La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se ha puesto más positiva que de costumbre elevando el crecimiento mundial para 2021 al 5.6 por ciento.
Hasta la fecha, sigue siendo un misterio si la recuperación del PIB global experimentará un efecto en uve o será más zigzagueante en forma de K, con unos sectores mejor posicionados respecto de otros y con varios países sumidos en diversas velocidades en su rebote: unos más veloces y otros más aletargados.
Tanto la India, como China, serán las dos turbinas ejes del renacimiento global como dos especies de Ave Fénix: la primera, con un PIB estimado en 12.6% y la segunda, en 7.8 por ciento.
La economía estadounidense tampoco saldrá nada mal parada de la crisis gravísima provocada por la pandemia que ha causado disrupciones tanto en lo sanitario, como en lo social y en lo económico.
En estos momentos la palabra clave es dar estímulos. El presidente, Joe Biden, ha sumado un paquete cuantioso para reflotar a la economía norteamericana inyectándole 1.9 billones de dólares.
No solo contempla rescates a las empresas también ayudas directas, cheques de 1 mil 400 dólares para familias de ingreso medio y bajo apretadas durante la pandemia. La intención es reanimar el consumo.
El programa denominado Paquete de Rescate Estadounidense no tiene precedente, salvo en cierto sentido, en los fondos de gasto y ayuda aplicados por el entonces mandatario Franklin Delano Roosevelt tras el hundimiento de la economía provocada por los efectos del Crack de 1929 que terminarían combinándose con una serie de factores y provocando la Gran Depresión.
Esta especie de New Deal, a lo Biden, pretende tener el mismo efecto acelerador de la macro y la microeconomía, llega inclusive a incluir ayudas mensuales por hijos a las familias menos favorecidas y que peor lo están pasando.
Algunas consultoras, como Morgan Stanley, han evaluado favorablemente este paquete, a tal punto, que han reestimado el PIB de Estados Unidos en 7.5% para este año.
Lo llamativo de los planes de la Casa Blanca es que, el mandatario Biden, no ha hecho ninguna señal, ni intento por deshacer la política arancelaria comercial, impuesta de forma unilateral por su antecesor en el gobierno.
Hacia el exterior sigue imperando la política heredada por el republicano Donald Trump; Biden, como demócrata, tampoco tiene mucha prisa en quitar el exceso de aranceles ni a Europa, ni a China, ni al resto del mundo al que se castigó con alzas en los aranceles ad valorem a las importaciones de aluminio y de acero.
A COLACIÓN
Los pronósticos de la OCDE, que preside Ángel Gurría, también han reevaluado de forma positiva a México: el PIB para este año se reubica en 4.5% y podría inclusive ser mayor gracias al impulso que logre la economía estadounidense.
La sinergia existente en muchas cadenas de valor y de producción de sectores torales como el manufacturero, unen profundamente a Estados Unidos y a México.
En la medida que se expanda la economía del vecino del norte, el país azteca se verá también beneficiado; sin un Plan B elaborado a cabalidad por el inquilino de Palacio Nacional, a México lo sacarán adelante Estados Unidos, el turismo internacional y las divisas enviadas por los emigrantes… ésa es la verdad de las cosas.
@claudialunapale