a parar. ¿A la delincuencia? ¿Al robo? ¿Al asesinato?
A DESFONDO
Pero no todo es negativo en la economía nacional. Lo que les conviene a los detentadores de los medios de producción camina. En septiembre pasado el valor de la producción, generado por las empresas constructoras, aumentó 1.7%, en términos reales, respecto al mes inmediato anterior. El personal ocupado total creció 0.4%, las horas trabajadas fueron mayores en 0.1% y las remuneraciones medias reales mostraron un alza de 0.4%, comparando septiembre con agosto pasado. Así, el valor real de la producción de las empresas constructoras registró un incremento de 9%, las horas trabajadas ascendieron 8%, las remuneraciones medias reales 7% y el personal ocupado total avanzó 6% con relación a septiembre de 2020.