Hoy estoy metido en el laberinto de la “comentocracia”, en mi andar dentro de ese topo con muros de granito donde están escritos textos explicando “yerros sintáxicos”; es interesante y divertido buscar la salida aunque busco salir con cierta urgencia pues tengo la llavesita del mueble donde están acunados aquellos libros (¿?).
Recuerden queridos 11 lectores, (bienvenida Ceci…) Albert Cisne guarda en una vitrina 100 libros que, a decir de él, deben ser leídos por los entes que busquen desarrollarse en el agrio arte del “espionaje”. También recuerden el ya haber leído las glosas de los 50 primeros.
Camino más rápido, dejo atrás el muro donde se explican el “apócope” la “meta tesis” los “solecismos” los “pleonasmos” y el “arcaísmo” ya volveré a estudiar cada texto en ese muro y, junto con las “anfibologías” y los “extranjerismos” tomaré esos como marcas para volver a cruzar ese laberinto.
Ya frente a la vitrina inyecto la llave, la giro, escucho el mecanismo exacto y perfecto que quita el pasador y… EUREKA, ahí están los siguientes 10 libros.
61. “Homo oneirikos” de Alberto Cisneros Toscano. El autor llama la atención con lenguaje paradójico, él cree que la paradoja es un excelente método de análisis que permite llegar a la episteme de las cosas, “al conocimiento justificado como verdad”; en contraposición a la doxa que se refiere a la creencia común o mera opinión.
¿personaje principal?, Hermógenes Tetramegisto, hace de las suyas en sus sueños al ser condenado a la biotanación, a la muerte en vida, hasta darse cuenta de que en realidad el estamento en el poder replica todo lo que prohíbe con singular alegría y sin ninguna consecuencia, al menos aparente.
Ya lo dijo el que lo dijo y lo dijo muy bien: “Huir del conflicto es carecer de inteligencia emocional. Para tener relaciones sanas, hay que tener conversaciones incómodas”. (Glop)
Tetramegisto, analiza bajo un velo en apariencia endogámico-sicalíptico, temas torales como: “El olvidado arte de conversar”, “¿Son corruptas las personas o lo son las instituciones?”, “Porque pude. La responsabilidad del otro sobre mi conducta”, “en México. Reorganización de la única Secretaría cuyo titular es dos veces titular”, “Cúpula Crápula”.
Advertencia: antes de empezar a leer este tercer libro del autor una recomendación: obvie lo obvio, que no le ganen ni sus filias ni sus fobias. Y para aquel que se pregunta: y este libro ¿qué tiene que ver con el hecho de ser espía? Yo se lo digo: tiene que ver con la necesidad que tiene el especialista de la información de poseer cultura general y conocer la naturaleza humana para intuir qué sigue. Un espía o analista debe ser como aquel que ve por segunda vez la misma película de Agatha Christie y ya sabe quién mató a la abuelita para quedarse con su fortuna y no es, claro, ni el mayordomo ni el que le tocó la mayor parte de dicha fortuna, sino el despistado cocinero que no sabía que la doña era alérgica a los crustáceos.
62. “De la seducción” de Jean Baudrillard. Excelente obra de pensamiento paradójico con verdades sociales que duelen, como: “El deseo no se sostiene más que con la carencia, cuando se agota en la demanda, cuando opera sin restricción, se queda sin realidad al quedarse sin imaginario; está en todos lados, pero en una simulación generalizada.
El espectro del deseo obsesiona a la realidad difunta del sexo. El sexo está en todos lados, salvo en la sexualidad” y aclara “Seducir es apartar el otro de su verdad”. La lectura de este libro nos regala cierto grado de certeza si argumentamos que el violador en realidad no busca tener sexo, sino ejercer poder sobre la víctima, el sexo forma parte del “juego”, pero nada más; la dominación total de la víctima es el motor que impulsa al violador. Señala verdades como que “todo en esta sociedad está feminizado (¿cuál patriarcado?), sexualizado bajo el modo femenino, los objetos, los bienes, los servicios, las relaciones de todo género, en la publicidad el efecto no es tanto añadir sexo a una máquina de lavar (esto es absurdo) como conferir al objeto esta cualidad imaginaria de lo femenino, de estar disponible a voluntad, nunca retráctil, nunca aleatorio”. Parafraseando al economista: ¡It’s the sex, stupid!
63. “Psicología de las multitudes” de Gustavo Le Bon. Un clásico de la sociología que nos regala verdades como la siguiente: “Las muchedumbres no han tenido nunca sed de verdad. Se desvían ante las evidencias que les disgustan, prefiriendo deificar el error, si el error las seduce. El que sabe ilusionarlas se hace fácilmente su dueño; el que intenta desilusionarse es siempre su víctima” y nos regala un decálogo de “virtudes” de las muchedumbres: “No razonan; admiten o rechazan las ideas en bloque; no soportan ni la discusión ni la contradicción; las sugestiones, actuando sobre ellas, invaden completamente el campo de su entendimiento y tienden en seguida a transformarse en actos; sólo conocen los sentimientos de violencia extrema; en ellas la simpatía se convierte pronto en adoración; la simpatía, apenas nacida, se convierte en odio…”. ¡Chusma, chusma, puff!
64. “El gigante Inquieto. Estados Unidos de Nixon a G. W. Bush” de James T. Patterson. El autor desnuda a los W.A.S.P. prestidigitadores del hurto, al señalar: “Algunas de las conspiraciones de la época fueron reales: baste recordar la de Lyndon Johnson y sus asesores en torno al incidente del golfo de Tonkin, ocurrido en Vietnam en 1964, o el encubrimiento, por parte de Nixon, del allanamiento del Watergate…las actividades clandestinas desarrolladas por la CIA entre 1970 y 1973 habían ayudado a derrocar, en Chile, al gobierno electo de Salvador Allende…la CIA y el FBI habían pinchado teléfonos, abierto correspondencia y creado informes de 300,000 ciudadanos de manera ilegal…la CIA había estado intrigado, en ocasiones con elementos del crimen organizado, para acabar con la vida de dirigentes mundiales como Fidel Castro, Rafael Leónidas Trujillo o Patrice Lumumba…”.
También nos acerca a verdades como aquella que: “Se dice que a menudo la historia que peor conocemos es la de nuestra propia época, y en particular la de las décadas contiguas a nuestro nacimiento”.
65. “Colapso. ¿Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen?” de Jared Diamond. “El valor estadístico de una vida en USA, es decir, el coste que tiene para la economía estadounidense la muerte de un estadounidense medio a quien la sociedad se ha molestado en criar y formar, pero que muere antes de pasar su vida contribuyendo a la economía nacional, se estima habitualmente en unos cinco millones de dólares”, ¿qué valor estadístico tendrá un mexicano nuestro? “El aislamiento de la isla de Pascua hace de ella el ejemplo más claro de una sociedad que se destruyó a sí misma explotando sus recursos”, sigamos tirando basura, consumiendo alimentos chatarra y desperdiciando agua, al cabo que Marte pronto estará habitable, ¿qué no?
66. “Anatomía del mexicano” de Roger Bartra. En esta antología don Roger nos encuera (bueno, a mí no) sólo a los “indios agachados, léperos enmascarados, mestizos relajientos, pelados inferiorizados, lidercillos gesticulantes o machos sentimentales” y nos (les) dice sus verdades, nos (les) habla también “de los héroes cantinflescos con sentimientos de inferioridad, de los indios dormidos bajo un enorme sombrero, de los pachucos, de los revolucionarios corruptos, de la raza cósmica o de los mestizos albureros”.
Al que le quede el saco que lo lea, al que no, pos no.
67. “El mexicano, psicología de sus motivaciones” de Santiago Ramírez. Obra escrita en 1959 pero que conserva su vigencia, ya que aún no semos (sic) ni gringos ni europeos que yo sepa. El autor, uno de los iniciadores del movimiento psicoanalítico en México, nos invita a “seguir el escarceo sinuoso y aparentemente complejo del mexicano” a través de sus agudas observaciones, como aquella de que: “El machismo del mexicano no es en el fondo sino la inseguridad de la propia masculinidad; el barroquismo de la virilidad”, o esta de que: “La angustia es uno de los grandes motores que mueven al ser humano y a la cultura, por eso el mexicano será más rico cuando se exprese, cuando llore, o cuando compulsivamente busque una alegría que desde siempre le fue negada”, se vale llorar.
68. “País de mentiras. La distancia entre el discurso y la realidad de la cultura mexicana” de Sara Sefchovich. Doña Sara nos estrella de cara a la realidad al señalar que “a la llegada de los europeos había 25 millones de indios y para 1600 apenas si rebasaban el millón” y nos lleva a reflexionar sobre la pregunta que yo me hago: ¿cuántos pueblos originarios retomaron el mando de sus naciones al consumar su independencia? Que yo sepa, ninguno. Y nos enfrenta a la paradoja de que los pueblos originarios vivían mejor bajo el Imperio Español que bajo los gobiernos criollo-mestizos “independientes”, volviendo verdad aquello de que “La mentira sirvió para llenar los huecos y tapar lo que no se hacía y lo que no se cumplía de las promesas en las que cifraron sus esperanzas millones de ciudadanos y sirvió también como estrategia de legitimación para poder usar el discurso de la responsabilidad y del compromiso sin que realmente se asumieran ni la responsabilidad ni el compromiso”, pos claro, los políticos podrán ser lo que usted quiera, pero tontos nuncamente (sic).
69. “La civilización del espectáculo” de Mario Vargas Llosa. Prolífico escritor que se convirtió en pésimo político, ¿a quién se le ocurre?, sólo a aquel que se cree sus propias invenciones literarias.
Vargas Llosa amplía y hace suyo lo que subyace en la obra de Gustavo Le Bon, pero con el añadido de la influencia de los medios de comunicación modernos al aclararnos “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento” y al señalar: “la publicidad y las modas que lanzan e imponen los productos culturales en nuestro tiempo son un serio obstáculo a la creación de individuos independientes, capaces de juzgar por sí mismos.
La cultura-mundo, en vez de proponer al individuo, lo aborrega, privándolo de lucidez y libre albedrío”, advirtiéndonos que “vivimos en una época de grandes representaciones que nos dificultan la comprensión del mundo real” y que “La realidad real ya no existe, ha sido reemplazada por la realidad virtual”.
Llosa sigue el pensamiento de Giovanni Sartori y su “Homo videns. La sociedad teledirigida”, donde nos habla, entre otras cosas, de la subinformación y de la desinformación.
70. “La Santa Alianza. Cinco siglos de espionaje Vaticano” de Eric Frattini. El autor hace señalamientos que a ninguna conciencia escandaliza ya, después de saber que esos “sagrados” señores violan infancias qué tanto es tantito, si su deporte favorito es contabilizar el mayor número de hoyos posibles. “En todo el Vaticano y en sus servicios de inteligencia todo lo que no es sagrado es secreto”, “La Banca Vaticana ha sido fuente de innumerables escándalos y ha estado envuelta en la pérdida de millones de dólares, quiebras bancarias, venta de armas a países en conflicto, establecimiento de sociedades fantasmas en paraísos fiscales, financiación de golpes de Estado, lavado de dinero de la mafia y ‘suicidios’ misteriosos”, “El hombre que facilitó la huida de criminales de guerra nazis y croatas después de la Segunda Guerra Mundial, era ahora el nuevo Sumo Pontífice”, “Los masones de la curia sabían que debían de estar ‘donde late la historia’ y siguiendo la consigna clara de ‘creer lo menos posible, sin llegar a ser hereje, para obedecer lo menos posible, sin llegar a ser rebelde’ “, excelentes alumnos de don Maquiavelo, “Sociedades secretas dependientes de la Santa Alianza, como el ‘Círculo Octagonus’ o la ‘Orden Negra’, han realizado operaciones encubiertas para servicios de espionaje como el Mossad y la CIA”, “Los sacerdotes-agentes del servicio de espionaje papal, la Santa Alianza, y del contraespionaje, el Solidatium Pianum, mataron, robaron, conspiraron y traicionaron en el nombre de Dios y de la fe católica por mandato del Sumo Pontífice”. ¿Y dónde estaba el “representante” de Dios en la Tierra que es santamente infalible?, seguramente distraído con el que representa, ambos dos contando caudales.
Dejo el libro 70 en su cuna, mientras lo acomodo recuerdo lo escrito en la glosa del “61”…¿para qué leer estos cien libros si yo lo que quiero solo es espiar?… obvio, también recuerdo la respuesta de Alberto C. “Un espía debe tener como varita mágica un robusto andamiaje cultural”.
Cierro la hoja de cristal con marco de madera, giro la elegante llavesita, el click le dice a mi inteligencia que la vitrina está bien cerrada, me hago para atrás como quien se separa de la novia y, me vuelvo a meter al laberinto.
¿apócope…¿metatesis? ¿solecismos?¿pleonasmos? … vaya vaya con la yegua baya que saltó la valla pá comer las bayas.
Último patrullaje.- viva la República.
Gregueria.- la Sintaxis es una perra brava que vigilq tu paso por su terreno y, si te huele ajeno, no te deja de ladrar.
Oximoron.- equivoqué mi perfección.
Haiku.- tú eres linda siempre, montaña verde. De robusto follaje.
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