Entre el presidente de la República y el Comandante Supremo

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En esta administración las Fuerzas Armadas mexicanas tienen un papel activo y preponderante para lograr el objetivo de la Cuarta Transformación.

Esto se debe a las funciones sustantivas y secundarias que realizan para llevar a cabo las distintas misiones que el Comandante Supremo les asigna.

Se logra bajo los principios de disciplina, valor y lealtad que garantiza la calidad en el desempeño del servicio, el ímpetu necesario para llevar a buen término las misiones asignadas, así como rectitud y probidad con las instituciones del Estado mexicano.

Estos valores son inculcados a sus miembros en el Colegio Militar, la Escuela Naval Militar así como en los planteles educativos militares y navales y son puestos en práctica en las misiones que el mando instruye, en la tierra, en el aire y en el mar. Estas razones por las que las Fuerzas Armadas obtienen las mejores calificaciones de las encuestas de opinión.

Por eso es que las Fuerzas Armadas no son leales al presidente de la República, lo son con su Comandante Supremo. Esta oración encierra el valor político que implica el régimen que en el momento esté gobernando el país.

Es lejana la posibilidad de una militarización de algunas funciones que el presidente de la República les ha asignado, porque tienen clara la división entre lo que significa el ejercicio de la titularidad del Poder Ejecutivo Federal y su Comandante Supremo.

No obstante, las reformas al régimen orgánico de la Armada de México y la que seguramente será presentada para modificar al Ejército y Fuerza Aérea mexicanos, llevan una carga del régimen que no necesariamente supone el fortalecimiento de la función de Estado en defensa nacional que desarrollan.

En el ejército se prevé la creación de la figura de Comandante del Ejército Mexicano, en cuyo ejercicio podría darse una gran acumulación de poder, e incluso, quién ejerza este cargo es un candidato natural a la titularidad de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Debajo de esta figura podría preverse la creación de un Estado Mayor conjunto, que agrupe al Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional. Algunas voces señalan que esto sería la antesala a que la titularidad de la cartera de Defensa Nacional recaiga en un civil aunque parece lejana esta posibilidad.

La inclusión de la Guardia Nacional obedece al diseño de la seguridad institucional de la Cuarta Transformación de que la Defensa Nacional también se haga cargo de las funciones policiales en el país, lo que no ha resultado como seguramente lo pensó el Ejecutivo Federal y contrario a su discurso de campaña para regresar a los cuarteles a los militares.

Por lo que toca a la Armada, los cambios involucran una reorganización interna para adaptarla a las funciones de Autoridad Marítima Nacional que el Congreso le aprobó en octubre pasado.

Es necesaria una reestructuración de las Fuerzas Armadas que integre el espíritu, liderazgo y disciplina del Comandante Supremo pero sin la visión política del presidente.

El autor es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México

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