¿Por quién vota?

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Lo dicho: empiezan ya las apuestas derivadas de encuestas. Los sondeos callejeros van orientando, o manipulando, a los electores. Con días de diferencia suben o bajan personajes y prestigios. Con meses a distancia los hechos, declaraciones y filtraciones van limpiando el panorama. Este desorden de percepciones provoca también las fracturas entre los integrantes de un mismo partido o gobierno.

La lucha se vuelve sucia y descarnizada dejando a un lado la ideología propia o la del instituto político. Es ganar y hundir al contrincante. La avaricia por el poder obliga a diseñar campañas engañosas y cargadas de mentiras. Todos, sin mirar atrás, se presentan con las biografías más limpias y los talentos más sobresalientes.

Ellos mismos reconocen que ya gobernando lo prometido regularmente no se cumple. En este ejercicio mediático se involucran obligadamente los que aún están, buscan protección, impunidad, que los salven de rendir cuentas y de gozar en lo inmediato los benéficos que lograron acumular.

Los encuestadores permiten saber quién está “arribita” de quien y se olvidan conscientemente de desnudar sus irresponsabilidades o abusos. Eso ya no cuenta. La nación queda a la deriva en una kermés de cifras quizá más abundantes que en la misma elección.

El prestigio de los encuestadores va en relación a el monto del que patrocinó el ejercicio, no importa si se trata de casas dedicadas al sondeo, universidades o medios de comunicación. La baraja se arroja, los dados se sueltan.

El mismo presidente se convierte en el seleccionador de candidatos, su destapador, el que marca su destino y el que declara públicamente quienes están para luego traicionarlos. Los que saben de esto dicen “los está midiendo”.

Aquel fenómeno del tapadismo ya quedó como anécdota de un sistema desaparecido. Hoy el cinismo es tal que desde que se protesta al cargo se arrancan las tareas de proselitismo, de propaganda política, de contratación a incondicionales y de lucha contra los adversarios. Se vale de todo hasta de filtrar datos incómodos sobre la vida personal.

En ocasiones no aguantan ni un debate por su nula cultura y cuestionada  experiencia: “soy dueño de mi silencio” diría el clásico. Los encuestadores son capaces de resucitar a muertos o de enterrar a vivos. Y todo para que ya pasadas las elecciones la aventura deje muchos heridos  y otros que diciéndose hábiles trafican para colocarse y regalan sus candidaturas.

Bien dicen que el que tiene más dinero presenta mejores oportunidades. Aquel carente de intereses y apoyos negociados está condenado al desprecio. Los partidos políticos salen a la caza de famosos. como cantantes o vedettes para mantener su registro y financiamiento, así su mezquindad.

Salen pues las primeras encuestas, en el arrancadero y nerviosos observan los involucrados. Dependiendo de las cifras es su humor del día como aquel que se asoma enfermizamente día con día a ver cómo van sus movimientos bursátiles. Repito, no se miden capacidades, no se revisan historias, no se piensa en el país.

La misma pregunta fluye igual para todos: “por quién votaría “ y con eso se construye la nueva fantasía nacional.

Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 izzi 135

@cramospadilla