Como adelantábamos en una entrega anterior, asistir a la cumbre del G7 fue acertado. No todo es Trump, aunque sea Trump y aunque se tenga una relación tan estrecha con Estados Unidos, sin que todo ello signifique alianza ni amistad.
Sheinbaum ha hecho no solo acto de presencia como los otros invitados a esta cumbre de los poderosos, sino que ha defendido su postura y, muy importante, se reunió con piezas claves de nuestro comercio exterior, de ahí lo plausible de hacerlo con la presidenta de la Comisión Europea, el del Consejo Europeo y con el premier canadiense o el alemán. Hay temas que nos unen y apremian a atenderlos. Y lo de India, va. India no es cosa menor en el ajedrez mundial. Qué bien que la Sheinbaum consiguió amarrar ese encuentro con el primer ministro de ese país.
¡Ahhh! ¿qué Trump cancela su participación y deja colgada a Sheinbaum por el desmán de Oriente Medio que su país y su gobierno han alimentado? Cualquiera pensaría que su huida era más por la urgencia de regresar a su casa –tras los abucheos recibidos en Canadá repudiando merecidamente su presencia, por lo majadero que ha sido con ese país– o que escapaba pa´ su casa, su nación, incendiada desde Los Ángeles por los abusos contra migrantes y las reacciones desatadas. Hubiera sido mucho más comprensible parafraseando a la presidenta Sheinbaum.
En todo caso, Trump desde antes ya había chocado con todos los países de esa mesa. Por angas o mangas. De Australia a México. Nadie se ha salvado de sus fregaderas. Quedarse era estar en un clima demasiado hostil. No es lo mismo gritonearle al acorralado de Ucrania que al presidente francés o al premier británico. No, no es igual.
Se fue, se perdió eso sí, una inmensa oportunidad de haberse encontrado ambos mandatarios sin que ambos, la mexicana y le yanqui lo pidieran mutuamente hasta ahora, como se han rehuido hasta ahora. Ninguno lo ha concretado antes para no aparecer como ¿débiles? Quizá. Y Kananaskis era el mejor escenario y no pudo ser. Era un espacio neutral. Sí, la cancelación del encuentro bilateral coloca a ambos presidentes en la tesitura de tener que pedir el reencuentro. Se hace cada vez más impostergable, pero si no se reunieran jamás, quizá mejor. La verdad es que al yanqui es hacerle mucho el juego.
Tal y como hacen quienes claman, berrean y rebuznan para que el gobierno estadounidense retire visas a sus contrincantes políticos en México. ¡Uy! qué miedo. Sí, dicho con la mayor de las sornas. Ni que fueran el mejor país del mundo ni sus visas las más hermosas.
“Y que les quiten la visa americana (sic) a tal o cual”, sentencian botarates los muchos opositores en plan de odio, como si perder la visa yanqui fuera una tragedia. Qué aspiracionales y acomplejados. No será mayor perderla que la soberbia con la que se extiende y las penurias que han de pasarse y las humillaciones para conseguirla. Lo que pasa es que muchos se callan esos tratos vejatorios tal y como se callan sus penosos tránsitos por las aduanas yanquis. Allá ellos. Por eso los yanquis son tan mentecatos y petulantes: porque los mexicanos les hacemos el juego y los secundamos encandilados.
¿Perder la visa yanqui? ni que fuera la del mejor país del mundo. ¿Cuándo el mexicano dejará de verse y comportarse tan aspiracional? ¿tan de pensar que solo lo yanqui vale o que no hay más mundo que ellos? Pregunta tan difícil de responder como la de ¿cuándo les fincaremos la merecida visa a ellos? La prepotencia de Landau, a quien no le compramos sus fotos cursis y facetas de tamales y jacarandas, ha sido la verdadera tarjeta de presentación de su gobierno: arbitrariedad. Parece que la mentada visa supone permitirles y tolerarles todas sus arbitrariedades e impertinencias y eso es inaceptable.
Y si les increpas o cuestionas, te la quitan o niegan. Que se la traguen.
Y pasemos a cosas más importantes. Viendo la foto oficial de la cumbre del G7, qué bien luce por dos motivos. Sin Trump se ven todos más relajados y eso que hay una guerra en escalada en Oriente Medio, entre Israel e Irán y la presidenta mexicana en primera fila, excelente. Y hablando de fotos, prefiero la de Sheinbaum estrechando la mano al premier canadiense que aquella patética del priista Peña ignorado por Trudeau y Obama en algún momento de su encuentro en Ottawa. Trump se la perdió. Allá él.
Bien me ha expresado un simpatizante de la Sheinbaum y lo secundo: de haber ido en su lugar la Gálvez, a ver en la silla de quién pegaría chicles. Y no es solo el chicle, sino que simplemente, le habría quedado grande el encuentro. Trayectoria habla. Aunque pataleen los opositores, que a sus gimoteos y berridos contra Sheinbaum podemos darles otro motivo más. ¿Vieron a la Sheinbaum hablando inglés sin traductor de por medio? Pues eso. Suma y sigue.
La intempestiva salida de Trump de una mesa donde choca con todos, menos con la italiana Merloni que se le ha puesto de tapete, supuso plantar a los mandatarios de Australia, Japón, México, la UE y Ucrania. Qué lástima que los opositores mexicanos cortitos de vista, subieran memes celebrando como si solo a la mexicana. Amén de cutres, muy mal informados.
Mientras a Ciro Gómez Leyva le pareció importante solo que Sheinbaum no era protagonista por no ser México parte del G7 –si era reclamo, hacérselo al PRI que no nos hizo potencia– y le cuestionaba más que usara avión comercial, la Sheinbaum se reunió con representantes del Banco Mundial y el secre de Naciones Unidas. No cabe duda qué cuando no se quiere informar a la gente les aturde más que use avión comercial a quines tiene fotos de varazo y sonrisa con el que lo compró…
Por cierto, cuando Labastida reclamó airadamente a Fox que sostuviera que México perdió el siglo XX con el PRI, solo atinó a responderle con mayúsculo rebuzno: “no es cierto, no lo perdimos, tuvimos a María Felix”. El PRI, ya sabe. Alito va igual de extraviado diciendo que si el PRI gobernase ni habría aranceles ni elección judicial que hirió de muerte a la República. Risas. Los rebuznos sí son gratis y lo constatamos con los que se lanzan a diario en Insurgentes Norte. Por eso el PRI ya no es opción y se nota.