Las mañaneras

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La serie matutina de exposiciones verbales conocidas popularmente como las mañaneras continúa siendo una tribuna presidencial (por el cargo) y de lucimiento personal de AMLO. Le sirvieron cuando Jefe de Gobierno para marcarle agenda nacional a Vicente Fox y para defenderse del llamado “desafuero”.

Su prevaleciente tono burlón no ha variado desde entonces. Desde que inició el presente sexenio se transformó de un escaparate limitado de información a un tribunal acusatorio. Su función ya se perdió. Es un espacio de defensa y ataque, de denostación y autoelogios.

El presidente considera que desaparecerles o en su caso la sección “quien es quien en las mentiras” es un ejercicio de presión de sus opositores. De ahí no pasa porque él dice tener siempre otros datos. Desde el principio del 2019 el Presidente de este país, no habló de un ciudadano o un contribuyente, sino del titular del Ejecutivo Federal, se sirve y abusa de toda la estructura de comunicación del gobierno y recursos del Estado Mexicano, la que él decide ya no para informar sino para agredir.

Difama, calumnia y ofende. Hoy los pronunciamientos repetitivos, sistemáticos, son para sus referentes con nombre y apellido. No se le puede cuestionar sus decisiones o exhibir sus errores o sospechas de corrupción. Gran parte de las mañaneras funciona para desprestigiar, debilidad y radicalizar. Se ha llegado al grado de perseguir, intimidar y hostigar a personajes.

El presidente se siente incomodado por cifras reales de actos irregulares, ilícitos o delitos que asume como ataques personales o campañas de desprestigio y entonces evade, no contesta, pero determina exhibir supuestos actos fuera de principios y valores de otros, pero sin probar. Los términos correctos, hampones, cretinos, malandros ya son diarios.

El hecho de que el gobierno federal presuma horas y días de mañanera no significa que hayan contribuido a la mejoría del país, por el contrario, el nivel de enfrentamiento político y social es sin precedentes. El antagonista ideológico está llegando a extremos peligrosos y los desafíos innecesarios contra otros gobiernos nos alejan de la posibilidad de avances globales o bilaterales.

Mal ejemplo del uso de las mañaneras quedó en evidencia, entre muchos otros eventos, con la pandemia. No se motivó cuidado social, fortalecimiento sanitario, operación de hospitales, orientación ciudadana.

El número de víctimas mortales tuvo registro por la necedad de invitar a plazas públicas, a conciertos, a no usar el cubrebocas y a manipular tóxicamente la información. Hasta hoy no hay consecuencias como tampoco con el colapso de la Línea Dorada del Metro.

Se ha comprobado la asistencia a las mañaneras de personajes infiltrados para sembrar preguntas cómodas o de lucimiento al presidente o en su caso cobrar por tocar ciertos temas. Por lo demás la selección de “reporteros” es discrecional y el bloqueo a incómodos es evidente.

Por esto y más se cuestiona a este ejercicio inédito pero equivocado. Las diferentes facetas emocionales del mandatario erosionan la ecuanimidad y equilibrio en las decisiones que en muchas ocasiones se improvisan. La degradación de las mañaneras se manifiesta incluso proponiendo mofas y desplantes mediante videograbaciones musicales.

Así pues, las mañaneras han perdido no solamente seguidores sino ha generado un importante número de inconformes por usar el tiempo de la nación para cumplir únicamente intereses personales.

Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 , izzi 135 y mexiquense radio.

@cramospadilla