El reciente fallecimiento del economista y exfuncionario Carlos Tello Macías ocurrió en el escenario político nacional de la reproducción del ambiente de confrontación entre proyectos nacionales que se dio en México de 1980 a 1982 y que definió la victoria neoliberal sobre los progresistas nacionales con la candidatura presidencial de Miguel de la Madrid.
Tello y el economista y funcionario universitario Rolando Cordera Campos publicaron en 1981 el ensayo México: la disputa por la nación. Perspectivas y opciones del desarrollo (Siglo Veintiuno Editores) y fijaron la categoría de confrontación entre dos formas de entender las políticas de Estado y las definiciones gubernamentales: el proyecto empresarial como modelo económico neoliberal de Estado sometido al mercado y el proyecto obrero de desarrollo popular que buscaba crecimiento con distribución social de la riqueza.
En 1992, el expresidente José López Portillo aceptó, en una entrevista en la revista Proceso, que había sido el último presidente de la Revolución Mexicana, pero no reconoció que a él le correspondió decidir entre las dos opciones que se planteaban para su sucesión presidencial: la neoliberal en la figura de De la Madrid y su eje ideológico de la economía conservadora con Carlos Salinas de Gortari y la popular con el último político priista Javier García Paniagua que había rescatado los últimos estertores de la Revolución Mexicana.
El debate había comenzado a finales del Gobierno del presidente Echeverría y comienzos del de López Portillo: en 1976, a escondidas de la sociedad y de las fuerzas políticas, Echeverría firmó una Carta secreta de Intención de política económica con el Fondo Monetario Internacional para someterse a la condicionalidad estabilizadora que ayudará a bajar la inflación y con ello también tener acceso a créditos preferenciales, en tanto que ese organismo internacional era el aval necesario para créditos bancarios de emergencia; fue, como se criticó entonces, una carta de rendición de la economía popular-progresista y la entronización del Fondo Monetario Internacional, desde entonces y hasta ahora, como un factor de definición de las políticas económicas mexicanas.
López Portillo heredó el conflicto y no lo supo gestionar: al arrancar su gobierno nombró secretario de Hacienda a Julio Rodolfo Moctezuma Cid, un economista ortodoxo que tuvo la consigna presidencial de cumplir con toda la condicionalidad del FMI, pero designó en la nueva Secretaría de Programación y Presupuesto al economista progresista Carlos Tello Macías, quien tenía la consigna de utilizar un plan de desarrollo para redefinir la política económica en función de los intereses populares.
Ante la imposibilidad de una tercera posición de equilibrio, López Portillo cesó a los dos funcionarios al finalizar 1977, tardó en encontrar un equipo que pusiera orden en la relación política económica/política de desarrollo; en 1979 optó por su alumno Miguel de la Madrid Hurtado, un abogado que trabajó la línea económica ortodoxa en la Constitución. En 1980, De la Madrid y su operador Salinas de Gortari aprobaron el Plan Global de Desarrollo 1980-1982 para dar por terminado el modelo de desarrollo social de la Revolución Mexicana y pasar a una economía empresarial de utilitarismo.
En 1981 estalló la crisis entre los economistas, primero con el libro de Tello y Cordera y después en el Congreso del Colegio Nacional de Economistas, grupo que era el último refugio de los especialistas progresistas en economía; De la Madrid envió a Salinas de Gortari a reventar con estilo porril el Congreso de economistas que pugnaba por la reconsolidación del proyecto nacional de desarrollo y ahí se forjó la sucesión presidencial de 1982 con de la Madrid y de ahí hasta el 2012 definiciones de candidaturas presidenciales priistas y panistas en función de la continuidad del proyecto neoliberal que había sido definido por Salinas de Gortari.
La disputa por la nación se decidió a favor del proyecto empresarial fondomonetarista, convirtiendo al Estado en una entidad autónoma de los compromisos y definiciones sociales y sólo administrador del gasto público que se utilizaría desde entonces para financiar proyectos de inversión del sector privado. Salinas de Gortari hizo estructural el proyecto neoliberal con el Tratado de Comercio Libre y Peña Nieto en 2012 dio el cerrojazo con una segunda generación de reformas estructurales que tuvieron el apoyo del PAN neoliberal y del PRD también neoliberal y descardenizado.
Este contexto explica la revolución contraneoliberal que esta semana inició el presidente López Obrador con su batería de reformas constitucionales que revertirán las implementadas por el periodo neoliberal 1982-2018.
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Política para dummies: la política regresa por sus fueros.
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@carlosramirezh