China y sus arriesgados experimentos

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Esto va de crear seres humanos no solo superdotados, sino con mejores

características, en el campo de la guerra y de la defensa. Ya no es solo cuestión de ser más inteligentes, más rápidos, más sanos sino también más fuertes y resistentes a través de la manipulación genética para inclusive moldear al soldado del siglo XXI.

A simple lectura parece un guion de Gattaca: experimento genético, una película basada en la filosofía de la eugenesia en busca de sociedades perfectas a partir de alterar genéticamente al ser humano para dotarlo con capacidades excepcionales, no solo para embellecer su apariencia, también para hacerlo físicamente perfecto.

El más reciente experimento realizado en China no forma parte de un nuevo filme de ciencia ficción, sino de una realidad que muy seguramente no sale todos los días a la luz pública solo que en esta ocasión lo ha revelado el South China Morning Post: “Un equipo de científicos médicos militares en China dice que ha insertado un gen del oso de agua microscópico en células madre embrionarias humanas que elevó significativamente la resistencia de estas células a la radiación”.

El artículo firmado por Esteban Chen asevera que este ensayo sucedió   dentro de la órbita de la Academia de Ciencias Militares de Beijing que espera encontrar una técnica que permita crear soldados resistentes a la radiación ante un escenario nuclear.

¿Por qué utilizar el gen del oso de agua? Conocido también como lechón tardígrado o bien como musgo, se trata de un animal de ocho patas de menos de un milímetro de largo que está considerado la criatura más resistente de la tierra; lo mismo soporta temperaturas extremas menores a los 200 grados centígrados que horas en punto de ebullición y también soporta las condiciones atmosféricas del espacio exterior.

En general, la ciencia lleva décadas estudiándolos y gracias  a los avances en biogenética ha sido identificado un gen en los tardígrados, capaz de generar proteínas en forma de escudo que forman una película protectora.

“El equipo chino dijo que había encontrado una manera de introducir este gen en el ADN humano utilizando CRISPR/Cas9, una herramienta de edición de genes ahora disponible en la mayoría de los laboratorios biológicos. En su experimento de laboratorio, casi el 90% de las células embrionarias  humanas portadoras del gen del oso de agua sobrevivieron a una exposición letal a la radiación de rayos X, según el equipo dirigido por el profesor Yue Wen del laboratorio de biotecnología de radiación de la Academia de Ciencias Militares de Beijing”, de acuerdo con lo publicado por el South China Morning Post.

En octubre pasado, dichos hallazgos científicos fueron abordados por la revista Military Medical Sciences y provocaron un creciente interés en la industria militar china.

Los trabajos con células madre embrionarias han cobrado una enorme popularidad científica que busca encontrar respuestas a enfermedades como el cáncer en aras de una cura definitiva o bien en padecimientos como el Alzheimer o el Parkinson. China está metida en esa carrera.

Ya en 2015, investigadores chinos compartieron con la comunidad internacional sus estudios sobre la edición de los genomas de embriones humanos cuyos resultados fueron publicados en Protein & Cell. El equipo liderado por Junjiu Huang, de la Universidad Sun Yat-sen en Guangzhou, pretendió modificar el gen responsable de la talasemia B (provoca enfermedades sanguíneas mortales) a partir de la técnica de edición de genes llamada CRISPR/Cas9.

 

A COLACIÓN

Al respecto hablé con Lucas Martin, experto en seguridad y defensa en España, y él pide prudencia al momento de interpretar si las intenciones en China son crear esas modificaciones para desarrollar súper soldados con tales características.

“Yo personalmente albergo ciertas dudas de que haya científicos que estén llegando tan lejos como lo comenta dicho artículo. Quizá sucedan experimentos para que las personas en el ámbito de lo militar sanen sus heridas más pronto o bien tengan más resistencia al dolor”, me dijo.

El también especialista en inteligencia militar recuerda que en un primer momento se habló de los exoesqueletos y de su finalidad; un avance que en cierta parte de la prensa mundial fue abordado como el nacimiento de nuevas máquinas humanas de matar, una especie de Robocops. Pero a la fecha no ha tenido dicho fin.

“Estos exoesqueletos fueron pensados en el ámbito militar con la función de permitir que el soldado en acción se canse menos y tenga más resistencia en el campo de batalla”, asevera.

¿Será este el siglo de los Robocops? Para el experto militar, él cree que el futuro estará alrededor de los exoesqueletos: “Tenemos a Estados Unidos metido en ello y por supuesto, a China. Yo he visto imágenes de soldados dedicados a logística o carga de peso con este tipo de exoesqueletos que logran levantar o mover cargas muy superiores a lo que un ser humano entrenado podría llevar a cabo con su fuerza normal”.