ONU: reformarse o morir

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Ha sido la misma cita anual de todos los años en Nueva York, como viene sucediendo desde 1946 para abordar entre los mandatarios del mundo las grandes vicisitudes y desafíos del momento. Las palabras que más se han escuchado de manera recurrente desde entonces, tienen que ver con la guerra y la paz; en el último quinquenio ha resonado la del cambio climático y desde 2020, también el tema de la pandemia por el coronavirus.

La guerra, la paz y los devastadores efectos del cambio climático han vuelto  a ser el foco de atención de los 149 mandatarios reunidos en los emblemáticos edificios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)  durante la 78 Asamblea General del organismo, los días 18, 19 y 20  de septiembre.

Eso sí ante las notables ausencias de varios dignatarios cuyos países son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU como Francia, Reino Unido, China y Rusia.

Se resintió el vacío del mandatario chino Xi Jinping que lleva dos reuniones al hilo que no asiste a la Asamblea General; de hecho, hace unos días no acudió a la cumbre del G20 en India. Según los medios de comunicación norteamericanos, la Casa Blanca interpreta  que Jinping intenta esquivar un encuentro con su homólogo norteamericano, Joe Biden.

Tampoco estuvo el dignatario francés, Emmanuel Macron, convertido en anfitrión de una visita de estado del rey  de Inglaterra, Carlos III y su esposa, la reina Camila.

El primer ministro inglés, Rishi Sunak, adució problemas de agenda mientras el dictador ruso tiene una orden internacional de aprehensión dictada por la Corte Penal Internacional (desde marzo pasado) que lo mantiene acorralado en Rusia y solo con posibilidad de viajar a países aliados que no estén dentro de la CPI.

Tampoco se vio al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ni al  primer ministro de India, Narendra Modi,  metido en una serie de roces diplomáticos tanto, con China como con Canadá; con el primero, nuevamente por sus conflictos fronterizos por la zona de los Himalaya y con el segundo, a raíz del asesinato,  del líder sij, Hardeep Singh Nijjar, en el oeste de Canadá.

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, llegó a declarar que la policía encontró indicios de que podría tratarse de un asesinato político ideado desde India pero cometido en territorio canadiense lo que para él es una clara violación de la soberanía de su país.

En medio de este escenario de desencuentros, la atención y el discurso quedó acaparado tanto por el presidente norteamericano Biden como por la presencia en el seno de la Asamblea General como orador, de Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania.

En su discurso de inauguración, el secretario general de la ONU, António Guterres, situó a la consecución de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS)  con fecha límite a 2030, como una de las grandes prioridades  que no están recibiendo la correcta atención desde que irrumpió la pandemia del coronavirus, luego la invasión rusa a Ucrania y las constantes catástrofes climáticas que cada año son más agudas.

 

A COLACIÓN

Antes que Biden hablase ante la máxima tribuna de la ONU, tocó el turno al mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que volvió a reciclar el mismo discurso que viene defendiendo desde que volvió al poder en Brasil y ha podido participar en todos los diversos grandes encuentros internacionales regionales y multilaterales.

“La ONU tiene que cambiar. Hay que decirlo,  el Consejo de Seguridad ha estado perdiendo progresivamente su credibilidad precisamente porque unos pocos países ejercen tanto poder”, afirmó.

Biden tomó el guante lanzado por el dignatario carioca y subió al atril para dar un discurso mesurado y coherente con esa concordancia  y lucidez que algunas veces le falla y que tanto critican los republicanos como un signo de achaques mentales por la edad.

Mientras Brasil quiere que sea reformado el Consejo de Seguridad para aceptar nuevos miembros y cambiar las reglas de los vetos e incluso ser incluido   como nuevo miembro (junto con otros países más), Biden reconoció en su discurso que todas las instituciones internacionales creadas al final de la Segunda Guerra Mundial desde la ONU, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y otras más siguen siendo  “una base duradera de nuestro progreso”, aunque reconoció la necesidad de reorientarlas hacia un mundo cambiante.

Tampoco ve con desagrado una posible expansión del Consejo de Seguridad de la ONU con nuevos países miembros e igualmente cambiar las reglas del veto. Actualmente China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos son los cinco miembros permanentes con poder de veto, además hay diez miembros no permanentes que son elegidos por la Asamblea General por dos años, de manera rotatoria, este vez tocó a  Albania, Brasil, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Ghana, Japón, Malta, Mozambique y Suiza.

@claudialunapale