- La economía marcha por un camino pedregoso
- Lo único certero es no alimentar la incertidumbre
La economía mexicana nuevamente se encuentra en una encrucijada entre el crecimiento sostenido de la producción de bienes y servicios, la presión del crecimiento elevado de los precios, la presión de la desocupación y el desempleo, los niveles de pobreza de la inmensa mayoría de la población, y los desequilibrios del comercio internacional.
Como impulsores de la tragedia está la aún imponente amenaza de la covid-19 que, aunque ha amainado en los últimos meses, no ha desaparecido y causó una debacle económica en México, como lo hizo en el mundo.
Se imponen también los impactos en la producción de alimentos, sobre todo; de la guerra entre Rusia y Ucrania, que envuelve en una incertidumbre aparentemente inacabable al mundo. Influye negativamente, al mismo tiempo, la guerra mediática lanzada por las cadenas de propaganda de occidente, disfrazadas de medios informativos -la guerra mediática-, especialmente la escalada guerrerista de la prensa estadounidense que afecta a la economía envolviéndola con los nubarrones del miedo de los grandes inversionistas a un futuro sin sentido.
En el caso de México, sus metas macroeconómicas – crecimiento sostenido, estabilidad de precios, pleno empleo (o menor desocupación) y equilibrio en la balanza de pagos- se ven seriamente amenazadas por la situación de crisis y de incertidumbre de las economías mundiales y particularmente de la economía de los Estados Unidos de Norteamérica, el socio más importante de la economía mexicana.
Ante esta situación, las autoridades hacendarias y las del banco central están muy preocupadas por contener el crecimiento de los índices de precios que miden los niveles de una inflación económica que amenaza con destruir todos los logros de la política económica desplegada por el gobierno del presidente López Obrador.
En esta línea de acción debe situarse el reciente anunció del plan antiinflacionario que busca controlar la situación a través de encontrar equilibrio económico por el lado de la oferta de bienes, principalmente de los productos de la canasta básica establecida para la inmensa población de bajos ingresos económicos.
Las autoridades hacendarias confían en que con la estrategia de equilibrar la oferta se va a lograr, a mediano plazo, controlar la dolorosa subida de los índices de precios que miden la inflación, el enemigo número uno de cualquier economía, pero principalmente de las economías que, como la mexicana, tienen una enorme porción de su población sobreviviendo en la pobreza y medio viviendo en la pobreza extrema, sectores a los que más golpea la inflación de bienes y servicios.
La situación, el comportamiento de la inflación, viene resultando muy preocupante para los mexicanos:
Al mes de abril el índice nacional de precios al consumidor (INPC) registró un crecimiento de 7.68% anual.
En ese mes, el INPC registró una variación de 0.54% respecto a marzo En abril de 2021, la inflación mensual fue de 0.33% y la anual de 6.08%.
Los precios al consumidor obviamente son influidos en buena medida por el comportamiento del índice de precios productor que, en abril de 2022, incluyendo petróleo, registró un incremento mensual de 0.46% y anual de 10.35%, porcentaje que se duplicó en un año presionando fuertemente a la oferta en los mercados al menudeo.
Pero la situación mexicana se complica al confrontarse con la de su principal socio comercial, con cuya economía aún se mantienen saldos positivos. La Bolsa de Valores de Nueva York, de acuerdo con reportes de la agencia de noticias Associated Press, se encaminaba el lunes a tener su punto más bajo en más de un año, debido a que las preocupaciones por la economía china se acumulan sobre los mercados ya golpeados por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos.
Y la incertidumbre de los socios estadounidenses se alimenta por las preocupaciones sobre la inflación, las restricciones por el coronavirus, y la guerra en Ucrania.
Como ejemplo de los efectos de tal no saber qué, ni cómo, ni a dónde, ni cuando, el S&P 500 bajaba 2.6% en las operaciones del mediodía del lunes, después de salir de su quinta semana consecutiva con pérdidas, la racha más larga en más de una década.
El promedio industrial Dow Jones caía 1.7% y el compuesto tecnológico Nasdaq retrocedía 3,5%. El rendimiento del Tesoro a 10 años está a su nivel más alto desde 2018, a medida que aumentan la inflación y las expectativas de más acciones por parte de la Reserva Federal.
La incertidumbre económica puede comprenderse con un “¿a dónde vamos? Quién lo sabe…