PAN: atrapado entre la apartidista y daltónica  y la otra,  de lenguaje vulgar

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En el contexto de que el PAN se torna como un narcopartido, si juzgamos sus graves nexos inocultables ya con García Luna, un Guanajuato panista incendiado por no combatir su gobierno estatal panista al narco –sí, si le toca hacerlo, puesto que la seguridad es concurrente en los niveles de gobierno– o con casos gravísimos y muy vergonzantes como Tamaulipas y Cabeza de Vaca acusado de nexos y ahora que admitió el PAN que está ligado el exgobernador jalisciense y exsecretario de Gobernación del panista Calderón, Ramírez Acuña –también señalado Calderón de narcopresidente y con severas demostraciones– es que entonces, no puede negarse que el PAN está hasta las cejas metido como todo apunta, en el narco y es ese panorama donde afrontamos la intentona panista de abanderar a Xóchitl Gálvez como si solo fuera panista, ocultando el logotipo PRI, ampliamente rechazado en las encuestas del año pasado,  que nos recuerda que si votas Xóchitl Gálvez sí votas PRI, ya que también es su candidata, robusteciéndolo con cada voto a Gálvez, aunque mal creas que solo la votas como PAN dándole tu voto y mal creyendo que solo es panista, pues tu voto ayuda a que el PRI no desaparezca y si se le da el voto a Gálvez estaría usted permitiendo el regreso del PRI, que dejó a México quebrado en 2018, tras del sexenio priista más repleto de ladrones priistas.

 

Y recuérdelo, que no lo engañen diciendo que Xóchitl Gálvez solo es panista. No lo es ni solo eso es.  Votar Xóchitl Gálvez sí es votar PRI, no lo olvidemos, y permitiría el desastroso regreso del PRI que sí sería un megadesastre para México. Y, encima, la candidata dice que no tiene partido. ¡Ja! Es que ser deslenguado es gratis. Ella misma se traga la gigantesca mentira de que está ahí por un millón de firmas. Siga mintiendo, candidata.  ¡Por favor! está ahí impuesta por Claudio X. González que aspira a ser un factótum –traicionando el PAN a la democracia al ponérsele de tapete, como lo hace– y hace que ella sea un simple y burdo títere de la oligarquía. Dígase así de claro para que nadie se mal piense que ella representa a ciudadanos libres. No lo hace. Dizque serlo es un cuento chino insostenible. Gálvez, además,  es una pésima candidata y eso es ya tan visible como inocultable e innegable.

 

El PAN hace rato que perdió la brújula y comparece a las elecciones de 2024 muy norteado y con carencia evidente de figuras. Al grado de que no tuvo más remedio que endilgar a Xóchitl Gálvez. Bueno, estaba también dizque Santiago Creel, con un muy escaso 20 % de preferencias entre los supuestos simpatizantes, pero eso y justo por eso, el PAN carece de figuras, que es exactamente igual a ya no ser opción y desde hace ya muchísimo tiempo. Tener que recurrir a Xóchitl Gálvez ya dice bastante y explica su desafortunada decisión.

 

Luego, entrando en materia honrando al título de esta entrega, nos topamos con dos dichos de la candidata que son para matar de risa. Reflejan su infinita frivolidad. Tales conducen a preguntarnos si la Gálvez está de broma, ya que si hablase en serio sería extremadamente preocupante por su cuestionable estabilidad emocional notablemente herida, o, como dicen ahora: estaría dándonos severas muestras de una percepción de la realidad muy dañada, impropia de alguien que aspira a ser presidente de México y aconsejaría evitarla.

 

En efecto, la Gálvez nos asegura, en plan de alardear, que ella es apolítica. Que nunca ha militado en ningún partido. Va, pasa lo de no militar, mas no lo de ser apolítica. Su afirmación es una vil mentira. Otra más. Quien tenga pruebas de que no es política, que las muestre. Ya luego, aunque resulta muy raro que siendo apolítica se mueva por los círculos donde  ha transitado y en que lo ha hecho, sí es muy extraño que tantos años la hayan soportado sus colegas siendo y como dice ser apolítica y sin orillarla a afiliarse, pero vale.

 

Ya luego, eso de que sea apolítica es que no hay quién se lo crea. No porque se demuestre que sí participó en la política como verdadero agente político y con colores bien definidos hasta no hace tanto, sino porque lo apolítico supone carecer de tendencia, de sello. No es y no ha sido el caso de la prianista.  Que no nos mienta la cuestionable candidata opositora apadrinada por Claudio X. González, gracias y solo a él que es candidata.

 

Amén de si es panista o no, si tiene el sello de política, no convence con la mentira de que sea apolítica, cuando que, además, pasa por tantas supuestas tendencias y afinidades. Un revoltijo su trayectoria opaca, son un revoltijo sus creencias. Es opaca, no sabemos en qué realmente cree, no es fácil saber con qué sí comulga quien vendió gelatinas, bienes raíces, se dice indigenista pero capitalista, va con el PAN y con PRI. Un baturrillo de ideas es lo que es. Termina uno decidido a no votar por ella.

 

Lo de daltónica, de eso nada, monada. También es mentira. Su rampante antimorenismo adelanta su gobierno excluyente y dudosamente en pro de la gente y, desde luego, que sí distingue colores para ser excluyente como lo es desde ya. Y mentirosa. De cuando en cuando sigue proponiendo eliminar, acotar programas sociales. No puede con eso, no los quiere, está demostrado. ¿Daltónica? Miente, tiene claro la postura panista que es tan reacia y recelosa de los programas sociales, que de haberlos se sirve de ellos el PAN de manera clientelar, así que no se hagan los panistas diciendo que son distintos. No lo son.

 

¿Gálvez, daltónica? que se deje de monsergas. Nunca lo ha sido y dudosamente, lo será. ¡Lo que tiene uno qué oír en campaña! no cabe la menor duda.

 

A todo esto, nos queda las expresiones siempre vulgares y los gritos de desquiciada de la panista Kenia López Rabadán, el miembro más vulgar del PAN, imposibilitada de hablar si no es solo a gritos y espetar insultos mostrando una deplorable actitud y un reprobable proceder. Su pésima educación. En una entrevista a tres bandas con sus pares de Morena y MC, el lunes 8 de abril, no dejó de referirse a Claudia Sheinbaum como la “Señora corcholata”.  Cuánta ordinariez y grosería de la panista, que, recuérdese, representa al PAN por ser la vocera de la candidata a la presidencia de México. Ni más ni menos. Y el PAN la solapa y arropa. Qué vergüenza. Su falta de educación acorde con su grotesco proceder, ha escalado niveles absolutamente detestables. Su bajísimo nivel expresivo ya es inatendible. Mientras el PAN la sostenga, invitamos a no votar PAN. La política necesita gente de altura y no esa clase de personajes.

Y qué interesante resulta que desde el PAN una mujer se la pase insultado a otra mujer. ¡Viva el 8 de marzo y su clamor del respeto a la mujer! Rabadán en los hechos no cree en el respeto a la mujer. Esa panista lo demuestra a diario. Doblemente grave resulta que sea ella la de esa conducta reiterada. Triplemente, que sea impulsando un discurso panista de odio que más de un botarate le festeja y reproduce. Es gravísimo. Casualmente, opositores a Sheinbaum. Y, desde luego y a ver si con eso ya muestra una pizca de vergüenza, ya que no se olvide que es la vocera de Xóchitl Gálvez, quien clama respeto y dice que lo prodigará, mientras su impresentable vocera, vocifera, ya no habla, se dirige a gritos a quien sea, cual posesa y se la pasa insultando a Sheinbaum. El PAN y Gálvez enlodan su nombre teniéndola de vocera. Gálvez se gana no recibir ni un voto con el derecho a convocar a no dárselo.

 

Apostilla: sí, Arturo Zaldívar se volvió incomodó a los intereses que tienen secuestrada a la Suprema Corte. Sí, mientras la presidió tocó muchos intereses tratando de regenerarla de manera seria, no como artificiosamente lo intentó Luis María Aguilar.  Ahora, se le persigue porque Norma Piña ha hecho de la Corte La Suprema, cual tienda de abarrotes donde todo se compra y cual tienda de abarrotes, donde todo tiene precio. Esa cantaleta de ser apolítica y de resguardar la Corte se convierte en una deplorable cantaleta y nada más. Pues bien, Morena merece ganar y barrer así en el siguiente sexenio a una triada de ministros impresentable, lacayos de Fox, Calderón y Peña, que sin ellos no habrían llegado a la Corte y ellos lo saben perfectamente bien. Ahora, 61 empleados dicen, al servicio de Zaldívar, que nos recuerda que la Corte es opaca. No sabemos ni cuántos trabajan ahí ni cuánto nos cuestan. Tampoco ya nos sorprende.