- Benedicto XVI niega cualquier acusación y conocimiento de los hechos, por lo que desconoció el caso de un sacerdote abusador cuando él era arzobispo de Múnich.
- En contraparte, el Vaticano divulgó un análisis redactado por sus colaboradores en el que se rechazan todas las acusaciones sobre su posible responsabilidad.
El papa Benedicto XVI rechazó las acusaciones de que él sabía en 1980 que un sacerdote bajo su control era un abusador, al mismo tiempo, negó haber ocultado intencionalmente su presencia en una reunión sobre el sacerdote ese año.
Su declaración se dio a conocer en una carta, publicada tras la divulgación de un informe sobre los abusos sexuales a menores en Alemania, en el que se afirmaba que estuvo al corriente de cuatro casos de curas pederastas cuando era arzobispo de Múnich.
“Una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica”, subraya Benedicto XVI.
Joseph Ratzinger, de 94 años, añade en la misiva que “tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que han ocurrido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares” y asegura que es necesario, por parte del clero, “el momento de la confesión”. Asimismo añade: “Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestras culpas, nuestras grandes y grandísimas culpas”.
“En todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande y he aprendido a comprender que nosotros mismos nos vemos arrastrados a esta gran culpa cuando la descuidamos o cuando no lo afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha ocurrido y ocurre con demasiada frecuencia”, admite.
A pesar de su petición de perdón, Benedicto XVI niega en otro documento, publicado también por sus colaboradores, cualquier acusación y conocimiento de los hechos que se narran en el informe divulgado en Alemania.
En su carta, tzinger empieza defendiendo el “gigantesco” trabajo en la redacción del documento de respuesta a la investigación que entregó en su momento a los investigadores y explica que “se produjo un descuido” sobre su participación en el Ordinariato (reunión de obispado de Múnich y Freising) del 15 de enero de 1980.
En aquella reunión, según la investigación, se trató el traslado de un sacerdote acusado de abusos a menores, Peter H., quien después volvió a cometer abusos en la archidiócesis de Múnich, lo que motivó que fuera trasladado de nuevo. En un principio, Benedicto XVI aseguró que él no había participado en esa reunión, pero después se retractó de esta declaración y explicó que se había tratado de un error.
“Este error, que desgraciadamente se ha producido, no ha sido intencionado y espero que sea disculpable”, escribe el papa emérito, quien añade que le ha “sorprendido profundamente” que el descuido haya hecho dudar de su veracidad y que incluso le hayan presentado “como un mentiroso”, al tiempo que destacó haber recibido numerosas cartas de apoyo y las oraciones del papa Francisco.
Benedicto XVI concluye la carta diciendo: “Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque mirando hacia atrás en mi larga vida puedo tener muchos motivos de temor y miedo, sin embargo, tengo un estado de ánimo alegre porque confío firmemente en que el Señor no solo es el juez justo, sino también el amigo y hermano que ya ha sufrido él mismo mis carencias y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado”.
Al mismo tiempo a la misiva de Benedicto XVI, el Vaticano divulgó un análisis redactado por sus colaboradores en el que se rechazan todas las acusaciones sobre su posible responsabilidad.
En el documento de los colaboradores, expertos en derecho canónico, se explica que en la reunión en la que Ratzinger sí que participó nunca se habló de que el sacerdote en cuestión era un abusador y sólo se habló de que el joven tenía que ser trasladado a Múnich porque “se tenía que someter a una terapia” pero “no se mencionó el motivo de la terapia” y tampoco “se decidió ninguna labor pastoral” para él.
Respecto a los otros tres casos de sacerdotes pederastas que aparecen en el investigación y de los que Ratzinger habría tenido conocimiento, los colaboradores aseguran “que nada de esto es verdad” y que “la investigación no muestra pruebas al respecto”.
“La pericia no contiene ninguna prueba que corrobore la acusación de comportamiento erróneo o de complicidad en el encubrimiento”, aseveran.
Para el director editorial de la comunicación del Vaticano, Andrea Tornieli, las palabras de Benedicto XVI en la carta “son las de un anciano indefenso, que ahora siente cercano el encuentro con ese Dios cuyo nombre es misericordia” y “son palabras de un humilde trabajador de la viña del Señor, que pide perdón con sinceridad sin escapar a la concreción de los problemas”.