Entre Vargas Llosa y su “dictadura perfecta” y la sucesión de 2030

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Dos temas importantes han saltado a la palestra: la muerte de Vargas Llosa, cuyo posicionamiento político ya chirriaba en demasía y de manera muy decepcionante en los últimos lustros; y los inusuales, extraños y atrabancados adelantos de la sucesión presidencial de 2030 en México. Y destacamos lo político del peruano, porque el connotado literato se metió a político. Quien quiera discutir su aporte literario, acuda a otras columnas.
Y al final de esta columna, van unas anotaciones sobre el “feminismo” de ocasión, sesgado, hipócrita, tramposo y a modo de priistas y panistas. Vergonzante en toda regla.
El otrora luminoso Vargas Llosa –tanto brinco como hispano-peruano queriendo emular a Garcilaso y acabó muriendo en Perú– que tuvo luminosas ideas políticas como tildar acertadamente al PRI de dictadura perfecta, quedó atrás hace mucho. Acertó entonces, pues una camarilla que se robaba y se rolaba el poder sin soltarlo y con las mismas siglas (vetustas, añade esta columna) le permitió retenerlo tantas décadas. Eso le valió a Vargas Llosa –al soltar la frase en el Coloquio de Invierno organizado por Octavio Paz para bailotear adelantada y equivocadamente sobre lo que mal creyó que era la tumba del comunismo (agosto de 1990)– que terminando aquella mesa de discusión, el PRI a través de Gobernación y desgobernando México, lo echara. Tardó 10 años en regresar. Como fulminante y acertado acto de desagravio contra el inoperante y represor priismo, en el año 2000, un luminoso Fox lo invitó a su toma de posesión. Fue una gran acción y un golpe en la jeta al priismo. De cuando Fox tenía cerebro. No el de las zarandajas e idioteces que a diario postea. El de hoy es un triste guiñapo que pasará a la Historia como el que se hizo tonto con el cambio que prometió y no logró.
Ese Vargas Llosa luminoso que pudo acertar en decir que el populismo se había dado contra la pared en la derrota de López Obrador de 2006. Y tenia mucha razón. Fue preferible llegar en 2018 más madurado, más certero, pero, claro, los neoliberales tuvieron tiempo de acortar el margen de acción. Y no le quepa a usted la menor duda: qué sí, el PRI robó más y con Peña Nieto, ¡Dios guarde la hora! Ladrones al por mayor que saquearon a todo el Estado mexicano. Sí, Peña invitó a Vargas Llosa. Para entonces, el PRI debilitado tras de 12 años fuera del erario y el peruano ya era Nobel de literatura (echarlo hubiera sido una nueva estupidez del PRI, una nueva) y Peña trató de reivindicar la tontería noventera cometida contra el premiado.
Los priistas rezongaron orates en 1990 que Vargas Llosa opinó de política interna. No señores, no. Solo los describió acertadamente en un neutral acto académico y eso los enfureció. Vargas Llosa dijo una gran verdad y ustedes, priistas, quedaron como lo que siempre han sido: como represores de la libertad de expresión que jamás les ha gustado, como les jode y bastante hasta hoy, la democracia y que otros gobiernen.
Por cierto, a los que desde la oposición rezongan “pero Morena es el PRI” y que son lo mismo, siendo priistas, dígaseles entonces que no se entiende porqué pactan con el PRI y odian a Morena (PAN) o les causa tanto escozor que exista Morena (priistas). Si fueran lo mismo, ninguna de las dos actitudes tendría justificación; existen y no la tienen. Y no tienen justificación simplemente porque les fastidia que sean otros los que gobiernan y no ustedes. Si fueran ustedes los que hubieran ganado en 2024, estarían orondos y de plácemes como lo estaban hasta 2018. Desmemoriados que son y sinvergüenzas.
 Vale comentar a usted amable lector, esta anécdota en torno a la frase de Vargas Llosa, “la dictadura perfecta” que he posteado en redes sociales:
“(Aludiendo a la frase “la dictadura perfecta”) sí, muchachos, la icónica frase no es de una película de Sergio Mayer. Unos alumnos priistas creían que era una frase contra su odiado gobierno de López Obrador. El que echó a sus padres del poder y les canceló millonarios contratos, a juzgar por los detalles que ya me habían contado. Como nota al margen: si yo siempre he tenido claro por qué un priista, sea abierto o encubierto, no puede ver a López. Y es que echarte del gobierno y así perder millones, a cualquiera enchila. Retomo: echando espuma pidieron ver la peli (partiendo de su equivocada percepción de a qué obedeció aquella frase). Al cliente lo que pida. Cuando de la trama que vimos, en clase, resaltando su servidor que todo lo referido eran episodios priistas, se quedaron mudos y casi, casi se arrepintieron de haber propuesto verla, por ser un golazo a su portería. Allá ellos.
Todo se degenera menos la raza, dijo el político decimonónico español Cánovas del Castillo. Pues, este par –Vargas Llosa y Fox– degeneró gracias a sus posicionamientos políticos que terminaron extraviándolos, ya sea por esclerotizarse sus ideas, ya sea porque no supieron entender que los tiempos si no cambian, sí avanzan.
Como también avanzan las propuestas tempranas, muy tempranas a 2030. La verdad es que sobran. 2030 pinta complicado por una sola razón inicial: por no saber cómo estará el país y frente a ello se abren otros dos problemas. El primero: Morena tiene el reto de repetir, pero de insistir en que su candidato sea el hijo cual factótum, de López Obrador, se arriesga a perder. El hijo no es López. México siendo hijo de López Obrador, hasta hoy absolutamente nada le debe como para darle el voto y pinta para convertir a Morena justo en lo que quería un siglo antes Álvaro Obregón: un partido de un solo hombre. Eso no necesita México.
Y la oposición…tiene un severo problema en 2030, agotada por estéril y sin candidatos a la vista. ¡Ahhhhh! Sí Lilly Téllez y Anaya, ese prófugo de la justicia. Válgame. Qué sequía de inteligencia tiene la oposición. Su problema es a su vez, doble: poner a los mismos nada más que más decrépitos en su físico y sobre todo, lo más grave, evidente y elocuente, serlo en sus ideas e insistir en no entonar un mea culpa de su graves y profundos errores y no proponer nada que mejore su propio posicionamiento político tradicional ni la oferta morenista.
Ahí está el dictamen. Si ambos bandos necean, ambos apuestan a su derrota y serán los únicos culpables de ella, no sus adversarios, como suelen culpar a los demás de sus propios errores.

Apostilla: nada más dañino que el “feminismo” político, oportunista, de ocasión como el que padecemos. Feminismo entrecomillado, porque lo oportunista lo mata. Se anuncia el posible traslado a México del priista empleaducho de Peña y Salinas Pliego, Andrés Roemer, un impresentable. Con, al menos, 181 denuncias por acoso sexual y por violación algunas de ellas, atrae el silencio cómplice del priismo y del panismo. Ya no digamos de la faceta expriista Ivonne Ortega, faltaba más. Feminismo falso, de ocasión y convenenciero que ante uno de los suyos, se calla. Eso es el supuesto feminismo impostado del priismo y del panismo y sus exintegrantes. No fuera Cuauhtémoc Blanco. Ahí sí a vociferar para sacar raja política, no porque les importe un comino la supuesta víctima. Lo normal.

Nada más que, en efecto, da igual quién sea el señalado y no debe pasarse con alto. Respuesta: y siempre que haya pruebas, no solo posicionamientos políticos como los irresponsables y juzgando lo que no les toca juzgar, actuando como jueces, sin serlo. El caso deplorable de Ivonne Ortega. Pero, además, no escogiendo sus batallas, porque las mujeres violentadas no necesitan para su lucha, oportunistas y que actúan a modo, sino soluciones, y no actuar calculadamente. Es absolutamente deplorable su proceder como feminismo impostado. Y merece señalarse.