Pues ya hay virtual candidata presidencial de la oposición: Xóchilt Gálvez Ruiz, en quien recayó la designación de Responsable Nacional para la Construcción del Frente Amplio por México, pase automático a la postulación para la elección de 2024 en este sui géneris proceso político adelantado a los tiempos formales.
Ahora falta que los partidos integrantes del Frente (PAN-PRI-PRD) reúnan la estructura territorial suficiente y efectiva para posibilitar el triunfo de la panista, o al menos un cerrado segundo lugar que facilita prosperen las impugnaciones al primer lugar cuando la diferencia es mínima y el efecto puede ser determinante para revertir resultados.
Estructura como padrón de militantes considerable y confiable, áreas responsables de los sectores representativos de la sociedad, comités distritales y municipales, promotores del voto, representantes ante los consejos del INE, representantes ante las Mesas Directivas de Casilla y generales, etc.
Porque las elecciones no se ganan con buenas intenciones, ni con disparos mediáticos y en redes sociales, sino que se ganan con estructura. Además con recursos económicos y estrategia. PAN, PRI y PRD ¿la tienen? Acción Nacional y el Revolucionario Institucional han asegurado que sí, pero es incierto; ni siquiera pudieron medirse en la consulta del Frente pues fue cancelada ante la renuncia de la priista Beatriz Paredes a continuar participando.
Porque si no la tienen, Xóchitl tendrá que construir su propia estructura, que sería la más confiable, máxime en tiempos de traiciones. La mala fama del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”) es para prevenir, más que para lamentar.
En la confección de estructura propia tal vez se pueda acompañar de Acción Nacional, partido con el cual se identifica (aunque no es militante), y por tanto es el partido al cual le interesa adjudicarse la Presidencia de la República en la hipótesis del triunfo de Xóchitl.
Al Revolucionario Institucional le interesa más obtener un buen número de senadurías y diputaciones federales, así como tal vez la mitad de las gubernaturas a renovarse el próximo año. Y al PRD le interesa conservar el registro como partido político nacional; la obtención de uno que otro espacio de elección popular ya sería harta ganancia.
Aunque si realmente se ven en el próximo gobierno federal en un gabinete integrado con el 50% de panistas; 40% de priistas y 10% de perredistas, tendrán que echar toda la carne al asador en la organización electoral del Frente…no, más bien de la coalición que registren ante el INE en el momento procesal oportuno, porque la figura jurídica de Frente no puede postular candidaturas a cargos populares.
En una ficción, los tres partidos usaron el Frente Amplio por México para designar anticipadamente su candidatura presidencial en la modalidad de Responsable Nacional.
Retomando el tema. El padrón de militantes del PAN, del PRI y del PRD ni siquiera es apabullante. Conforme a la última revisión del Instituto Nacional Electoral, el panista tiene 277,675 registros, apenas si rebasa el mínimo estimado como obligación equivalente a 246 mil 270 personas; el priista llega al 1,411,889 registros y el perredista a 999,249.
¿Y cómo es que su votación es mayor? Es por el voto de la sociedad civil, la cual será determinante en la elecciones de 2024, como lo fue en 2018 cuando mayoritariamente respaldó la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador (Morena), y como lo fue en 2000 cuando por primera vez gana la oposición con Vicente Fox como candidato de la Alianza por el Cambio (PAN-PVEM).
Xóchilt no tendrá la misma suerte que Fox, quien enfrentó a partido en el poder (PRI) debilitado por el hartazgo ciudadano y con una candidatura nada atractiva como la de Francisco Labastida. Xóchitl se enfrentará a una maquinaria llamada Morena liderada por López Obrador; es más no competirá con Claudia Sheibaum, sino el mismo AMLO aunque éste no vaya en la boleta electoral.
Morena tiene una impresionante estructura, recursos y un jefe político que a los cinco años de gobierno registra más del 50% de aprobación ciudadana, evidente estratega electoral, quien en el 2024 medirá la lealtad de la estructura morenista y la efectividad del voto cautivo. Además de la unidad guinda y de su ‘movimiento’. También es toda una apuesta, pero este es tema aparte.
En fin, Xóchitl necesita de una estructura electoral real, efectiva y leal, a prueba de todo.
MANTENERSE Y SUBIR
Otra necesidad de Xóchitl Gálvez Ruiz es la de mantenerse en el ánimo ciudadano con repunte en la preferencia electoral de aquí hasta el día de la jornada electiva. Cosa algo compleja porque apenas va a iniciar el Proceso Electoral Federal 2023-2024 y vienen tiempos de vigilia proselitista.