Tanto qué opinar del anuncio de impulsar un juicio político contra la titular de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña. Es una torpeza gigantesca de su parte, lanzarse contra el exministro Zaldívar. Es tomarlo por tonto y desconocedor. Es un error de cálculo, mayúsculo.
Piña concreta una suma de errores garrafales: lo son, dado que se ha lanzado contra su antecesor en tiempos electorales, embarrando así a la institución que está obligada a preservar ajena a los avatares políticos, sabedora ella misma de la capacidad defensiva de aquel y ella, tan desprestigiada no negando en su atrabancado proceder y extravío, la cruz de su parroquia y sus sentimientos políticos, que debiera carecer de ellos o callárselos en los hechos, por la alta investidura que ocupa. Tanta torpeza reunida en la ministra Piña, es desternillante. Y resulta muy vergonzosa.
Si se está dejando usar como ariete, sería doblemente torpe la seño ministra.
Así, en primer lugar, resulta de obviedad y bastante infantil la retahíla de insultos opositores a Arturo Zaldívar desde medios de toda laya y hasta de algunos desconocidos en búsqueda de sus cinco minutos de atención que no han obtenido antes, que lanzaron desde que se marchó de la Corte y luego arreciaron al unirse al equipo de Sheinbaum. Tal cauda de insultos ni hace más honrado al PRI y solo nos recuerdan que sí, el PRI sí robó mucho más y es el partido que candidatea a Xóchitl Gálvez. Dejarse de monsergas, opositores. Y Gálvez es tanto o más impresentable que Piña.
Acrecentaron los insultos una vez que anuncia su derecho a impulsar un juicio político como la cuestionable ministra y sucesora se lanza a investigarlo. Con tales insultos ¿quieren sobajarlo? o ¿quitarle votos a Claudia Sheinbaum? para conseguirlo, primero tendría Piña que ser impoluta y algunos de sus colaboradores ministros impuestos antes de 2018, no tener el pasado facineroso que se cargan, llegando a sus poltronas por la gracia de presidentes bastante impresentables y desprestigiados como Calderón o Peña, cuyos desprestigios alcanzan a tales ministros.
En segundo lugar, que no se olvide que Zaldívar ha tocado muchos intereses, así que tampoco es gratuita la sumatoria de jueces y magistrados contra tal. Tan impolutos todos ellos. ¡Ja! Y tan rápida la Corte para atender denuncias anónimas. Tanta rapidez da vértigo.
Tres: no se entiende la tardanza de sugerir un juicio político contra Piña o alguno de los ministros más cercanos a ella, casualmente tan contrarios a la 4T. Se vale ser contrario a la 4T, pero no torcer la ley encubriendo intereses muchas veces contrarios al interés general que termina por no defender, actuando Piña contra la sociedad en su conjunto. Una cosa es defender la legalidad de los actos y otra lo que viene haciendo: ser un ariete opositor politizado que se aleja de su naturaleza y fines.
Así, Piña ha conseguido acabar de enlodar a la Suprema Corte lanzándose contra Zaldívar, por 3 razones. Primera, por meterla con un vergonzante oportunismo político en una contienda electoral estando Zaldívar en el equipo de una de las candidatas presidenciales. Es un paso en falso dado por Piña hasta no saber quién ganará las elecciones del 2 de junio. Dos, porque él conoce la Corte por dentro. Piña ha demostrado que no, como su sorpresa al saber que el presupuesto anual se lo aprueban los diputados, no sus colegas ministros. Por citar un ejemplo de su manifiesta ignorancia. Y, desde luego, tres, mucho dice y es elocuente que se haya plegado a tantos intereses perfectamente confrontados con el gobierno López Obrador. Y no por defender la ley. Que no se venga con monsergas.
Qué desafortunada presidencia esta ejerciendo Piña y qué decepcionante que la primera mujer en el cargo, degrade así la titularidad de tan relevante institución. Aventar a la Corte a lides políticas vilipendiando su naturaleza, la prostituye y la compromete contra todos los mexicanos por mostrarse facciosa y mediatizada. La guardiana de la Constitución se ha manifestado ya antes como institución muy opaca y despilfarradora, que se niega a rectificar. Y la Corte es toda, del primero al último de sus servidores públicos. Y los mexicanos no tienen porqué callar sus excesos. Alardear de corrupción denunciando a su expresidente solo arroja piedras a su tejado y la vulnera antes que mostrarla grácil y luchadora de la ley y la transparencia. De ese tamaño es la tontería que cometió Norma Piña, dígase sin reverencias, tapujos y falsos pudores.
Piña, la ministra presidente que va mostrando severas carencias de expresión, elocuencia y sin dotes de buen gobierno, como para generar simpatías y sí para desatar confrontaciones permanentes con el gobierno. Así, Piña debilita a la Corte. Confrontaciones defendiendo intereses oscuros antes que arrojando la luz sobre actos que vulnerasen leyes como dicen sus comerciales atronadores y propagandísticos. Piña sí ha torcido el sentido del deber público y de los altos fines que debería de estar persiguiendo la institución que tan malamente preside, volviéndola cómplice de opacidad de sus miembros y atendiendo intereses bien ajenos al pueblo de México que la sufraga. ¡Basta! de reverenciar tanta chulería y corrupción judicial que emana Norma Piña.
Ha vulnerado al Poder Judicial cuando provoca confrontaciones, las que ha provocado y secundado, llevada ella misma a un posible juicio político que ya le pare los pies. ¡Basta de suponer que el Poder Judicial no necesita transparencia y conducirse con más responsabilidad! Sí que lo necesita. El equilibrio de poderes obliga a los otros dos a actuar, que no lo olvide nadie. El Judicial ni está por encima de los otros dos ni se manda solo. Por encima de todos, la Constitución, que tampoco lo olvide nadie. Sí procede exigirlo. Un juicio político ayuda, como ya antes se ha anunciado de alguno que otro contra algún ministro que se lo ha ganado. La Suprema Corte merecía mejor suerte en mejores manos. Y no irradiar esa terrible sensación de haberla convertido en abarrotes La Suprema, en donde bajo Norma Piña todo tiene precio y eso es lo que ha conseguido irradiar Norma Piña. ¡Basta! de quedarse callados los ciudadanos ante el deplorable espectáculo que prodiga a seño ministra.
Piña ha enlodado sin recato alguno a la Suprema Corte metiéndola en el permanente litigio con el gobierno federal, en vez de conducirla con dignidad y apegarse estrictamente a Derecho y siguiendo la consabida conseja: zapatero a tus zapatos. Ha optado mejor por sostener a ministros impresentables que son anteriores a 2018, ha sostenido sueldazos y prestaciones insultantes al pueblo de México y ahora, se monta un sainete contra Zaldívar, Qué despropósito y qué torpeza y qué carencia de cálculo político.
Que lástima que Piña olvidó que Zaldívar demostró saber de Derecho. Ella no es brillante. No le va a enseñar ella el Padre Nuestro al Papa, como parece intentarlo la señora Piña, cuya trayectoria no es de emular si la juzgamos en su desempeño y elocuencia jurídica.
Queda esperar a si le formulan a Piña un juicio político, lo cual sí sería vergonzante y más vergonzante aún, haberlo propiciado. Ha ido muy lejos la seño ministra confrontándose con López Obrador y todo lo que lo aluda directa o indirectamente, puesto que, aunque a más de uno le fastidie, es el jefe de Estado y está por encima de ella por esa simple razón. Serlo es de lesson 1 de Teoría del Estado. ¿Qué por serlo, debería conducirse él con más decoro? No menos que aquel que ella también queda mucho a deber a los ciudadanos. No está menos obligada a ejercer con mayor decoro y no con ese desparpajo que la reviste y va mancillando su autoridad, después de todo. Merece límites. Cosas de la División de Poderes y de los pesos y contrapesos que algunos olvidan a conveniencia.
No es de sorprenderse que el panista Jorge Triana cacaree que antes de atender el juicio político que pretende Zaldívar, hay 28 intentonas contra morenistas. La pregunta es por qué no ha hecho bien su trabajo de desatorarlos y, segunda pregunta: ¿eso lava la cara a Norma Piña? Como siempre, Triana recurriendo a la muy panista táctica artificiosa y de apantalle usando fuegos de artificio, mientras demuestra su irremediable extravío tan característico de engañapastores, pretendiendo dejar boquiabierto a cualquier tonto.