Triada vergonzante. Se acabó lo que representan: una era de derroche y abuso discursivo en el INE, donde lo menos que le dolió a Lorenzo Córdova fue ser señalado como faceto y donde solo él con su cómplice Murayama decían que sabían lo que es la democracia. Dizque. Y por supuesto que no era así. Es reprobable su actitud de “la democracia soy yo” o casar su nombre con el INE para que los ataques a la casta dorada que representaban del INE, pareciera que eran dirigidos a la institución o a la democracia y no es así. Son dos cosas distintas Córdova y el INE. De su parte, cuánto extravío, cuánta mamarrachada y estulticia, cuánta chulería pagada con nuestros impuestos y tan ajena a la democracia que cacarearon y cuánta soberbia de la dupla Córdova-Murayama, verdadera vergüenza de la democracia mexicana. Y el tal Jacobo, que al final decide largarse después de décadas de cobrar emolumentos de verdadero escándalo y de defender su cargo. ¡Pamplinas que los recursos legales interpuestos eran para defender al INE! ¡Basta de tanta mentira! Y qué ridículos resultaron los tuits de Córdova que parecían dibujar a San Edmundo Jacobo, patrono de los cobradores de sueldazos eternizados en los cargos públicos regenteados como si fueran privados. Como si el dedo de Dios los hubiera destinado a sus impresentables personitas.
La renuncia de Jacobo en efecto, es por la salida de Córdova que no lo encubrirá más. Es una derrota definitiva por triplicado: a la dupla Córdova-Murayama, a quienes lamentaron su cese legal y a quienes se alegraron de su infeliz retorno, tan lejano al triunfal de Napoléon después de su prisión en la isla de Elba.
Lo dicho en esta columna en semanas atrás, lo expresamos de nuevo: Córdova tuvo entrada de león y salida de burro. Y eso que todavía nos faltaba verle un par de arranques mediocres como su persona y esa mofa a la diputada morenista, de vergüenza total ante una representante de la Nación toda, que le paga su escandaloso sueldazo y bonos de retiro, ante quien su sorna lo describe perfectamente bien y lo aleja de ser protomártir, encarnación de la verdad o defensor absoluto o invencible de la democracia, como lo han postulado sus corifeos. Lejos de ser todo eso, el sujeto se dejó ver con el impresentable de Almagro, cuando sabemos bien que el titular de la OEA es un golpista empedernido y un verdadero lamesuelas de Washington. El agua busca su nivel, no cabe la menor duda. Demostró lo más bajo de su persona. Ese fue el tipo que soportamos al frente del INE.
Córdova se va sin que se haya desmentido que su sueldazo es un insulto a los mexicanos, que contrario a los intereses de la Nación lo defendió en amparos, que su chulería es una agresión a la democracia y su presencia una vergüenza para la misma. Se marcha Murayama sin que se desmintiera ese, su tufo de suficiencia totalmente antidemocrático y se marcha con su ni negada ni desmentida postura gamberra, facciosa, lejana a la neutralidad, opaca, camorrista, rompebroqueles, defensivo de sus privilegios abusivos en el INE y de ir muy creído de merecerlos en la democracia. Siempre tan equivocado, tan suyo navegando en un eterno conflicto de intereses. Se va sin desmentirse que se le pagaba por carecer de ética y de su sueldazo desquitado a punta de desafortunados tuits, en sus deslucidos textos atacando las funciones constitucionales del INE y a la Constitución misma, creyendo que hacía un flaco favor a López Obrador organizando las consultas, cuando que se trataba de mandatos constitucionales que lo obligaban a acatarlos. Murayama se brincó la Constitución a su antojo. Es otro impresentable que ya, ¡¡por fin!! se marcha.
Así que de regalo tenemos la renuncia de Jacobo. ¿No qué no? su presencia por 3 décadas era insultante, porfiriana, reprobable. Su derroche y su condición de ser un poder tras el trono, un cacicazgo del INE, contrario a la democracia mexicana que se supone que defiende.
¿Es adecuado decir que la triada ¡por fin! se larga? Sí, lo es.
Por lo pronto, es un gran triunfo que se esfumara esa triada. Debemos estar felices de ello. Sí, se fueron forrados escandalosamente. Un día más ya no había quién los aguantara. El INE y México pueden seguir sin la triada esa, sin esa sombra macabra que se extendía sobre la democracia mexicana. En este panorama, nos quedan el jaloneo por la titularidad del INE y, en ello, va los recursos legales para frenar a López Obrador en desmantelar a esa casta dorada, que no al INE, que no es lo mismo. Y el nombramiento definitivo de la nueva titular. Todo merece una reflexión.
Si bien es verdad que controlar al INE supondría a las elecciones, ello abarca tanto si es neutral como si fuera partidista, ambas posibilidades; también es verdad que ese control partidista indebido siempre es mucho más factible con el PRI que con Morena. El mejor ejemplo lo es cómo controla el PRI el instituto electoral del Estado de México y el tribunal electoral de Edomex. Eso es bien sabido. Es una de sus apuestas para robar la elección de junio, una vez más. Le funcionó estupendo hacerlo en 2017. Y la priista Del Moral nomás no levanta. Y no puede porque en sus mensajes dice que “son más los que prefieren lo bueno a lo malo”.¡Ja! de risa loca. La valiente no se atreve a decir lo malo. No puede decir lo malo, pues sería escupir al cielo, al PRI y a Del Mazo. ¿Valiente? El PAN no casa su nombre al suyo. Otros ¿valientes? y no promete nada. ¿Ya qué más?
En el esquema prevaleciente –si no camina el Plan B y ni con tal– Morena no controla al INE. Así que mejor dejarse del discursillo mañoso de que sí. Es igual de ridículo que decir que controla a la Corte cuando de 11 ministros no tiene a 8. El que sí sepa sumar, que lo haga. Y quien sepa pensar, de una vez que proceda y no retrase más el esfuerzo. Y el PAN que ni rezongue dicieno “pero Morena es el PRI” porque ahora van de aliados con el PRI. ¿O escupe al aliado? Entonces, defínanse, panistas. 5 años han execrado al PRI para que ahora quieran apuntalarlo en Edomex.
Se queda aún pendiente el recurso de admitir la controversia constitucional contra el Plan B por la vía de ser ley emanada del Congreso, porque si lo fuera por materia, en efecto, el ministro Laynez admitiéndola sí viola la Constitución en su artículo 105 fracción II. Ya se sabe la personita que es el mentado ministro. Otro de flacos escrúpulos.
¿Qué sigue? atender a la nueva consejera presidente, que, desde luego, parece contar con más experiencia electoral –más que la del idolatrado Woldenberg al día que tomó posesión y mucho más que Córdova, que ya es decir– pues viene de adentro del INE; y tendrá que ponerse las pilas a la voz de ¡ya! y marcar diferencia favorable respecto a su impresentable antecesor. No, no le será sencillo, porque como en tantas otras instancias, estará atrapada en las redes de intereses tejidas por los antecesores.
En tanto, adecuado resulta que ya encabece al INE una mujer y esa parte quedó medianamente allanada. En cambio, tenemos ese complejo estira y afloja con el nombramiento de la titular, ya en definitiva. Ya quedo Taddei. ¿La mejor opción? De momento, considero que sí. No es allegada a Morena directamente y más tiene cola que le pisen sirviendo a otros partidos y por su familia. Encima, viene de adentro del INE de Córdova. Así que es más garantía de servir al INE que a Morena. De forma tal, que pueden dormir tranquilos los opositores al gobierno actual, tachado tontamente por Calderón de “régimen de Lopez Obrador”, en Argentina, luciendo su inescrupuloso discurso de odio tradicional. Qué tontería que un abogado como él diga esa soberana idiotez. López y él se rigen por un mandato constitucional para todos, que marca un régimen para todos. En dado caso, revuelve conceptos. Lo que es ya haber perdido el piso hace rato por parte del expresidente. Que atienda lo de García Luna, que ha evadido tan olímpicamente y se deje de monsergas. La pregunta que cabe hacernos es ¿y qué rol jugará la dupla de impresentabes que ya se largó? Mostrarán una vez más su verdadero rostro antidemocrático. Eso está garantizado.
Post scriptum: qué desagradable es Fernando Rivera Calderón. Ha soltado un par de improperios a la oposición a Morena, que son reprobables. Ya sea en sus diálogos, ya sea en sus comentarios en Operación Mamut, su desprecio por aquella se expresa en insultos, en desear matarla y otros desvaríos. Que no se olvide de tres cosas: está en una televisora pública pagada por todos, incluídos los que no soporta; que su ordinariez puede durar al aire en pantalla lo que dure el actual sexenio en que va en caballo de hacienda dobleteando en Canal 22 (así que a seguir mofándose mientras dure, tal parece) y que su socarrona actitud resulta insufrible e innecesaria. Desagradable a secas y muy fuera de lugar. Esos improperios no son comicidad o tiene una idea muy torcida de ella.