Justo cuando Morena necesita de unidad interna ante la proximidad de la campaña electoral a la Presidencia de la República, Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador Ricardo Monreal Ávila, no solo sale con su renuncia al partido guinda, sino también con una sarta de acusaciones en contra de Morena, de la candidata presidencial Claudia Sheinbaum, y del mismo presidente Andrés Manuel López Obrador. Éste, “no es Dios”, dice.
De por sí se ha caracterizado por ser algo rebelde. Pero esta postura parece la de un aspirante a quien le niegan la postulación, o el reflejo de un partido político donde se está estirando demasiado la cuerda tal vez no solo para ganar ‘carro completo’ en las elecciones concurrentes del 2024, incluso por encima de sus principios ideológicos y de los derechos de la propia militancia.
Ahí está Yucatán, donde Morena prefirió postular ex priistas y ex panistas a cargos populares locales haciendo de lado a morenistas. Y falta conocer la lista de plurinominales al Senado, donde el partido guinda (se dice) postulará a ex gobernadores del PRI; y para escaños de mayoría, a cuadros de sus aliados sin base social ni estructura electoral.
En Yucatán, Puebla, Colima y Quintana Roo ha habido protestas de la militancia guinda porque Morena le abrió la puerta a cuadros provenientes del PRI, del PAN y del PVEM.
Como sea, los señalamientos de Díaz Durán son muy fuertes. Por ejemplo:
Que AMLO, Claudia y Morena “insisten en seguir desviando los principios, los compromisos y las promesas contenidas en el Proyecto de Nación” jurado en 2018 al pueblo de México.
Que “hoy la cuarta transformación es la cuarta traición al pueblo de México.”
Que en el 2018 se votó “para edificar un presidencialismo democrático no un presidencialismo absolutista, que hoy pretende desaparecer la división de poderes y aniquilar cualquier contrapeso constitucional para dominar el país e instaurar un maximato político extendido ahora en la persona de la doctora Claudia Sheinbaum.”
Que no va a ser “cómplice para que en este último periodo del sexenio, se consolide ese régimen cuasi estalinista, en donde se fustiga la libertad de expresión…”
Incluso, casi llamó a evitar “una elección de Estado”.
Ni siquiera las posturas de la oposición han sido tan fuertes como la de Díaz Durán.
Independientemente de las razones personales de Díaz Durán, la militancia morenista debería reflexionar sobre su mensaje para tomar lo útil para la vida partidaria trazada cuando se fundó Morena, para el proyecto de nación confeccionado en el 2018, y para la base militante, esa que se parte el alma todos los días haciendo activismo casa por casa.
En Morena existen órganos colegiados deliberativos y de decisión, donde sí pesa y cuenta la opinión y el voto de la militancia de un partido político de izquierda.
EL LLAMADO DE MONREAL
Y mientras su suplente tronó en contra de Morena, del presidente AMLO y de Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal Ávila, también subió un video a redes sociales en el cual dijo:
“Morena tiene que responder con unidad, con cohesión; no caer en la trampa de la fisura interna, de la división interna, de la descalificación entre nosotros, porque eso nos puede restar no sólo confianza sino apoyo popular”.
Cierto, la división y la descalificación interna puede impactar negativamente en el ánimo popular respecto de Morena, lo cual es riesgoso en la proximidad de las elecciones para renovar la Presidencia de la República, las cámaras del Congreso de la Unión, y cargos populares en las 32 entidades federativas, incluyendo ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Pero ¿y de quién es la culpa de la división interna, de la descalificación a Morena, al presidente AMLO, al proceso de selección de candidaturas? La propia cúpula morenista. La oposición solo atiza el fuego con los elementos que le da la Cuarta Transformación, igual como Morena aprovecha los errores de la oposición para debilitarla.
Es la guerra electoral. Una guerra que se repite cada seis años. Pero en el 2018 solo era entre adversarios políticos; entonces en Morena había unidad, al interior todo era armonía. Pero hoy al parecer en el partido guinda se libran batallas internas. ¿Por qué?
¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN MORENA?
La renuncia de Alejandro Rojas Díaz Durán no es para que Morena se desmorone. Sin embargo, puede ser un indicio. Porque pululan los morenistas en desacuerdo con el rumbo del partido guinda y con el rumbo del país, aunque no lo expresan abiertamente, ni han actuado en contrario, pero hay.
Sobre todo morenistas formados en las filas de la izquierda. Porque los ‘neo’ morenistas provenientes del PRI, del PAN, o de otros partidos políticos, se volvieron guindas por conveniencia, no por convicción a principios ideológicos.
Las inconformidades morenistas pueden ser una olla de presión con el riesgo de explotar en cualquier momento. AMLO ha sido el dique, porque como líder moral de Morena y como Presidente de la República tiene el control de todo.
Pero ¿qué va a pasar cuando concluya su mandato presidencial? ¿Los morenistas lo seguirán viendo como el pastor? ¿Le seguirán obedeciendo? ¿Le obedecerán a Claudia Sheinbaum como jefa política en caso de ganar las elecciones de junio próximo?
¿Seguirá Morena como un partido monolítico o se empezará a desmoronar?
Por lo pronto, cabe preguntar ¿qué pasa en Morena? ¿Por qué a sus diez años de vida como partido político con registro nacional hay encono interno, descalificaciones, renuncias (además de Díaz Durán han renunciado otros cuadros en algunas entidades federativas como en Puebla y Yucatán)?
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