Las indígenas de Chiapas trabajan hasta 25 horas diarias

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  • La mentira hecha verdad
  • Racismo y discriminación

La mentira como propuesta político electoral parece parte de la estrategia de campaña de Xóchitl Gálvez. No es cierto que a las mujeres chiapanecas no les guste trabajar ocho horas continuas (me consta que trabajan 20 horas seguidas), como lo aseguró, y muy convencida, la elegida por los empresarios más ricos del país para ser candidata del PRIAN a la Presidencia de la República. Imagine una presidenta mentirosa.

Lo que pasó, en el caso referido, fue que mujeres originarias de Los Altos de Chiapas, trabajadoras de una “maquiladora” textil de Kamel Nacif, instalada en San Cristóbal de Las casas, protestaron terminantemente por la explotación laboral a la que fueron sometidas por el apodado Rey de la Mezclilla y vergonzante pederasta de origen libanés, financiado por el gobierno de Vicente Fox y Pablo Salazar Mendiguchía, a la sazón gobernador de Chiapas, con 20.000,000 de pesos tan sólo para pago de salarios.

La falsedad de los dichos de la ya, casi oficialmente, declarada representante del Frente Amplio por México no tardó nada en ser descubierta por el periodismo independiente y, como más pronto cae un hablador que un cojo, la llamada Señora X quedó como una vil mentirosa. Nacif era conocido por explotar inmisericordemente a sus trabajadoras y, principalmente, por ser parte de la red de pederastas. encabezada por Jean Succar Kuri, denunciada por la activista y periodista Lydia Cacho.

En el contexto de la falsaria selección de candidata presidencial del Frente Opositor, Xóchitl Gálvez, auto considerada de origen indígena, mostró su racismo, su discriminación y  fascismo. cuando habló en público del sur sureste de México. Sólo le falto asegurar como Gabriel Quadry que, si se le quitaran a México los estados del sur sureste, el país sería una gran potencia económica, olvidando que el sureste le da a la economía nacional, el ganado, productos agroalimentarios, petróleo, gas, entre otros bienes de primerísima necesidad.

“Hay una cultura distinta, en el sureste del país, y no podemos aplicar un modelo similar al del norte. Recuerdo que, cuando trabajaba con (Vicente) Fox, quisieron instalar maquiladoras en San Cristóbal de las Casas y les dije: ‘va a ser un fracaso, nadie va a ir a trabajar ocho horas seguidas porque no es su cultura’”, dijo Xóchitl frente a las cámaras de tv y Youtube. MENTIRA.

La falsedad de la senadora trotskista-panista fue pronunciada el sábado pasado, en el marco del tercer foro regional del Frente Amplio por México, en Monterrey, y causó una gran polémica. Los dirigentes partidistas y los empresarios se hicieron como que la virgen les hablaba. Pero lo que no dijo Xóchitl fue que  fueron el bocón de Fox y Mendiguchía los que llevaron a Chiapas al pederasta textilero.

Los 20 millones de pesos otorgados por los gobierno federal y estatal sólo fueron una “beca salarial”, para mal pagar a las trabajadoras durante un año; además beneficiaron al Rey con una nave industrial en calidad de comodato, y la infraestructura para operarla. La maquiladora textil fue abierta en el marco del programa foxista Marcha hacia el sur, pero la fábrica cerró operaciones cinco años después, luego de las acusaciones de abuso laboral contra las trabajadoras indígenas.

La maquiladora de San Cristóbal fue instalada en esta ciudad porque el libanés tuvo que enfrentar a los trabajadores de otra de sus plantas, asentada en el puerto de Acapulco porque también ahí se explotaba a los trabajadores.

Los trabajadores de Acapulco reclamaron mejores condiciones laborales y la maquiladora respondió cerrando sus puertas. Y para hacer efectiva la indemnización a que, por ley, tenían derecho, los trabajadores se posesionaron de la materia prima, la maquinaria y hasta de la misma nave industrial. Pero todo estaba en nombre de terceros. Y en Chiapas continuaron los abusos laborales contra los trabajadores y las trabajadoras. Y ciertamente no trabajaban ocho horas diarias, sino mucho más, sobre todo cuando no cumplían su cuota de producción, sin que fueran retribuidos con horas extras.

De acuerdo con Miguel Pickard, del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria AC, a un año de la entrada en operación de esta maquiladora, una trabajadora ganaba 43 centavos de peso por cada playera producida, cuando era vendida por poco menos de 20 dólares en Estados Unidos; es decir, 500 veces más de lo que se le pagó a la trabajadora por ella.