Así se ve a Xóchilt Gálvez en España

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Hace unos días en México,  el llamado  Frente Amplio, un enorme bloque opositor formado por una extraña mezcla de partidos e ideologías,  de derechas, de centro y también de centro izquierda, vivió su particular proceso para elegir quién será su tótem para enfrentarse en las próximas elecciones presidenciales en México contra quien resulte ungido o  ungida como sucesor natural de AMLO y de su partido MORENA. Y esta vez podrían ser unas elecciones presidenciales con rostro femenino… tiempo de mujeres.

Este Frente está formado por el derechista Partido Acción Nacional (PAN), el histórico pero en declive pronunciado Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el centroizquierdista  Partido de la Revolución Democrática (PRD) entre todos se han inclinado en nombrar a Xóchitl Gálvez, como su  candidata oficial, desplazando a una de las grandes políticas mexicanas: la priísta,  Beatriz Paredes.

Gálvez es una ingeniería de formación, pero política por vocación, ha desempeñado diversos cargos por el PAN es una política que dice lo que piensa con esa claridad de pensamiento que no tiene mesura en llevarse al toro por los cuernos.

Es una panista que lleva años dedicada al tema de los indígenas y que odia los estereotipos: “Ser indígena no significa ser pendejo. Solo es cuestión de dar más oportunidades”, afirma.

A sus sesenta años de edad ha ganado bastante bagaje político, ese mismo de acierto y  de error que  le ha permitido no  solo pulir su imagen  sino también su comportamiento político.

En cierta medida tiene cierto aire coloquial (pero en femenino) al expresidente Vicente Fox, el panista que derrumbó el muro del PRI y que permitió  que los mexicanos inaugurasen una época en que la democracia no perpetuase siempre al mismo partido político. El  propio Mario Vargas Llosa le llamó a ese sistema creado por el PRI “la dictadura perfecta”.

A México, ya lo han gobernador príístas, panistas y ahora morenistas con el presidente Andrés Manuel López Obrador, afirmando a diestra y a siniestra, que no se meterá en el proceso. Aunque no disimula en apoyar abiertamente a Claudia Sheinbaum, la exjefa de gobierno de la Ciudad de México.

Mientras el Frente Amplio  entra de lleno en campaña, aunque faltan nueve meses para las votaciones, muy posiblemente en las próximas semanas también MORENA anunciará a su candidato. Y no parece que sea el excanciller, Marcelo Ebrard, el favorito de López Obrador por mucho inglés que hable.

 

A COLACIÓN

Lo que vendrá para México en los meses  venideros será una justa electoral histórica por varias cuestiones: será una competencia entre dos candidatas: Gálvez por el Frente Amplio y Sheinbaum por MORENA y los partidos que se sumen. Segundo, porque si bien hay otras fuerzas políticas ésta será una competencia entre dos grandes bloques: los contrarios a AMLO y que pretenden frenar la continuidad de sus políticas versus los que lo apoyan. En ese bloque proAMLO esta su base política conformada por sus fieles y fervientes seguidores que ha cosechado a su favor desde los tiempos que dejó al PRI para convertirse en oposición y comenzar una larga carrera que le ha llevado a ocupar la jefatura del gobierno de la Ciudad de México y a ser tres veces candidato a la Presidencia.

¿Puede Gálvez ganar la Presidencia de México? Mi respuesta es no. En las elecciones más recientes en México para elegir gobernadores y alcaldías, esa oposición perdió el 72% del país. En una amalgama con el Frente Amplio quizá levante un 40% a un 45 por ciento.  Falta ver qué hará Ebrard.

Muy seguramente veremos a una candidata por MORENA muy protegida desde el poder del Palacio Nacional. AMLO a como dé lugar garantizará su tranquilidad, tanto para él como para su familia, una vez deje de ocupar la silla presidencial. Él no querrá persecuciones en su contra, ni investigaciones de ningún tipo contra sus hijos y en general  contra su familia. López Obrador es un hombre de costumbres arraigadas él no se ve a sí mismo exiliado en el extranjero, su sueño es retirarse plácidamente a su rancho La Chingada en el sureste del país y pasar a la historia de México como un presidente que combatió a la corrupción.

Gálvez tiene muchas cosas en contra:  primero, el propio sistema creado por AMLO  con una extensa red clientelar de jóvenes y de personas mayores; muchos subsidios llegan a generaciones que no dan literalmente golpe alguno en materia económica; segundo, el vecino del norte está ya distraído con sus propias elecciones que serán igualmente traumáticas. Ambos países enfrentan en distinto grado de impacto y de magnitud una profunda polarización interna de sus respectivas sociedades. Tanto, republicanos como demócratas, saben bien que México ha perdido el control en manos del creciente poder del narcotráfico y de las organizaciones criminales muchas de las que, incluso, mueven los flujos migratorios. Eso significa, que en la Casa Blanca, no esperan gobierne quien gobierne a  México a partir de 2024, que cambien las tornas en materia de combate al crimen organizado.

Me atrevo a decir, que Estados Unidos, lleva años que ha perdido interés en el destino político de su vecino del norte, con ello no quiero decir que le da lo mismo tener una autocracia como principal socio comercial.

Ahora bien, aunque Gálvez usa un lenguaje florido más cercano al pueblo, es dicharachera, abierta, cercana y usa una vestimenta típica mexicana no por ello es aceptada en todos los distintos ámbitos sociales en un país que sigue siendo clasista.

En cambio,  AMLO tiene muy bien ubicado el perfil del votante, apuesta por el México profundo, ese mismo que electoralmente piensa poner en manos de su ungido/a para sucederle. Y como todo apunta a que será Claudia Sheinbaum la rival de Gálvez, México vivirá en 2024 unas elecciones que dejarán en el poder presidencial a una mujer.

@claudialunapale