El día que Miguel Barbosa tomó posesión como gobernador (1/8/19) hablaba como si Dios le entregara las tablas a Moisés. El poblano hizo entonces el siguiente decálogo:
“Mi gobierno estará inspirado en el presidente Andrés Manuel López Obrador… Al ejercicio del poder hay que mejorarlo, al poder público hay que quitarle la frivolidad, la fatuidad, la fantochería, la ostentación, la prepotencia y el derroche”.
Seis meses después enfrentaba una protesta estudiantil sin precedentes en los últimos 50 años. La causa: el asesinato de tres jóvenes universitarios estudiantes de Medicina. Uno era de la BUAP, los otros dos de la UPAEP.
Semanas antes el gobernador había dado los primeros manotazos contra la BUAP en una franca y abierta intromisión que violaba la autonomía universitaria.
Lo que más caló en el ánimo del gobernador fueron las protestas de las autoridades universitarias que responsabilizaban al gobierno poblano de los altos niveles de violencia en el estado que coincidieron con la llegada de un equipo compacto de nuevos jefes policiacos y funcionarios ministeriales vinculados al crimen organizado. Gente relacionada con las mafias de Genaro García Luna.
Ximena Quijano Hernández (25 años), José Antonio Parada Cerpa (22 años) y Francisco Javier Tirado Márquez (22 años), estudiantes de Medicina, habían acudido el domingo 23 al carnaval de Huejotzingo. Al siguiente día los cuerpos de los jóvenes fueron ubicados con impactos de bala en el predio de Los Tanques, en Santa Ana Xalmimilulco, Huejotzingo. Y junto ellos estaba también el cuerpo de un conductor del servicio Uber que habían abordado cerca de las 22:15 horas del domingo.
Frívolo, fantoche y prepotente el gobernador mostró indiferencia ante los reclamos por la masacre de los estudiantes que prestaban sus servicios como médicos internos de pregrado en el Hospital General de Cholula.
Las autoridades universitarias de la UPAEP emitieron un comunicado en el que señalaban: “Condenamos con firmeza este acto de atroz cobardía, un ejemplo más de la violencia irracional, inseguridad e impunidad que, desgraciadamente, crece día con día. Exigimos a las autoridades la aplicación de la ley en forma pronta y expedita, para garantizar que no exista impunidad y que recuperemos la confianza.
“¡México está herido! No puede seguir manchado por la sangre de jóvenes, niños y adultos. Debemos regresar al estado de justicia y paz que merecemos. Es compromiso de todos”.
La BUAP, a su vez, protestó en defensa de su alumno Francisco Javier, como “una de las víctimas de la inseguridad que prevalece en el estado… Exigimos a las autoridades competentes el esclarecimiento de tan lamentables hechos y se aplique todo el peso de la ley a quienes resulten responsables”.
Eso fue suficiente para que el gobernador Barbosa estallara en cólera. A sus sicarios periodísticos les encargó atacar en sus medios y las redes sociales a las autoridades universitarias.
–Por mis güevos… Me voy a chingar a la Universidad. En Puebla mando yo… Aquí no manda el Presidente… Ya basta de poner en mal el nombre de Puebla, dijo fuera de sí, colérico mientras se empinaba un caballito de tequila “para el coraje”.
Iracundo, Barbosa ha cumplido su palabra. Sigue los mismos pasos de Obrador, desconectado de la realidad.
El frívolo, el fatuo, el fantoche, el ostentoso, el prepotente y el derrochador es él.
Está bien que Puebla tenga el Africam Safari pero otra cosa es que Barbosa que se comporte como el dictador Ugandés Idi Amin Dada. A Barbosa nada más le falta devorar a sus enemigos como un caníbal.
En marzo pasado más de 120 mil estudiantes salieron a las calles a protestar por los altos niveles de violencia en Puebla. Salieron a exigir justicia para sus compañeros masacrados, los jóvenes estudiantes de medicina que tuvieron la mala fortuna de estudiar en los tiempos del peor gobierno y el peor gobernador en la historia de Puebla.
Hoy el Consejo Universitario –la más alta autoridad de la BUAP, y ayer el rector José Alfonso Esparza Ortiz demandaron la intervención del presidente Obrador ante la injerencia, las amenazas y los ataques del gobernador Barbosa contra la Universidad.
Si el conflicto sigue escalando al rato se va a convertir en un conflicto de otras dimensiones.
Ya sabemos que el gobernador nada más escucha la palabra “universitario” o “cultura” e inmediatamente saca su metralleta de insultos, no se vaya a equivocar porque al rato le pueden salir los tiros por la culata.