Yo a usted la recuerdo linda, como una cascada hermosa cayendo gerúndicamente en los recovecos de mi vida. Yo a usted la recuerdo cómplice, esposada a mis fetiches; juguetona escondiéndose en la sombra de mi locura. Con usted todo en mi mundo eran puertas: invitaciones a descubrir lugares prohibidos y no. Ilegales traspasando la frontera de todo lo permitido. Su amor voraz me carcomía las entrañas mientras la miraba sonreír, allá, a la distancia, como detrás de un sueño. A su lado resultaba una pena dejar que la vida se colara cotidiana cuando descorríamos las cortinas, cuando nos obligábamos a silenciar los ronroneos y salíamos a lo ordinario, disfrazando las cicatrices de nuestra guerra particular. Yo sabía que ellos tarde o temprano la alejarían de este, nuestro universo claustrofóbico, de ese espacio sin nombres ni apellidos. Y así un día quedé varado a la orilla de su ausencia, desolado, lleno de manos y caricias que ya no sabía utilizar. Es por eso, porque yo a usted no la olvido, que sigo alimentándome del polvo que cayó de su cuerpo, espantando los fantasmas que se la llevaron lejos, atrapada en ese sueño interminable que no le permite volver.
@OSKRgcm
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