Hace una decena de años le encargue a mis estudiantes de maestría en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo que escribieran un ensayo sobre la muerte del PRI, la discusión en clase fue enriquecedora y entre los análisis sobresalió uno sobre el burócrata de calle; o sea los líderes sociales que articulan demandas y beneficios para sus comunidades y que durante las temporadas electorales, se encargan de promover y comprar votos.
La pregunta inicial tenía un sesgo, partía de la noción de que solamente con la muerte del PRI podía haber democracia en México, se dejaban de lado los intentos de apertura y modernización, aunque fueran modestos, asumiendo que el monolito priista era una barrera infranqueable para la democracia.
EL PRI perdió la mayoría del congreso en 1997, después perdería varias gubernaturas, algunas de ellas por medio de concertacesiones, o sea que entregaba el poder de una forma anti democrática, lo cual marcaba a los beneficiarios de la maniobra como no demócratas. Inclusive se atrevieron a hacer un trueque de una gubernatura que perdieron a cambio de una senaduría, para el vivales del partido que ganó la elección.
En el 2,000 el PRI pierde la presidencia pero le impone agenda al presidente desde su mayoría en el congreso, o sea que perdieron pero no hubo democracia. En el 2012 recuperan la presidencia con el ánimo de recuperar los doce años fuera del poder para recomponer las finanzas de algunos de sus miembros, algunos de hoy investigados por la Unidad de Investigación Financiera por lavado de dinero y evasión fiscal.
En 2018 no solamente pierden sino que se acercan peligrosamente a perder el registro. Cayeron a ser la 4 fuerza política nacional. No mueren y la democracia avanza paso a paso. ¿Será esa máxima de mala hierba nunca muere?
No hay duda que el PRI murió y con el PAN no hubo democracia, hubo atraco y mucha violencia; llegó Morena y el PRI en enfiló a la guerra sucia y hasta el bloqueo legislativo. A la segunda ronda de Morena el PRI se desinfló y ni aferrado a lo que se pensaba era una alianza anti natura, tendrá la menor oportunidad de influir en la conducción del país.
Hay conflicto interno en el PRI, algunos pensarían que es la lucha por los restos del naufragio que para este año se calculan en 1,866 millones de pesos, de los que el INE tendrá poca capacidad de supervisión, por cierto, esto es 10% más que hace seis años. O sea que el derrumbe electoral les redituó mucho. Ahí creo que está la clave para que Alito busque reelegirse 8 años más.
Alito echó mano de un viejo recurso político: el que controla la asamblea controla la agenda y lo logró dejando fuera a los que llamaban a no cambiar los estatutos y en justicia, lo que han dicho varios priistas, a que renuncie el que llevó al partido al desastre electoral.
Pero poderoso caballero es Don Dinero, y por eso echo mano de muchos recursos para convencer a sus seguidores, que no hay situación lo suficientemente mala que no sea susceptible de empeorar.
Está de más la discusión de si y porqué se atrevieron a desafiar la larga historia del partido, para reivindicar algunos de los principios que juraron atacar y destruir, como por ejemplo la reelección.
El PRI no ha muerto, y aunque algunos lo desahucian para dentro de tres años, donde posiblemente no llegue al 3% del voto, seguramente irá perdiendo el registro en los Estados a donde se atreva a competir.
Acaso el 2027 será la fecha funesta para el partido, o ¿le darán chance de llegar al 29 para celebrar su primer siglo?, aunque no sea ni la sombra de lo que fue.
Acaso el 2027 será la fecha funesta para el partido, o ¿le darán chance de llegar al 29 para celebrar su primer siglo?, aunque no sea ni la sombra de lo que fue.
Los politólogos se equivocaron. El factor que frenaba la democracia si era el PRI, pero no tenía que morir para que soltara las garras, en otra ocasión nos atreveremos a tratar de explicar lo que cambio en el siglo XXI.