En más de tres décadas de fundado, el movimiento lopezobradorismo nunca había estado tan divido en Tabasco como ahora. La mejor muestra de que hay una lucha a muerte en Morena es que en la tierra del presidente Andrés Manuel López Obrador una de las principales corrientes internas está operando para que no logre la candidatura presidencial otro nativo de Tabasco: hay en marcha una estrategia para que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, no obtenga la estafeta del movimiento que nació aquí en 1988, y que –en adición– intenta que la beneficiaria del legado del de Macuspana sea la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.
A diferencia de las veces que AMLO buscó Palacio Nacional (2006, 2012 y 2018, siendo la tercera la vencida), cuando la mayoría de tabasqueños de todos los partidos se unieron para sentar al de Macuspana en la silla del águila, ahora hay un grupo de tabasqueños que para las elecciones de 2024 está pujando para que no sea un paisano el que intente continuar al frente del Ejecutivo federal.
Empezando por José Ramiro López Obrador, hermano del Presidente, infinidad de morenistas como Javier May Rodríguez, director de Fonatur; Octavio Romero Oropeza; José Eduardo Beltrán Hernández, consejero ciudadano de Pemex; Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO; los diputados locales Rafael Elías Sánchez Cabrales, Jesús Selván García y Jorge Bracamontes, solo por mencionar a los más conocidos, no quieren que el titular de Gobernación sea el siguiente relevo en la primera magistratura del país.
Podrán justificarse las razones políticas de la corriente de Javier May de apoyar a Claudia Sheinbaum, que es oriunda de la capital federal, la cual gobierna, pero no puede entenderse que un grupo de tabasqueños haya hecho un frente para impedir que Adán Augusto sea el abanderado del vinotinto.
¿Cómo entender esa postura si no es mediante la fábula de los cangrejos que jalan al cangrejo que logra alcanzar la orilla de la olla de agua caliente? ¿Qué justifica que desde Tabasco se haya iniciado un movimiento para impedir que otro tabasqueño llegue por segunda ocasión al hilo al poder Ejecutivo federal?
Las razones de May, Octavio, Beltrán Hernández, López Beltrán, Sánchez Cabrales, Selván y Bracamontes son de índole de la lucha del poder por el poder. Así de simple. May y Octavio quieren ser gobernadores y creen que para que uno de ellos lo logre, Sheinbaum debe ser la abanderada presidencial.
Los otros también quieren puestos. Los parientes de AMLO buscan perpetuarse como actores de Morena y en ese sentido les estorba Adán Augusto; el legislador Bracamontes sabe que su única posibilidad de ser candidato a la alcaldía de Centro es que May vaya por la Quinta Grijalva.
Esto es, el bloqueo a López Hernández no obedece a algún análisis que tenga que ver con que haya hecho una mala administración los tres años que despachó en Plaza de Armas, aunque para descalificarlo este es el argumento de José Ramiro en apoyo de la mandataria de la capital federal.
Así, mientras el responsable de la política interna ha venido reposicionando su figura en todo el país como precandidato presidencial y todo apunta a que podría llegar a la final con Claudia Sheinbaum, en Tabasco enfrenta fuego amigo permanente en aras de impedir que logre situarse en el ánimo del primer mandatario.
A todo esto, la postura de May, Octavio, Beltrán Hernández, López Beltrán, Sánchez Cabrales, Selván y Bracamontes contra Adán Augusto, lo es también contra el Presidente, quien no ha dejado de alabar el desempeño de su secretario de Gobernación desde que estaba a cargo de Tabasco.
Por eso parece que en la tierra del Presidente, en Morena, hay dos visiones: la de May, Octavio, Beltrán Hernández, López Beltrán, Sánchez Cabrales, Selván y Bracamontes que dicen que López Hernández no merece ser candidato presidencial, y la de Andrés Manuel que no se cansa de destacar la labor del número dos del régimen.
Ahí solo es cuestión de entender que palabra influye más en la designación del candidato presidencial de Morena.