Si el gobierno mexicano defendiera en la realidad los intereses nacionales, entonces el presidente López Obrador debería de responder a las amenazas del candidato republicano Donald Trump y sellar la frontera México-Estados Unidos para que ni un sólo gramo de cualquier tipo de droga pueda cruzar hacia territorio americano y que la Casa Blanca se haga responsable de las exigencias violentas de estupefacientes de los 30 millones de adictos registrados y del los alrededor de 100 millones de usuarios en algún momento dado usan las drogas.
Con esta decisión, México le estaría demostrando a Washington que el problema de las drogas no está en los países productores y contrabandistas de drogas, sino que las necesidades de los adictos estadounidenses dentro de Estados Unidos son los que determinan la producción de todo tipo de droga en el mundo y por lo tanto serían los directamente responsables de la configuración de cárteles, bandas, grupos delictivos y capos de las drogas que se produce en México pero para introducirla de manera ilegal a Estados Unidos.
Por si fuera poco, el último reporte de la DFEA de mayo pasado reconoció que el control del tráfico de drogas para distribución y consumo al menudeo dentro de EU está controlado por células autónomas del Cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán y del Cártel Jalisco Nueva Generación de Nemesio Oceguera Cervantes El Mencho. Y por si fuera poco, la evaluación de la DEA también reconoció que el control de las drogas de estas dos organizaciones que nacieron en México pero operan por su cuenta en Estados Unidos tienen presencia y control en los 50 estados de la Unión Americana, sin que las autoridades de la Casa Blanca quieran hacer algo para compartir de manera efectiva el consumo de drogas.
La consolidación de las estructuras de cárteles mexicanos dentro de Estados Unidos comenzó en el año 2000 y a lo largo de un cuarto de siglo nada ha impedido que esas organizaciones mexicanas estén encargadas del contrabando de droga procedente de México, del cruce de estupefacientes horadando la frontera de seguridad nacional de Estados Unidos, de la distribución de drogas en todo el territorio estadounidense para llegar a los 50 estados de la Unión, de la venta al menudeo en las calles sin que ninguna autoridad estadounidense combata el flagelo del consumo y del lavado los de los recursos el tráfico de drogas en el sistema financiero estadounidense para convertirse en fundamental para el sostenimiento de los bancos.
En este contexto, si ganara las elecciones presidenciales en noviembre, Donald Trump pudiera combatir el flagelo de la droga dentro de Estados Unidos, comenzando con la determinante que dinamiza el funcionamiento de la estructura criminal alrededor de los estupefacientes: la demanda de drogas en las calles y la disponibilidad debajo de las narices de las autoridades policíacas, de seguridad y de las diferentes agrupaciones antinarcóticos.
Más que vestirse con el traje del nacionalismo mexicano, el gobierno del presidente López Obrador tiene el instrumento del control de la frontera México-EU del lado mexicano y todas las policías, la Guardia Nacional y hasta el propio Ejército Mexicano tienen capacidad para sellar la frontera de tal manera que ni un solo gramo de droga pueda pasar a Estados Unidos, y México sólo se tendría que esperar que los drogadictos estadounidenses comiencen a volverse locos y violentos en las calles exigiendo droga que no estará disponible con facilidad.
El candidato republicano Trump debiera de leer todas las evaluaciones de la DEA, dependiente del Departamento de Justicia, de 2005 a la fecha y ahí se podrá establecer la ruta del fracaso de las autoridades estadounidenses para contener y combatir el tráfico de drogas, además de tener acceso a esa información pública que rebela la estructura criminal dentro de Estados Unidos para traficar y distribuir y vender droga, está controlada por nueve cárteles mexicanos cuyos nombres y características están en los archivos públicos de la DEA, pero con la circunstancia agravante de que esas organizaciones mexicanas nacieron efectivamente en México pero ya adquirieron capacidad y nacionalidad estadounidense para operar sin depender de los cárteles centrales, los cuales solamente se dedican a producir las drogas e introducirla En Estados Unidos corrompiendo a todas las autoridades estadounidenses encargadas de combatir el tráfico de drogas.
En este sentido, el candidato Trump se ahorraría muchos berrinches si decidiera combatir dentro de Estados Unidos la estructura del tráfico de drogas que comienza con la existencia de millones de adictos que necesitan acceso a las drogas y que las autoridades americanas permiten el consumo bajo el criterio del derecho individual a ingerir lo que se les pegue en gana.
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@carlosramirezh