Eres el nombre infinito de tantas niñas que gritan ¡justicia!

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Por Nidia Sánchez

La vida en rosa

Una historia en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

A las once de la mañana los rayos del sol eran intensos aquel día, en una de las colonias a la orilla de la ciudad, donde había una unidad habitacional irónicamente vacía, rodeada de viviendas austeras.

Las calles pavimentadas pronto condujeron hacia una terracería. El cuerpo de María yacía arrinconado en una habitación de las casas de aquella colonia ubicada en la periferia. La sangre manchaba la pared izquierda, donde María había sido abandonada, sentaba sobre un montón de basura y ropa maloliente. La escena sólo nos dejaba sin palabras. La pequeña tenía su ropa desgarrada. Por la forma en que la dejaron, nos imaginamos el calvario. Había sufrido una violación tumultuaria. Llevaba puesto un pantalón que le dejaron a la mitad de su cuerpo.

La policía tenía rodeada la zona, en espera del personal de Servicios Periciales para llevar a cabo las diligencias. El perito criminalista que arribó, era el más experto en esa entonces Procuraduría  General de Justicia PGJ.

Con la mente clara y midiendo los centímetros de sangre, la posición del cuerpo, aquella mente brillante se acomodaba los guantes para revisar el cadáver y la escena.

Escaneaba las proporciones de la casa abandonada para comenzar a hacer la descripción del sitio del hallazgo. Dictó a un escribiente los metros de ancho, largo y alto de aquella habitación. El cuerpo orientado hacia el norte.

Describió con exactitud el montón de basura que habían acumulado algunos vecinos y que arrojaron en bolsas, ropa de hace tiempo,  sucia, evidenciaba que en esa casa, como probablemente las demás de esa zona, era utilizada por vagos para drogarse, dormir, para pasar el tiempo, y como guarida.

Entre los restos apelmasados sobresalían unos botes de resistol PVC.

Con solo observar al perito criminalista encargado del caso, pude leer su rostro.

Tenía algunas pistas, pediría al grupo de agentes ministeriales que ya había sido designado, investigar una lista de cosas.

Se dejaba guiar por la intuición, por la experiencia y porque era como un ordenador revisando en el imaginario los motivos y los perfiles de los agresores, como si holográficamente tuviera acceso a lo ocurrido, sólo debía confirmarlo y profundizar más, conocer la identidad de los responsables, lograr la captura y que enfrentaran un proceso por este crimen que tenía escandalizados a los vecinos.

El temor se apoderó de madres y padres en colonias cercanas, la policía se hizo de inmediato presente con rondines fuera de lo común, se veía que andaban de casería…¡esos malditos pronto debían caer!.

Los medios se volcaron logrando entrevistas con la familia de María, que destrozada, hacía un llamado a los cuerpos policiacos y de investigación para dar con los responsables.

Como resultado de las presiones, el coordinador de la entonces Policía Intermunicipal, ordenó tomar una de las casas abandonadas y la convirtió en caseta de vigilancia para calmar los ánimos exasperados.

La mayoría de los encabezados en medios impresos y digitales, así como la narrativa del aquel homicidio, tocaron fibras sensibles, fueron innecesariamente explícitos.

María había salido a las siete de la noche a una tienda de abarrotes cercana a su casa, solo para comprar algo que hacía falta para la cena en familia.

Pasaron más de los minutos en los que normalmente ella regresaba. Esto inquietó a los padres que salieron a buscarla. Los minuteros del reloj marcaban que había pasado media hora. Ella nunca llegó a la tienda.

¿Qué había ocurrido en esa calle?, ¿En qué momento fue interceptada?,¿Quiénes fueron los atacantes?.

Aquella familia tranquila tenía buena relación con quienes vivían en el vecindario, que ante el hecho, sacaron copias de la fotografía de María y al paso de las horas de aquella larga noche, decenas de hojas habían sido pegadas en postes, en las entradas de las tiendas y locales cercanos.

La policía al conocer la desaparición comenzó a buscar a la niña…fue al amanecer que la encontraron.

En un mes, cinco de los seis involucrados fueron detenidos y en los meses siguientes de estar bajo proceso, recibieron su sentencia. El principal responsable sigue prófugo.

Aquella unidad sigue igual que hace años, siendo la guarida de los que buscan la sombra y viven en el olvido de una sociedad indolente.