En la semana decisiva del proceso de designación de candidatos presidenciales de Morena y el PRIANREDE de Claudio X. González, dos hechos se resumieron la tarde de antier miércoles 30:
1.- El dedazo burdo, engañoso, inocultable, grosero y típicamente priista que operó Claudio X. como jefe político del PRIANREDE para imponer, con vicios priistas, la candidatura de la senadora panista/no-panista Xóchitl Gálvez Ruiz, rompiendo el esquema formal de designación ante el avance riesgoso de la priista Beatriz Paredes Rangel.
2.- Ante lo inevitable de la tendencia de las encuestas del último año a favor de Claudia Sheinbaum Pardo, Marcelo Ebrard Casaubón se dedicó a ensuciar el proceso de Morena –no muy limpio– con una sola intención: ocultar su derrota. Con un comportamiento similar al de Manuel Camacho Solís en 1993-1994 porque el presidente Salinas de Gortari no le cumplió el pacto de dejarlo sucesor, hoy Ebrard reclama el pacto de 2011 que abrió la candidatura presidencial por segunda ocasión de López Obrador.
Los dos procesos políticos de designación de candidatos no se salieron de los marcos referenciales típicos de experiencias anteriores del PRI, ya fuera con el dedazo autoritario e impositivo con precandidatos tapados que en la competencia abierta en las designaciones de candidatos priístas de 1976 a 2000, seguramente porque todos los protagonistas de la actual coyuntura política –priistas y morenistas y panistas– se formaron en la escuela pragmática del viejo PRI.
El dato más importante en la coalición opositora estuvo en el burdo procedimiento público y privado del PRI el pasado miércoles para desbancar a la precandidata priista Paredes Rangel, quien se estaba acercando de manera peligrosa a la candidata oficial de la derecha Gálvez Ruiz.
El presidente del PRI obligó a Paredes aceptar la declinación y está maniobrando para evitar la votación del próximo domingo, porque de manera sorpresiva se encontró con votantes del viejo PRI populista que comenzaron a empujar la figura de Paredes y abandonar el compromiso de apoyar a Gálvez Ruiz.
Detrás de estas maniobras autoritarias quedó claro el hecho de que por primera vez el PRI que fundó el régimen priista y el sistema político presidencialista y unipartidista no tendrá candidato presidencial propio y, perdidos todos sus bastiones, sobre todo el Estado de México, aparece ya como un peón menor del juego político del PAN y su aliado ultraderechista Claudio X., aunque con el papelazo vergonzoso de haber frenado la carrera electoral de Paredes que hubiera posicionado con mayor ventaja al partido tricolor.
Ya no se trata del PRI neoliberal que impusieron Salinas de Gortari y Colosio en 1992, sino de quedar como pieza menor del nuevo bloque de poder conservador dominado y definido por el PAN articulado a la ultraderecha española de Vox y el Yunque, a la presencia dominante de la Coparmex y filiales de la derecha económica y como pieza de las corrientes intelectuales derechistas de Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón.
En el contexto del realineamiento de la derecha, Ebrard y su ideología pragmática y unipersonal están jugando, de manera consciente o inconsciente, a favor del PAN-Coparmex-Claudio X. para romper la unidad política alrededor de liderazgo del presidente López Obrador en Morena y sus metas de continuidad sexenal en la candidatura de Sheinbaum Pardo.
En realidad, Ebrard nunca –pero nunca– tuvo la más mínima oportunidad de ser el candidato sucesor del presidente López Obrador por una simple razón: desdeñó desde el principio el proyecto de Morena, y a lo largo de cinco años fijó una figura unipersonal, sin vinculación con la estrategia económico-social del presidente de la República y sin ninguna articulación con la estructura del grupo lopezobradorista. Como Camacho Solís en 1993-1994, Ebrard tuvo una equivocada lectura política estratégica de la reconfiguración del grupo gobernante y aceptó participar en las reglas del modelo corcholatas sólo la intención de imponer su candidatura o tratar de reventar el proceso.
Definida la alianza PRIANREDE-Claudio X., con Movimiento Ciudadano en manos de Dante Delgado Rannauro y el Verde y el PT aliados a Morena, Ebrard tiene la gran oportunidad histórica de salirse de Morena y llevar sus 20 millones de votos a la fundación de un nuevo partido o a su candidatura independiente para no depender de incómodos aliados.
Política para dummies: La política juegue con las reglas del poder.
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