México. De la responsabilidad del Ejército frente a la Seguridad Pública y otras historias de Guerra

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No fue la primera vez que en una de nuestras tenidas se habló del tema que hoy está en la marquesina del título de este patrullamiento; de hecho, Mixtli lo ha dicho más de una vez – en México, desde siempre el Ejército es el que ve por la seguridad pública e interior –y sí, Arturo Lima al igual que yo lo suscribimos; como sea, ese punto quedó indebatible entre nosotros por lo que vamos pa’ delante.

Ahora, nada aportaría al espíritu de este análisis el hablar de que, en la época de la Colonia y en los días del nacimiento De los Ejércitos, Trigarante, Ayutlista y Juarista eso ya sucedía, es decir, previo al periodo de Porfirio Díaz el Ejército formado y pagado por el Gobierno era quien cargaba con la responsabilidad de mantener orden y paz en los espacios de la sociedad, dicho de otra forma – los soldados además de estar para las guerras funcionaban como garantes de la convivencia y sus leyes-.

Antes de llegar al quid de este patrullaje agreguemos una idea más, ya en la época de la Pax Porfirista solo había gendarmes en la Ciudad de México pues en el interior del país (mal llamada provincia) el Ejército Federal y los Rurales se hacían cargo de la SEGURIDAD (¿interior?… ¿Pública?)

Posterior a la lucha fratricida, esa conocida como “revolución”, y ya encaminado el “Instituto Armado” aquel que fue generado por instrucciones de Plutarco Elías Calles, y cuyas bases trazó Joaquín Amaro junto con brillantes oficiales como Jerónimo Gomar Suastegui, el tema de las “policías preventivas municipales” comenzaba a funcionar. obvio bajo la supervisión de los mandos militares regionales, a veces el Gobernador o los caciques locales lograban gran influencia en el quehacer policial otras veces el mando castrense pisaba más fuerte y ejercía sus controles; va la otra.

Antes de la II Guerra Mundial el territorio mexicano era vigilado por los soldados y, en algunas ciudades grandes, léase Distrito Federal, Guadalajara, Veracruz, Monterrey y media docena más era “gente armada” (de ahí el nombre gendarme) la que cuidaba el orden, entre esos los emblemáticos “serenos” y, va una más.

A la par de ello, en los Pueblos Originales las costumbres y sus usos veían por su seguridad, un ejemplo se encuentra en “los topiles” de Oaxaca, y al igual que esos en otras poblaciones originales el ejercicio de la autodefensa se daba con cierto orden y paz.

Sea como sea, y acá suscribo lo dicho por Mixtli, desde el nacimiento de México como república y Nación Independiente, sus Fuerzas Armadas han sido las plataformas donde se desarrolla la Seguridad Pública de este país.

Vayamos ahora a una explicación más amplia. Se podrá decir, esperando a posteriori hurgar por más datos, que desde la segunda mitad de los años 30as del siglo pasado, de los cuarteles del Ejército Mexicano, sean esos para la Infantería, Caballería y/o de Artillería, se desprendían “Compañías” (100 soldados) Secciones (30 soldados) pelotones (12 soldados) y/o escuadras (5 soldados), la cantidad de soldados se definían según los riesgos y consignas del punto a vigilar, para que, con ese piquete de tropas se formaran “partidas militares” que se acantonarían en ciudades pequeñas o pueblos grandes.

Lo que sucedió es que esas, las Partidas Militares fueron, por décadas, el órgano del Estado que daba seguridad a buena parte del territorio nacional, incluso los oficiales y sargentos que comandaban ese grupo de soldados podrían funcionar dentro de esas micro sociedades como parte sustancial de las “fuerzas vivas” de la comunidad, y, una más, en muchas ocasiones los elementos del servicio de Transmisiones Militares salían de la Partida a dar “clases” en las escuelas de educación secundaria, o los enfermeros militares se rentaban para aplicar inyecciones o administrar sueros claro, con la autorización del mando del Batallón o Regimiento al que el “maestro o doctor(sic)” estuviera adscrito; por todo ello, lo comentado de manera casi coloquial por Mixtli, Arturo Lima y por quien esto escribe no es más que inicio de un tema que en muy próximas tenidas vamos a ampliar, tema cuya premisa mayor será -desde el nacimiento de México como nación moderna e independiente su Seguridad Pública a estado dirigida, comandada o administrada por entes militares, sea por elementos en activo o por personal que goza situación de “retiro”-.

Ahora, acerquémonos al final; desde hace diez meses en la perorata de los eternos adversarios al nuevo sistema político de este país, el asunto ese de “no a la militarización de la seguridad pública” ha estado pululando en esa pesada atmósfera donde, como zumbido de aguerridos sancudos se escucha la cantaleta ¡se está militarizando la seguridad pública dentro del país! ah y, por cierto, acá también convendría meter en esa canasta de “tramas pendientes” el tópico de la “militarización o militarismo; y la diferencia entre ambos temas”; como sea, ese fantástico asunto ya lo tenemos en la imaginaria (sic) de nuestro Tanque de Ideas; insisto, este apunte solo es el primero de varios donde se hablará de la sempiterna acción y reacción del sistema militar mexicano dentro de actos de “autoridad civil”… aunque.

Tenemos la obligación de reconocer cuando y quien realizó el esfuerzo, dentro del Gobierno de la República, para crear sistemas de Seguridad Pública Preventiva. La historia de ese primer intento inicia el año 1995, Ernesto Zedillo, quien asumió la Presidencia con cero vínculos y compromisos y junto con él Francisco Labastida Ochoa fueron los generadores de ese nuevo sistemas, y, con la asesoría del Estado Mayor de SEDENA trazaron los procedimientos, políticas y filosofías desde las que construyeron todo un conglomerado de acciones realmente policiales, repito, ratificando el reconocimiento a los esfuerzos de Zedillo, Labastida, Gobernación y SEDENA en el diseño de acciones civiles para fortalecer las Políticas Pública de Seguridad, pero, lo dije y lo repito, este apunte busca funcionar solo como catalizador provocador, créanlo, tras este esbozo otros vendrán.

Ultimo patrullaje. – uno de los miembros de este nuestro Think Tank, quien es uno de los números principales, hablo de ese que ocupa la cabecera, trajo a la mesa otra trama para ser tratada sobre la mesa, desde su plaza Paul von Hindenburg habló

-Lo cierto, demostrado por la historia, es que en ninguna guerra hay ganadores- el General al que, por velos de discreción le damos acá el nombre de Paul von Hindenburg, hablaba sobre LA GUERRA; y lo hacía seguramente movido por el ambiente traído al discurso de la humanidad por aquella conflagración entre los pueblos eslavos de Rusia y Ucrania; Paul seguía diciendo. -Si. Entiendo. Usted dirá …. ¡Pues yo veo un ganador en cada guerra! Aquel que al final impone su voluntad al “enemigo”.

¡Ajá! – grita efusivo Hindenburg -es ahí donde se nos olvida que el supuesto ganador, igual perdió vidas, no pocas, y casi todas de jóvenes promesas para el desarrollo de un país – definitivamente Paul sabía de lo que hablaba, no en vano tiene 58 años de ser soldado profesional y por ello sabe lo que es la guerra, sus causas y sus efectos; seguía.

-También óbvianos el hecho de que, el presunto ganador, termina su victoria con una economía nacional mermada y con nuevos enemigos. Si, aquellos que desde el exterior manifestaron su desacuerdo con la conflagración- la voz del General Germano sonaba fuerte, y seguía.

-Algo peor es, tal vez, los adversarios políticos y sociales al interior, en su propio país, que negaron su anuencia o beneplácito por la guerra.

Salir de sus propios límites territoriales para invadir otro país, en el caso en comento, que es Rusia por si no lo habían notado, fue decisión de un solo hombre, empoderado, pero con su visión puesta en la antiguamente grande y gloriosa URSS, es decir, añorando el pasado (¿dónde he visto esto?) al que desea revivir! – cada palabra salida desde el pecho enmedallado del Mariscal llegaba a su destino.

-La cabeza de un Estado que no honra, no cumple compromisos acordados con quien hoy es el invadido. ¡Por tanto, recibe unánime rechazo en el concierto de las naciones! – nunca había yo revisado la geopolítica desde una plataforma militar, Paul seguía.

– ¡País con “derecho de veto” en el consejo de seguridad de la ONU, que imposibilita a las potencias sancionarlo!

Pero- Hindenburg echa mano a un adagio popular …. -El valiente vive, hasta que el cobarde quiere – y agrega -Resulta que el débil reacciona con pundonor, patriotismo y coraje –acá Paul se dirige a los que lo escuchábamos, dice -si queridos amigos de este Taller de Ideas, esos valores existen- toma litros de aire, y sigue -hasta comenzar una contraofensiva que no contempló el Estado Mayor ruso, y que está poniendo “contra la pared” al autoritario líder que emprendió tamaña aventura-  Paul von Hindenburg se refería a Vladimir Putin el policía político Ruso que llegó a la parte más alta de la nomenclatura de su país – Paul realmente sabía de lo que hablaba, nos dejó claro que; efectivamente, no hay enemigo pequeño.

Ahora, Paul von Hindenburg dice -Pero de todo esto, ¿qué podemos concluir?

¿la planeación estratégica requiere de verdadera inteligencia operativa para orientar acciones pretendidamente exitosas? Y otra, dice Paul.

-¿Que los liderazgos políticos radicales y hasta fundamentalistas pueden llevar a un país a su destrucción? Que, para medir el poder nacional del Estado, debe considerarse la moral de las tropas y su convencimiento por una causa justa- Paul dejó de hablar, esperó que tomáramos notas mentales y, después de largos segundos habló.

-Después de las desordenadas reflexiones aquí expresadas algo podemos agregar- dijo -que las organizaciones internacionales, con énfasis en la ONU, requieren revisar su carta fundacional o manifestación de principios, en aras de mayor democracia y decisiones colegiadas. No privilegiadas por la fuerza bélica estimada de sus participantes- entonces el General mexicano camuflado entre el avatar de Paul von Hindenburg entra en mutis y durante ese va diciendo.

-Finalmente que, como ya se dijo, ¡!en la guerra no hay ganadores!!

¿Eso queremos? – nos unta un paneo con su mirada y él se responde

-Mmmmh yo tampoco- pone el filo de su mano derecha con los dedos estirados contra la garganta y dice – ¡Por el momento … es cuanto! Concluye ese ademan simulando que se cercena la garganta y lo hace antes de cometer una indiscreción y entonces ahora si se va.

Balazo al aire. – apuntes para provocar.

Greguería. – una tormenta es una carga donde cientos de miles de millones de gotas de agua se lanzan sable en mano cabalgando sobre caballos de viento y van contra los nubarrones que tienen enfrente llevando sobre sus espaldas capas blancas que a la distancia parecen nubes, y de cuando en cuando arrojan sus lanzas de trueno contra la agradecida tierra.

Oxímoron. – caigo hacia arriba.

Haiku. – tu voz, o una letra,

son suficiente,

para tener fe en ti