Ojalá y nos equivoquemos, pero como pintan las cosas, lo que podemos esperar de las elecciones de 2024 no será lamentablemente un proceso político muy competido entre candidatos y partidos, tendremos que sortear angustiosos escenarios donde el conflicto será el factor recurrente.
Dirán ustedes, pero qué pesimista. Pues así se ve lo que viene. Quien haya dicho que gobernar es muy fácil, está comprobando que no es así.
Les comparto algunos apuntes sueltos de lo que se ve venir.
Definitivamente las cosas no están saliendo como esperaban en el primer círculo de Palacio Nacional.
La desarticulación del Instituto Nacional Electoral (INE) no la pudieron hacer de un plumazo como sugerían optimistas sus asesores.
La preocupación que llevó a adelantar muchos meses la sucesión en Palacio tuvo que ver con la pérdida de 9 millones de votos en las intermedias de 2021. Parece que la actual estructura el partido oficial no les dará los votos suficientes como para arrasar en 2024. Además de que desde ahora se da por perdida ala CDMX.
Para 2024 se está perfilando una oposición distinta, que no tiene su base en los partidos sino en la organización civil y en eso contribuyó el discurso de polarización cotidiano desde Palacio.
Las manifestaciones del 13 de noviembre con el hashtag de #ElINENoSeToca mostraron un fenómeno de movilización distinto al modelo desgastado de los partidos. Movilizaciones simultáneas en más de 50 ciudades, no solo en la CDMX, alertó y puso muy nerviosos a los que todo lo justifican con un “no pasa nada”.
Desde Palacio no lograron empujar la contrarreforma Constitucional electoral, por falta de mayoría calificada y no se ve como puedan recuperarla. Y el paquete de reformas a las leyes secundarias aún tienen que enfrentarse al escrutinio de la Suprema Corte de Justicia, cuyos ministros están obligados a determinar frenar cualquier intento de inconstitucionalidad.
Las reformas a las leyes secundarias no podrán aplicarse para los comicios estatales de Coahuila y el Estado de México y si no se aprueban y sancionan antes de agosto, tampoco podrán ejecutarse en los comicios federales de 2024.
Los cambios que vienen en la Suprema Corte pondrán a prueba el blindaje del Poder Judicial frente a las tentaciones autocráticas.
En el fondo, las modificaciones a las leyes secundarias electorales tienen otro problema implícito, hacen perder legitimidad al eventual candidato o candidata del partido mayoritario.
Las corcholatas andan en campaña sin el contrapeso de la oposición, no saben contra quién será su adversario y eso los tiene muy nerviosos.
Aunque las encuestas señalen que fulana, zutano o mengano encabezan las preferencias de #YaSabenQuién, a nivel de piso los potenciales electores no tienen la más peregrina idea de sus ofertas de campaña.
A ver, a ver, recuerda usted uno de los compromisos de campaña de las corcholatas como para ganarse los votos. Uno solo. ¿No? Yo tampoco.
Quien quiera jugar con sus propias reglas le será muy difícil legitimar al sucesor presidencial.
Y eso que no hemos entrado a revisar los datos de los indicadores económicos, sociales y de seguridad del país.
A las obras estrella de este sexenio no se les ve cómo para cuándo. Y están resultado más caras que las albóndigas.
La discusión de que es más importante el bienestar social que el crecimiento de un país, resulta interesante. Nada más que los pronósticos oficiales perfilan un crecimiento justo de casi 3 por ciento del PIB para 2022; de apenas 1.8 para el 2023 y de 2.1 para 2024. Si no hay recursos menos se cumplirán las expectativas del bienestar.
A esto súmenle el entuerto del sector salud, eso de aspirar a ser como Dinamarca parece una vacilada. Aparte, las ocurrencias Gatelianas rayan en lo grotesco.
Y un factor adicional pero no menos importante, el de la violencia. El temor de que el crimen organizado participe en las campañas y siembre el terror entre candidatos, es cosa muy seria.
Las embestidas contra los medios de comunicación y los periodistas en México muestra la intolerancia absoluta a la crítica, que no es bueno para nadie.
Se aprecia un cierre de sexenio sin muchos resultados y una transición sexenal con muchos conflictos.
Algo de teoría y práxis. La desconfianza ante los actores políticas y las instituciones se explica por el deficiente desempeño de éstos en relación con las expectativas generadas durante la transición, señala en un acucioso artículo el investigador académico de la UNAM y de Flacso, José del Tronco. ¿Qué no?
Columnómetro de Aquiles Baeza
1.- Aunque seguramente a usted como a quien esto escribe preferimos el libro de papel por sobre todas las cosas, una buena noticia es que se sigue recuperando la producción y consumo de libros en México y en el mundo. Pero no hay que cerrar los ojos a los cambios que experimenta el mundo de los libros, sobre todo las ediciones digitales, las impresiones sobre pedido o las ediciones únicas.
En el otro lado del espejo jóvenes influencers se dedican a platicar libros, se ha robustecido la venta y lectura de libros digitales, pero también se han abierto mercado en plataformas como Tik Tok y Spotify, los audiolibros. Ya platicaremos de esto.
2.- Un recuerdo para Carlos Avilés Allende.
Aviso parroquial a nuestros exigentes lectores. Por vacaciones de fin de año, esta columna se publicará nuevamente hasta el 9 de enero de 2023. ¡Muchas felicidades!