El tema no es menor y merece atenderse. No es ni anecdótico ni solo coyuntural y por eso amerita detenernos en esa asistencia excepcional y finalmente, confirmada.
Y que sea lo que suene si ha de darse una reunión con Trump, que ya es hora de que se produzca. La prepotencia de Washington merece encararse. Y más se exhibirá él que ella, si rompe lo allí acordado, de haber acuerdo. El patanzazo ya sabemos qué de entrada, es un mentiroso y suele dar versiones falsas de sus entrevistas. A ver si la embosca con el exconvicto que tiene por vicepresidente, que parece que es una estrategia que aplica con cobardía. Ahí tenemos el encuentro con Zelenski. Veremos si se atreve a reunirse solo con la presi. Será interesante de producirse el encuentro en un escenario neutral y si lo rehúye, peor para él.
Es una invitación coyuntural que se ha extendido a Sheinbaum y Canadá astutamente ha jugado su carta y la ha jugado bien: invitando a Sheinbaum. ¿Pretende, así, el premier canadiense hacer frente común contra Trump? Quizá sí, quizá no. Canadá no es ni aliado ni de fiar. Va a lo suyo y México con Sheinbaum ya aprendió a ir a lo propio. Escarmentó con el pelanas de Trudeau. Si sale una alianza firme, bien por ambos países.
El contexto de esta invitación es que, por un lado, Trump es fuerte si Canadá y México no se unen y los ha tratado de forma diferente. A Canadá, amenazando con anexarlo y a México aventándole los migrantes, ambos amagados y atacados de manera ilegal con los aranceles cambiados a los establecidos en el T-MEC y sin fecha de reunión previa entre la Sheinbaum y Trump y de ella con Carney, el premier canadiense, que ya tuvo su reunión con Trump y no fue positiva. Ojalá que el anfitrión de esta cumbre del G7 vea por los intereses comunes con México y no le haga caso al chiflado primer ministro de Ontario que no se entera de los amplios intereses canadienses en México.
Como anfitrión del G7 –el superpoderoso foro de las 7 potencias capitalistas de este planeta– Canadá invita a Sheinbaum. Busca más un frente común, una reunión aplazada ya con la posible aliada y no tanto, que importarle la presencia de México en el G7. ¿Eso se piensa Canadá? Solo acertaría en parte. México tiene su propia agenda con los países asistentes, aunque no pertenezca al G7 y esa es una oportunidad que depende más de México y no de Canadá.
Por eso, es acertado asistir. Independientemente de que existe el mundo, México está interconectado a él y no somos una isla. Que lo entienda Sheinbaum y quien lo requiera. Y es una oportunidad irrepetible.
Es un contexto magnífico y es la primera reunión de Trump con aquellos países con los cuales ha chocado por aranceles. No ha dejado uno para comadre. Los podrá coger del pescuezo con los gastos de la OTAN a los más y los aranceles, pero con nadie la lleva bien y ahí, ahí hay oportunidad para México. La más afín al neoyorquino, Merloni, va sola, en realidad.
Por mucho que haya una agenda norteamericana, es decir de Norteamérica, esa impostergable de tratar de frente para Sheinbaum y basta de hacerle al gato y al ratón con el troglodita de la Casa Blanca, la agenda en realidad es mucho más amplia para nosotros. Vamos a ver si a Trump le sigue pareciendo una mandataria extraordinaria. Y sino, peor para él. La invitación de Carney a Sheinbaum les ahorró a Trump y a ella dar un primer paso para parecer débiles pidiendo una reunión, pero ella ya dio el primer paso aceptando asistir. Se verán las caras, se dirijan o no la palabra. Y sí, EE.UU. podía parecer débil pidiéndola y Trump gusta de evitar eso a toda costa. No es descabellado suponerlo.
La Sheinbaum rompe aceptando ir, la inercia de rehuir los foros internacionales donde no se mueva fácil, sea por ideología o los aplausos que le propinen –sin ser persona que los busque– como sí acudió a la CELAC, luego del desaire a participar de los protocolos y ceremonias de la reciente sucesión pontificia. Parece que ha entendido que, una de dos, allá en el extranjero se mueven intereses de México y no todo es ni puede ser estar entregando tarjetas del bienestar. La UE también va. En dado caso, que aproveche y afilie a los 8 con los que se encontrará en Canadá, de una vez. Que ya es ganancia que acuda.
Quizá los sucesos de Los Ángeles la convencieron de ir. Que sirvan de algo.
Que aproveche Sheinbaum el liderazgo que tiene como mujer jefa de Estado, en un mundo de varones. Merece explotarlo y proyectarlo al mundo. Que tome nota de que León XIV más recibió a la presidenta de Macedonia del Norte que a ella por no ir. No vamos a compararnos ¿verdad? Que sus oponentes tengan bien claro que la seño mandataria habla inglés y eso es un plus, siempre. Y lo necesitará en el G7. ¿No le recriminaron no hablarlo a López Obrador? No tienen el punto para objetarlo en esta ocasión. Y del inglés del priista Peña no hablemos, que el ridículo mayúsculo con su “infrestructuctur” enlodó el nombre del México por cuenta del PRI. Para variar. ¿Qué lo que no les gusta es la Sheinbaum? Haberse buscado mejor candidato a la presidencia y habrían ganado en 2024. Consummatum est.
Si la agenda de Sheinbaum conecta con los líderes del G7 a su encuentro con ellos, más allá de los desplantes, vociferaciones y tonterías que revisten al troglodita Trump, comprobaría ella que hay más mundo que él. Que hay un tratado de libre comercio pendiente a emprender con los británicos, cerrar el apoyo de la UE al tratado renegociado con México, con el besucón Macron enfrente y la oponente ideológica, la italiana Merloni, aunque los intereses de ambos países están bien apuntalados en México. Quizá la Von der Leyen medie. Con Japón nos une los intereses automotrices de ese país en México, afectados por Trump. Dicen que los alemanes son inteligentes. Pese al que eligieron como canciller, tal sujeto tiene la oportunidad de hacer algo interesante con México y refrendar que son inteligentes por ser más convenientes los puentes que los muros y desencuentros. Después de todo, los intereses alemanes afincados en México son muchos, también.
Así que la Sheinbaum tiene la gigantesca oportunidad del reflector y el liderazgo. Del acuerdo y el encuentro amarrando pactos. Qué bueno que sí aceptó la invitación del canadiense. Hubiera sido el colmo que enviara a Rosa Icela otra vez. Que la otra, además, no ha de tener nada que hacer, por lo visto, para distraerla de sus funciones apagafuegos.
La Sheinbaum va las ligas mayores. No hay precedente alguno para un presidente mexicano. Tiene la gigantesca oportunidad de aprovecharlo y en ello vamos todos, no se nos olvide. Y tendrá los ojos puesto sobre sí, y eso que no somos parte del G7.