Los titulares del Poder Ejecutivo federal y de las entidades federativas suelen confeccionar proyectos de Presupuesto de Egresos sin considerar la probabilidad de contingencias por fenómenos naturales: Terremotos, huracanes, incendios forestales, inundaciones, etc.
Y los legisladores de todas las filiaciones políticas, tanto del Congreso Federal como de los Congresos Locales, tienen la manía de tijerear las partidas presupuestales para asignar más presupuesto a programas prioritarios en términos electorales más que sociales.
Pocas veces prevén una reserva de recursos para, en su caso, destinarse a desastres por fenómenos naturales. Y cuando lo prevén al final quien sabe dónde queda. Total, son las personas legisladoras las que revisan las cuentas públicas estatales y el “pueblo” nunca se entera de los números de esas cuentas.
Como en los cuentos de hadas, había una vez un Fondo de Desastres Naturales (Fonden), creado en el gobierno del priista Ernesto Zedillo, en 1996, para ayudar a las poblaciones afectadas por fenómenos naturales. Pero desapareció por impulso del presidente Andrés Manuel López Obrador (de Morena).
AMLO justificó tal desaparición para eliminar la corrupción, pues el Fonden “era la caja chica” del gobierno, y los funcionarios (federales y estatales ) se despachaban con la cuchara grande miles de millones de pesos, y en realidad no iban a los damnificados.
Y en parte Andrés Manuel tiene mucha razón. Ese noble programa –que lo era en sí mismo— no solo se convirtió en “caja chica”, sino también en caja de uso electorero; les venía como anillo al dedo cuando los desastres naturales ocurrían en proximidades de las elecciones.
Total, el siguiente desastre natural ocultaba lo mal hecho o lo que nunca se hizo. Los huracanes, los sismos de grandes magnitudes, las lluvias intensas sepultan todo.
El Fonden tampoco era la panacea; este instrumento financiero, cuyo objetivo era atender los desastres naturales (cuya magnitud supera la capacidad de respuesta de los gobiernos) comprometía de cierto modo parte del presupuesto estatal.
¿En realidad desapareció? Parece que se modificaron las reglas.
El Gobierno Federal continúa aportando recursos para atender las emergencias naturales, pero ahora de manera directa, sin intermediarios como los gobiernos estatales, municipales y hasta “organizaciones sociales” que veían en el Fonden un barril sin fondo.
Se entiende el propósito de terminar con la corrupción, y de paso quitarle la operación electoral a los gobiernos de oposición a Morena. Pero ¡ojo! Ahora, al empezar el 2023, el partido guinda gobernará una veintena de entidades federativas:
Baja California Sur, Baja California, Campeche, Chiapas, Ciudad de México, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Puebla, Sinaloa, Sonora,Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas, Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas.
En su mayoría, ubicadas en lugares geográficos neurálgicos: O están sobre placas tectónicas o están bordeadas por océanos y mares con alta probabilidad de desarrollos ciclónicos.
Así que gobernadores y gobernadoras en funciones y gobernantes electos (tanto de Morena como del resto de los partidos políticos) vayan previendo en su respectivo Presupuesto de Egresos la partida necesaria para hacer frente a desastres naturales.
Recursos que si no se usan en 2023, al final del año bien podrían destinarse al pago de deuda pública o reasignarse para al ejercicio fiscal 2024 significando el consiguiente ahorro en la cantidad que se destine a contingencias de la naturaleza; incluso, a desastres ocasionados por la misma mano del ser humano.
CASO OAXACA
No les ocurra lo mismo que en Oaxaca, donde colaboradores de Alejandro Murat Hinojosa se compadecieron de él al tener mala suerte en su administración por la incidencia de desastres naturales en la entidad oaxaqueña: Huracanes y las consecuencias de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017.
Y así los fenómenos naturales fueron culpables en parte de la falta de acciones contundentes del gobierno de Alejandro Murat, quien el último día de noviembre de este año concluye su mandato para entregar la estafeta al morenista Salomón Jara Cruz.
Claro, el gobierno de Alejandro Murat sí realizó acciones, pero la ciudadanía quería ver más, sobre todo obras de envergadura y propias.
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