En Europa, todas las autoridades monetarias y reguladoras, así como los presidentes y primeros ministros, respectivamente, insisten en que no habrá un efecto contagio por la situación particular de un grupo de bancos norteamericanos.
Lo que sí es un hecho es que la situación del otro lado del Atlántico levanta un tsunami de intranquilidad nada bueno para las operaciones bursátiles tan sensibles a cualquier rumor o número negativo.
Estos días el banco helvético Credit Suisse ha provocado varios días de jornadas bursátiles intensas con caídas aceleradas en todos los mercados de valores europeos sobre todo en las acciones de otros bancos. La causa: la negativa de su accionista principal, el Banco Nacional Saudí a inyectar más capital a este banco que para la sensibilidad bursátil significó una mala señal.
El Credit Suisse es uno de los grandes bancos sistémicos o lo que es lo mismo demasiado grande para dejarlo caer. Desde hace años enfrenta una serie de problemas desde reputacionales hasta del balance contable y el año pasado presentó pérdidas por 7 mil 400 millones de euros.
Ha sido en la noche del 15 de marzo que el Banco Central Suizo y el regulador suizo FINMA anunciaron que están dispuestos a respaldar al Credit Suisse con 50 mil millones de francos. Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo (BCE) ha dado un paso adelante señalando que está dispuesto a inyectar liquidez a los bancos que lo necesiten al tiempo que volvió a ajustar las tasas de interés al alza en medio punto para ubicarlas en 3.50 por ciento.
La lucha contra la inflación a través del incremento de las tasas de interés abre un enorme dilema para los bancos centrales porque está convirtiéndose, rápidamente, en un arma de doble filo que incide en los estados contables de las instituciones de crédito y en los deudores. La Reserva Federal todavía no pronuncia si continuará subiendo los tipos de interés a pesar de las quiebras bancarias recientes.
Mientras estas dudas persisten es domingo de media tarde y las autoridades helvéticas acuerdan la venta in extremis de Credit Suisse a UBS. La operación le costará al UBS unos 3 mil millones de euros. Sorprende la rapidez con la que están llevándose las quiebras bancarias en Estados Unidos y las operaciones de venta en Europa.
Y ya casi cerca de medianoche, el Banco Central Europeo (BCE) que preside Christine Lagarde emitió un comunicado que es por demás histórico porque seis bancos centrales se han coordinado para dotar de mayor liquidez a sus respectivos bancos vía SWAPS en dólares americanos cuyos vencimientos cambian ya no semanalmente sino diariamente a fin de que dispongan de toda la liquidez necesaria para sus operaciones.
Es algo inédito y que habla de la delicada situación por la que atravesamos a nivel mundial porque una quiebra bancaria con efecto de contagio es algo indeseable. Aquí de lo que se trata es de aplacar los nervios y este comunicado es un importante espaldarazo a los bancos por parte de la Reserva Federal, el Banco Central de Canadá, el BCE; el Banco Central de Japón, el Banco Central Suizo y el Banco Central de Reino Unido.
A COLACIÓN
Nadie vio venir este misil. Por si faltase algo que añadir al enturbiado escenario global, enrevesado por una complicada combinación de factores, dos bancos estadunidenses de tamaño mediano como son el Silicon Valley Bank (SVB) y el Signature Bank, han sido intervenidos y rescatados por el gobierno norteamericano y apenas ha dado tiempo de pestañear a los inversores que, confusos, buscan una serie de respuestas.
La primera y muy importante es, ¿por qué ninguna autoridad regulatoria, ni supervisora en la Unión Americana, detectó a tiempo la vulnerabilidad de ambas instituciones de crédito?
Ni siquiera lo advirtieron a tiempo las calificadoras de riesgos o del negocio de la calificación crediticia de bonos, como Moody´s Corporation que todavía unos días antes del colapso de Silicon Valley Bank le otorgó una calificación A.
La caída en desgracia del SVB ha sacudido el parqué bursátil no solo de Wall Street, sino de América Latina, Asia y Europa ante el temor de otro Lehman Brothers cuya caída, en septiembre de 2008, generó una enorme crisis de confianza que combinada con la crisis subprime provocó una larga etapa de crecimientos económicos inestables y hasta recesivos en EU y Europa.
Ninguno de los dos son bancos sistémicos, aunque el Silicon Valley Bank, como el Signature Bank, tienen un considerable peso específico dentro de un boyante ecosistema de empresas con proyectos innovadores.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lleva largos días lanzando mensajes de tranquilidad a diestra y a siniestra intentando calmar a los inversores y fundamentalmente a los mercados. Todo ha sido tan inesperado que la gente de a pie sigue preguntándose cómo puede caer en desgracia un banco en tres días y esfumarse, sembrando con ello nerviosismo, entre la clientela de otras instituciones de crédito.