Conmigo o contra mi

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Buena parte de la discusión que hoy tenemos en la plaza pública gira en torno a esta postura, que no es exclusiva del principal inquilino de Palacio Nacional, pues ya vemos como parte de la oposición asume como propio esta condición, así la exigencia de definirse en esta exigencia es lo que marca el debate que tenemos en redes y medios de comunicación.

 

Ser o no ser

El presidente López Obrador lo ha señalado en múltiples ocasiones, o se está con la cuarta transformación o se está en contra, pero no se puede estar al margen de este proceso, en una estrategia de polarización que le ha dado resultados en tanto que mantiene a su base de votantes y la iniciativa en la agenda de discusión en la opinión pública.

Se trata de una postura que le ha dado resultado al mandatario, en especial ante eventos como la consulta para enjuiciar a expresidentes –de la cual ya no habla al tener ésta una pobre participación—, así en la que viene de revocación de mandato, que pudiera recorrer un camino similar a la anterior.

Haciendo a un lado el hecho de que la cita con las urnas del próximo 10 de abril se ha manejado como de ratificación, es claro que lo que se busca es incentivar esta polarización para seguir monopolizando la conversación pública e influir de esta manera en temas electorales.

Y tan ha servido esta estrategia que la oposición empieza a replicarla, consciente o inconscientemente, pero repite el esquema, aunque sin los resultados que ha cosechado el presidente.

Y es que si López Obrador exige a la prensa definir si está o no con la 4T, algunos en la oposición piden señalar a quienes han apoyado en el pasado al mandatario y a su movimiento.

Ya vimos como uno de los líderes de Sí por México, Claudio X. González, propuso hacer listas de quienes apoyaban a la 4T, en algo que recordaba –precisamente— una exigencia para definirse como parte de uno de los bandos.

La creación del movimiento anti López Obrador conocido como FRENNA es también parte de esa asimilación que parte de la oposición tuvo para caer en una de las posiciones, pues se trata de un grupo que al definirse anti Morena cae en el planteamiento que hizo el presidente.

Así, el mayor beneficiario con este tipo de reacciones a sus palabras es el propio López Obrador, pues no sólo mantiene la iniciativa en el discurso, sino que obliga a sus opositores a esperar que saque algún tema para que puedan reaccionar.

La votación para la revocación de mandato es un buen ejemplo de esto, pues se trata de una consulta innecesaria en cuanto a que si acude menos del 40% de los votantes inscritos en el padrón electoral, el presidente no sufrirá consecuencia alguna y continuará en su mandato, pero si se presenta el porcentaje de electores para que sea vinculante y el resultado es negativo, en el sentido de exigir la revocación de su mandato, tampoco tendrá consecuencias pues la ley no es retroactiva y como se aprobó en el actual sexenio tampoco tendrá consecuencias para el mandatario.

Además, la solicitud es del propio presidente y de sus partidarios, en algo en lo que se tendrá que gastar recursos que son necesarios en otros campos como salud o seguridad, y ni el argumento de que es para prepararnos para que si en el próximo sexenio llega un presidente como Calderón o Peña Nieto –o el actual, agregaríamos— para que se pueda exigir su salida a los 3 años de iniciado el sexenio, es convincente.

Y muchos opositores caen en la trampa y promueven participar votando por la revocación, incluso el debate que vimos en la Suprema Corte es parte de esta estrategia para acabar en un bando.

El problema es que los problemas que tenemos como país siguen sin ser atendidos a profundidad, pues vemos como no hay crecimiento económico, por lo que no hay empleo suficiente, pero se sigue presumiendo que hay estabilidad macroeconómica y que no se ha devaluado el peso –pues se mantiene el mismo y criticado modelo que tanto se critica del neoliberalismo— y seguimos padeciendo insuficiencias en salud, inversión, seguridad y otros temas.

Caer en el falso debate de que es necesario definirse en esta lucha y mostrar en qué bando se milita, es algo que sólo beneficia a la estrategia del presidente para que pueda monopolizar el discurso y se hable sólo de los temas que le conviene, en especial en un país en el cual siguen los asesinatos vinculados al crimen organizado, se hace uso de medicinas que no están recomendadas ni por el fabricante de las mismas para la Covid-19 como una política pública, la percepción de que hay mucha corrupción sigue presentándose en las encuestas, el trabajo escasea y aumenta la informalidad y los periodistas siguen siendo asesinados con total impunidad para sus agresores.

En sexenios anteriores, el líder opositor López Obrador ya hubiera exigido la renuncia de las autoridades federales y denunciado la ineficacia del gobierno en turno, pero en su administración exigir que se tome parte de una lucha que sólo le ayuda a esconder los verdaderos temas de importancia para el país, algo que muchos, opositores incluidos, siguen al pie de la letra.

Y es que reconocer los aciertos que ha tenido el presidente y señalar sus errores, aún siendo simpatizante suyo u opositor, es algo que debería definirse no en función de su discurso, sino como parte de la libertad de expresión de cada quien.

@AReyesVigueras