¿A dónde vamos?

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Lejos de pensar en que, si el país tiene rumbo, proyecto y sentido, bajemos un poco a explorar al individuo, al dirigente, al presidente. Sin duda alguna ha perdido la brújula en su comportamiento, con o sin investidura ha sido agresivo, le gusta enfrentar, atacar. Pero hay niveles, no únicamente por las expresiones, sino por la intención y desde dónde y cuándo se generan.

AMLO ya perdió piso y administra, más no gobierna, desde la emoción y eso es muy peligroso. Ha dejado a un lado la razón para formular su posicionamiento. En los últimos días aseguró que un periodista fue objeto de un presunto “autoatentado” afirmación temeraria y contraria a lo que debe ordenar y expresar en un acto tan agresivo. A otro compañero le sentenció un “famoso pero muy corrupto” sin presentar pruebas, argumentos o denuncias formales, es decir, la calumnia y la difamación. Calificar a los demás de intelectuales orgánicos, hipócritas, cretinos… es ya un reflejo de su escasa cultura sumada a su necesidad de impulsar agresiones.

¿Con esto a dónde vamos? Sin duda alguna a continuar degradando el lenguaje y a las personas. El presidente se ha dedicado a defender los derechos de los crimínales y de los personajes con antecedentes probados de corrupción e irregularidades administrativas. Pone todo su empeño en protegerlos.

A los demás, incluso sin conocerlos como es el caso da la sociedad civil, los que viven en la Del Valle o los interesados en superarse, les llama fifis, aspiracionistas, pirruris… a crimínales como Joaquín Guzmán le ofrece disculpas por decirle “el Chapo”, pero a estudiosos universitarios les condecora con in neoliberales porfiristas. AMLO ha motivado la desunión y el enfrentamiento social y político.

Lleva al límite las conductas más nocivas. Es capaz de mover a la patria para asilar a un tirano que proteger la vida de un mexicano por enfermedad o violencia. Usa todos los recursos disponibles del gobierno para perseguir a sus opositores y condenarlos en una pira pública. Incluso se ha dado el permiso de llamar a juicio sumario a los expresidentes o desaparecer a la OEA.

Los choques eléctricos que lanza desde sus mañaneras son manipuladores, tóxicos, sin reconocer el esfuerzo de nadie sino es el propio. Desde la Jefatura de Gobierno de la CDMX se le comprobó cómo y de qué forma sus más íntimos y cercanos practicaban a sus anchas la corrupción.

Ahora en la presidencia hasta sus familiares son reprobados y denunciados públicamente por abusos e ilícitos. Pero todo para el presidente es una campaña en su contra. No da indicios de investigar y sancionar aun cuando prometió que se acabarían los compadrazgos, las cuotas, cuates y cotos. No tiene respeto por quienes piensan distinto a él y lo proyecta.

Por el contrario, favorece con asignaciones directas de contratos millonarios, protege a un español ridículo y comunistas que a través de una empresa controla bots para desestabilizar, hace alianzas solo con quien el cree salariándose protocolos y procedimientos, y podemos continuar con ejemplos múltiples en cuatro años que dejan una estela de heridos e inconformes. Impulsa a personajes como Delfina Gómez con oscuros antecedentes probados de abusar de los pobres y trabajadores y a sus contrincantes loa vincula fácilmente con García Luna sin soporte jurídico alguno.

No tenemos un futuro prometedor y menos seguro con esta conducta toda vez más impulsiva. Sus mensajes ya no obedecen a un jefe de Estado sino a un desesperado peleador de barrio que busca la forma de atacar al que se le ponga enfrente por la razón que sea, un pleito a navajazos para luego decir cobardemente que lo atacaron.

Llegar al punto de decir “quien esté libre de culpa que arroje la primera piedra” es envolverse en la franca impunidad ya que ni siquiera ha contestado él por qué de la riqueza de su hijo José Ramon que tanto presume o con qué recursos pagará la educación de Jesús Ernesto en Gran Bretaña si el salario devengado como presidente no le alcanza y más aún cuando descalifica a otros porque estudiaron en el extranjero.

No hay posibilidad de entenderse con el presidente ni entenderlo, ni escucha, impone sus reglas, se salta la ley, condena y condecora a su libre antojo, y sobre todo lo aquí escrito hay testimonios no es percepción personal. Estamos en problemas, serios problemas.

Conductor del programa Va En Serio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio.

@cramospadilla