A partir del hecho de que nada de lo dicho por Donald Trump en el mitin de Ohio era secreto o desconocido, el destinatario de su percepción sobre la crisis migratoria de Estados Unidos fue el presidente Joseph Biden y su reciente derrota para modificar el Título 42 trumpista que facilita la deportación inmediata por razones de salud.
Y quien tenga capacidad para darle una lectura estratégica a los dardos enviados contra el presidente López Obrador, tendrán que analizar la respuesta del Palacio Nacional eludiendo la confrontación. La relación de Trump y López Obrador en 2019-2020 fue fácil para México porque Trump carecía de pensamiento de seguridad nacional y solo buscaba objetivos muy concretos para contener las caravanas migratorias.
Los gobiernos mexicanos, de manera paradójica, han logrado obtener mejor entendimiento con los republicanos que con los demócratas, pues los primeros son atrabancados y tienen puntos de negociación muy concretos, en tanto que los segundos tienen que lidiar con las hipocresías imperiales disfrazadas de falso progresismo.
La narrativa de Trump en Ohio fue exacta: la Casa Blanca amenazó a México con imponer 25% de aranceles al ingreso de automóviles armados en México para venta en Estados Unidos si Palacio Nacional no desplegaba fuerzas de seguridad militares para sellar la frontera del Suchiate y desactivar las caravanas. Pero Trump se cuidó de revelar una amenaza adicional: movilizar tropas del Ejército estadounidense a la frontera mexicana e inclusive presionar para operar dentro de México. El modelo de tercer país seguro era imposible de detener por México ante el objetivo de seguridad nacional de Estados Unidos en materia migratoria.
El discurso de Trump adelantó lo que ya se esperaba: la relación migratoria de Estados Unidos con México será central en la campaña presidencial estadounidense para 2024 y Trump y el gobernador texano Greg Abbott están compitiendo para saber quién se apropia de la presentación no de programas coyunturales sino de decisiones imperiales para disminuir el flujo de migrantes extranjeros hacia EU.
El punto central que detonó y centralizó la crisis migratoria en el escenario de la elección presidencial estadounidense de 2024 fue la iniciativa del presidente Biden de cancelar la vigencia del Título 42 –derrotada– que impuso Trump para frenar de golpe el ingreso de migrantes facilitando la deportación por razones de salud pandémica. El propio Trump había dicho hace poco que la anulación de ese Título llevaría a una presión migratoria de ingreso irregular de hasta doce millones de personas.
Trump y Abbott están aprovechando no el pasmo del presidente Biden en su política migratoria y el fracaso de la vicepresidenta Kamala Harris en su encargo de encontrarle una solución al problema fronterizo, sino que los dos –Biden y Harris– aparecen como precandidatos presidenciales para 2024.
El gobernador Abbott ha sobrecalentado la temática migratoria con los arrestos de migrantes que quieren ingresar sin pasar por las regulaciones fronterizas legales y, en lugar de deportarlos de inmediato, los sube autobuses y de manera literal los va a tirar a Washington D.C., y Biden, sin preparación estratégica, los deja libres hasta que se regularice su evaluación migratoria en tribunales.
Trump consolidó la seriedad de su candidatura presidencial en 2016 con un discurso que centralizó el tema migratorio, prometió ampliar el muro fronterizo y acusó a los migrantes mexicanos de perfiles criminales y narcos; en un intento por retomar la iniciativa, el presidente Peña Nieto invitó a Trump y a la candidata demócrata Hillary Clinton a México para intentar explicarles el problema fronterizo, pero Hillary no cayó en el juego y declinó su viaje, en tanto que Trump vino hacer campaña antimigratoria en los espacios presidenciales mexicanos provocando una de las mayores derrotas de soberanía y uno de los espectáculos más denigrantes de la política exterior mexicana; por cierto, las críticas a López Obrador por el discurso de Trump en Ohio olvidan el entreguismo de Peña Nieto que fue más humillado por el candidato republicano.
El dato adicional aporta un elemento importante para la sucesión presidencial mexicana: la prioridad de las relaciones imperiales de Estados Unidos con México como perfil indispensable en el candidato presidencial mexicano para evitar lo ocurrido con Peña Nieto y López Obrador.
Política para dummies: Parafraseando a Leonardo da Vinci, la ciencia –y la política es una ciencia– es el estudio de las cosas posibles.
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