Muchos ansían a una oposición que no sólo encare al actual líder de la 4T, sino que lo obligue a corregir el rumbo o a tomar en cuenta otras propuestas, no únicamente las que surgen del círculo cercano al presidente, pero lo que tenemos es a una oposición que baila al son que le tocan en Palacio Nacional. Con poca fuerza, sin discurso propio, reactiva y sin propuesta, lo que alcanzamos a tener es a personajes autonombrados opositores que sólo sirven de comparsas a los propagandistas del lopezobradorismo.
Sin oposición
Hoy en día, tenemos pocas opciones para las siguientes elecciones, pues con nuestro voto tenemos que elegir a los partidos tradicionales que ya han demostrado su ineficacia o a los que se han reunido en un movimiento encabezado por el caudillo de moda, que también han demostrado su ineficacia y hambre de poder.
Quienes se dicen de oposición, no muestran una oferta novedosa o actitudes diferentes a las que hemos visto en el pasado, pues muchos políticos de distintos signos partidistas piensan que publicar una foto suya en redes sociales o sacar una cartulina en una comparecencia en mostrarse distintos a lo que tiene harta a la sociedad mexicana.
Y es que muchos rechazamos la corrupción de gobiernos anteriores –del Toallagate foxista, la Estela de la Luz calderonista a la Casa Blanca peñista—, pero también rechazamos las adjudicaciones directas, la falta de atención a las denuncias que hizo en su carta de renuncia Jaime Cárdenas o la falta de transparencia del actual gobierno.
Creer que porque el presidente dice que se acabó la corrupción o que porque él es honesto los demás miembros de su gobierno lo son –con todo y fincas de chocolate en auge con el inicio del sexenio— es pensar de manera excesivamente ingenua.
Pero de lo que se trata es de cambiar la realidad a fuerza de golpes de propaganda, algo en lo que la oposición –la disque autonombrada como tal— ayuda a hacer realidad.
La realidad es que carecemos de una verdadera oposición, pues la que se dice ser “oposición”, en realidad es una caja de resonancia del discurso de Palacio Nacional, pues no tardan en responder a las provocaciones del presidente o de sus propagandistas y caer en las discusiones que, como trampas, tienden desde la 4T.
¿O ustedes creen que criticando el mitin del 1 de diciembre se va a resolver el problema de falta de estrategia para atender la pandemia?
¿Creen que respondiendo a lo que dice la empresaria ahora convertida en legisladora se va a frenar la inflación?
¿Esperan que criticando a la esposa del presidente con cualquier pretexto se va a resolver el tema de los feminicidios?
¿Piensan que debatiendo en redes sociales con propagandistas o youtubers que no eran conocidos antes de 2018, se va a resolver el problema del desempleo o el incremento de la informalidad?
Uno de los defensores del régimen asegura que muchos de los críticos del presidente lo son porque no tienen la información de lo que hace su gobierno o, simplemente, porque les cae mal, algo en lo que puede tener razón si vemos como muchos de los argumentos de quienes se dicen opositores provienen de lo visceral y no de información y datos comprobados.
¿Entonces es un gobierno que hace bien las cosas? Por supuesto que no y hay evidencias de esto, pero los que se dicen opositores prefieren compartir en sus redes memes, chistes o apodos del presidente antes que los textos en los que se dan datos que comprueban los errores en las decisiones del actual gobierno.
Esto es así porque tenemos a unos autonombrados opositores que en realidad son personajes en busca de sus 15 minutos de fama, porque buscan desesperadamente presentarse como interlocutores del poder, cuando en realidad no lo son.
Porque, además, llamar “presidentito” al actual titular del Ejecutivo Federal, decirle “tirano” o “dictador”, repetir los muchos apodos que han surgido en redes sociales, no configuran una oposición, sino a un grupo que ha decidido jugar a lo que muchos de los propagandistas de la 4T han venido haciendo desde inicios del presente siglo.
Si recordamos, a Fox, Calderón y a Peña los llenaron de apodos o calificativos, como una manera de mermar la simpatía ciudadana en las opciones partidistas que representaban, algo que concuerda con el actual discurso de que todo lo malo que tenemos como país es culpa del PRIAN.
Tampoco tenemos una oposición, sino a un grupo de políticos que buscan estar en el grupo que detenta el poder y el presupuesto. A esto se debe que a la mitad del sexenio se observa a legisladores y miembros de la clase política buscando migrar a Morena, sin importar que anteriormente haya criticado a dicho partido y sus métodos, pues es más importante estar en el barco que navega triunfante que en el que se hunde.
Y si a lo que aspiramos en que en 2024 una alianza postule a alguien que coseche el hartazgo de muchos ciudadanos con la 4T como principal y única oferta de campaña, la realidad es que merecemos los malos gobiernos que tenemos y hemos tenido.