En España, el gobierno del socialista Pedro Sánchez, junto con sus socios de gobierno (me refiero a la ultraizquierda de Unidas Podemos) subirá este año el salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los mil euros mensuales tras añadirle 35 euros más al salario actual.
Al tipo de cambio, en la relación peso versus euro, se trata de 24 mil pesos. En el país ibérico, los doce meses laborales se pagan a razón de 14 pagas.
La intención del gobierno español es terminar con la precariedad laboral y la precariedad del ingreso y está llevando a cabo diversas acciones que no dejan de ser cuestionadas por varios actores económicos dado que, consideran, que no es el momento exacto y acorde para realizar dichos reajustes partiendo de que la economía sigue tocada por el golpe de la pandemia y arrastra una enorme y creciente deuda interna como porcentaje del PIB.
Entre los propósitos del plan económico de Unidas Podemos está recaudar este año 30 mil millones de euros más a partir de una serie de impuestos destinados a gravar las grandes fortunas.
El Estado tendrá más impuestos –para recaudar más– para a su vez hacer uso de una maquinaria de subvenciones sociales a las que no pocos le están viendo los dientes electorales.
Se habla además de más privilegios para la maternidad, la paternidad, para las familias monoparentales bajo la presión de exigir a los empresarios que pasen sus contratos temporales a contratos fijos y de larga duración.
En estos momentos hay una transición entre un pasado reciente hacia un futuro inmediato con una nueva reforma laboral pero a ciencia cierta nadie sabe bien a bien a dónde terminará desembocando tanto ajuste y tanta dádiva.
Los empresarios advierten que esto profundizará el desempleo en una economía que de por sí arrastra problemas precisamente en la recuperación del empleo y tampoco es nada fácil darse de alta como autónomo, ni vivir como autónomo.
La amenaza empresarial es que habrá más desempleo, que no quedará otra opción que recortar personal para pagar desde los nuevos impuestos y el incremento de los actuales; y el paso de los contratos temporales a los fijos.
A COLACIÓN
No será fácil ni terminar con la precariedad salarial ni con la precariedad laboral. Hay un desequilibrio casi en la mayoría de los grupos etarios en unos más acuciosos que en otros pero siempre son jóvenes y mujeres los más castigados.
Que el salario mínimo interprofesional suba hasta los mil euros es una buena noticia, lo que pasa es que tanto trabajadores, como empresarios, quieren leer la letra pequeña de dicha medida… esa que ni Hacienda, ni Economía o Trabajo, explican abiertamente. Porque sería iluso pensar que, detrás de estos ajustes, no habrá alguna concesión.
Nada es de a gratis y menos cuando se hacen modificaciones en materia laboral, salarial o en las pensiones. Y no solo hay que tener a favor la opinión de las representaciones sindicales también es necesario consensuar con el sector empresarial.
Porque el gobierno propone pero el empresario es el que dispone, el que conoce hasta dónde puede estirar sus cuentas, el que sabe dónde están las fortalezas o las debilidades de su caja.
Un nuevo ajuste del SMI es por supuesto bienvenido además en momentos en que sube la inflación, en que los precios de la luz siguen disparadísimos y los precios de los alquileres hacen la vida imposible en varias urbes no solo en Madrid, también en Barcelona, Valencia, Santander y otras ciudades más.
Y mientras los trabajadores escuchan con ilusión que ganarán un poquito más, el periódico El Mundo revela que un total de 143 de las mayores fortunas en España se hicieron todavía más ricas en plena pandemia. A eso se le llama desigualdad.
@claudialunapale