Tercer debate: posturas inamovibles

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Duró poco menos que los anteriores, fue menos acartonado y con mejores temas para ser abordados, el tercer debate entre candidatos a la presidencia dejó carnita para valorarla. Gálvez tiró a seguir enlodando el nombre de Sheinbaum y de Morena antes que a detallar propuestas, solo repetía lo que Máynez proponía, llegó poco preparada para hablar de temas que ignora y se evidenció que así es. Peinada cubriéndose las orejas por si afloraba de nuevo el apuntador, se vio poco ágil si no se trataba de insultar, porque ahí sí se movía como pez en el agua. Ya la llamó vulgar el gober de Nuevo León. Aunque con supina torpeza la defienda el impresentable panista Jorge Triana, así se comportó otra vez y que nadie olvide que Xóchitl Gálvez llamó a todos los mexicanos como huevones, sin derecho a insultarlos. Como Fox. Máynez no se hubiera medido, nos lo hubiera recordado completo. El que se lleva ¿no, Gálvez? Visto el tercer debate, nos convence de negarle el voto a la candidata del PRI, Xóchitl Gálvez.
Gálvez habló de temas muchas veces no probados, pero sí parte del discurso opositor por 6 años, que floraron igual que en la marcha de la mareada marea que resultó serlo partidista declarada, que sabemos lo es desde el primer día usurpando el color del INE. Una simulación burda de ciudadanos que tienen preferencia por partido perfectamente incrustado en sus preferencias políticas y que pierde su tiempo jugándole a neutrales apartidistas, sin serlo. Como no lo son los 200 “intelectuales” que nuevamente cual “los abajo firmantes,” van y han sido partidistas y perfectamente identificados como opositores a López, y firman airado desplegado cuajado de imprecisiones y medias verdades que escupe su intelectualidad orgánica. Amén de los desconocidos firmantes que pulularon, los méritos de todos como aporte a la Patria en entredicho, solo baste señalar que aparece una contraria abierta como Marván y la sorpresa de un tal Aguilar Mastretta, sus padres igual firman, cuyos méritos desconocemos y que junto con los otros 199 firmantes, es de dudoso aporte a la intelectualidad seria y neutral. Qué sí, que no es delito tomar postura política, que para eso ya tienen en la lista a Krauze, a Barnés y Narro, lo chocante es el discursillo de asumirse con la verdad absoluta y la engañifa por sello y seña. Nada más.
Pues bien, volviendo al debate, temas a ser abordados y Sheinbaum ha podido no sin dificultad, defender desde su expuesta condición de ser la candidata del partido gobernante (que no candidata oficial, pues todos los son) el quehacer de este sexenio y podrá valorar aciertos y pendientes que, de ganar, veremos si atiende.
Gálvez ha mantenido el tono insultante, lo cual es patético por no centrarse en propuestas serias de gran calado. Dígase: una candidata que en vez de dirigirse a la décimo segunda economía mundial según el FMI, sigue en su postura ñoña, rijosa, infantil, inmadura de psiquiatra insultando a su adversaria, preocupada porque no la llame por su nombre, deja mucho qué desear. Esa es la oposición de 2024: sin propuesta seria qué ofrecer a  problemas reales.
Ha sido sorprendente que Gálvez haga una propuesta tibia de reforma al Poder Judicial, ya que los partidos que la apoyan se niegan a todo lo planteado por Morena. Trae su propia propuesta, malita pero es un avance.
Máynez no declinó en cadena nacional  y se antoja difícil que negocie nada, pues su oferta de revisar el tema tras del tercer parcial se empañó con los insultos y barbajanerías del priista Alito Moreno, que impiden que ceda y, además, le va mejor en las encuestas que al PRI.
Gálvez no pudo sino meterse en temas que desconocía. Aventó acusaciones no probadas y en política exterior no propuso otra cosa que regresar a un modelo solo de dependencia total con Estados Unidos –de migración al nearshoring—con esa visión cortita de los partidos que la apoyan, y nos recordó al oírla, el manifiesto del PRI de los diputados priistas de 2018 diciendo que harían todo por ensanchar las relaciones (solo) con EE.UU. La palabra diversificar no existe para ellos. Prevaleció decirle a Gálvez la vergonzante política exterior priista cada vez que intentaba criticar algo a Morena. Es que Gálvez está atada por el PRI, es su candidata, no puede hablar, está amordazada y así estará de muy limitada si ganara. Gálvez no ofreció nada a los migrantes mexicanos. Como siempre.
Sheinbaum pudo defender con acierto la cooperación y la diplomacia de vacunas –algo mucho mejor que un informe absurdo que circula entre opositores que no gobernaron ni debieron tomar decisiones clave– que fueron eficaces a los intereses nacionales. No nos dijo Sheinbaum si asistirá a las cumbres donde debiera y se requiere la presencia de jefes de estado, no de enviados. Que no es lo mismo en ningún sentido. Se equivoca Gálvez diciendo que fue política exterior de aislamiento para no ser juzgados. Otra cosa es que ella y sus apoyadores lean el mundo como si fuera México. No saben de política exterior y no entienden al mundo. No entiende la dinámica mundial. La otra, convendría que defina mejor qué clase de política exterior hará, sobre todo porque Gálvez se quedó en fuegos de artificio hablando solo de desfiles. Sheinbaum puede hacer algo mejor que felicitar al impresentable Milei como hizo Gálvez, por ejemplo, si es que entiende que México no pide ni extiende reconocimientos. La política exterior es compleja y Gálvez solo lució desatinos. Sus partidos los han cometido con creces.
Gálvez en el debate incursionó en temas que no domina y se notó; y entre Máynez y Sheinbaum la doblegaron, ya que no podía, además, escupir al PRI sin hacerlo a sí misma, como sucedió. Al decir que los gobernadores corruptos eran embajadores, le enmendó la plana Máynez con un “son del PRI”. Y así por el estilo con leyes aprobadas o medidas tomadas que incluyen la participación desaseada del PRI, el partido de Gálvez. Se vio entre neófita y torpe. Máynez le recordó a Gálvez que para criminales, las listas de pluris de sus partidos PRI y PAN. Clarito y directo.
Cerró ya el tercer debate y la cita en las urnas es el 2 de junio. Que los ciudadanos tomen libremente su decisión.