En la Linterna de los Ahogados los marinos se reúnen antes de partir. Beben y ríen, se retan y vuelven a beber. Mientras, colgada en el lugar de honor, la vieja foto de una Marilyn que murió hace mil décadas, parece mirarlos con su sonrisa de papel, como sacian su lujuria con las putas del lugar. Ellas encienden sus salados cuerpos como antorchas que luego apagan para que busquen, en la noche sin luna, esa muerte que los espera dormida en el vientre del mar…
Tiempo después, el último sobreviviente de aquellos ebrios marinos desembarca: desembarca su soledad, sus zapatos viejos, su sucia sal. Vencido se acerca a la taberna del lugar. Se sienta en la cojera de una silla, pide una bebida espesa, abre el saco que trae con él. El viento se olvida de pasar. El hombre saca una caja de habanos, una navaja y unos cerillos húmedos y salados como el mar.
El hombre está cansado. Vacía de un trago el espeso contenido del vaso, toma un habano, pero no lo puede encender, los cerillos están húmedos… El hombre se abre de un tajo las venas y brota el espeso líquido que se bebió. Cae el habano…
En la mesa queda el cansancio y los cerillos rojos con su humedad…
Y la vieja foto sonríe complacida. El viento no sopla… Se detiene el mar…
@OSKRgcm
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