Con la entrega formal de su tercer Informe, en los hechos, hoy inicia el cuarto año de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Entra así en el espacio natural del declive. La tradición indica que lo que no se hizo, ya no será. Todos los presidentes hasta la fecha comienzan en su cuarto año a acelerar la conclusión de sus obras y a consolidar sus programas con miras a su salida. Difícilmente inician ya algo. Ya no hay tiempo.
Así hoy no sólo iniciará formalmente la 65 Legislatura con una integración plural que marca un juego de pesos y contrapesos políticos desfavorable para AMLO y la 4 T.
En las siguientes semanas veremos cómo la Glosa de este informe será convertida por la oposición en un tribunal legislativo inclemente, despiadado, en el que los miembros del Gabinete de López Obrador serán sentados en un banquillo del cual saldrán, creo yo, muy vapuleados.
El régimen de la 4T será desmenuzado sin duda con el agudo bisturí de las razones y los reclamos de amplios sectores de la población afectados por la desaparición de proyectos, programas, instituciones, presupuestos, fideicomisos que han dejado en el desamparo a mujeres, niños, becarios, sectores productivos, empresas y empresarios y que han significado retrocesos insospechados
La revisión, el análisis, la crítica de todo eso se hará sin concesiones durante la siguiente Glosa. Así lo advierte la nueva composición de esta Cámara de Diputados.
Y eso impactará en la elaboración y aprobación legislativa del Paquete Económico para 2022 que contiene los Presupuestos de Ingresos -o Miscelánea Fiscal-, y el Presupuesto de Egresos, que generará una de las más duras y decisivas batallas legislativas de los últimos años.
López Obrador verá así en las siguientes semanas que ya se le terminaron sus bonos. Ya no operarán sus instrucciones que impedían al Congreso moverle siquiera una coma a sus iniciativas o reformas. No, eso ya acabó. Ahora él tendrá que ceder ante reclamos opositores y deberá rendir cuentas sobre todo en las múltiples y millonarias asignaciones directas. Verá como muchos de sus actos y decisiones terminarán en carpetas de investigación penales, considerados como desviación de presupuestos o abiertos actos de corrupción.
Así iniciará este cuarto año de su gobierno. Su declive.
CANDIDATO POR LAS BUENAS
Sometido durante las pasadas semanas a una áspera campaña mediática que intentaba confrontarlo con el presidente Andrés Manuel López Obrador y que ponía en duda su liderazgo en el Senado, Ricardo Monreal salió ayer a señalar que ni hay rompimiento ni riesgo en su posición en la bancada de Morena.
En cuanto a sus aspiraciones sucesorias, insistió:
“Ni quiero ser excluido ni quiero ser impuesto por nada y por nadie; quiero ganarme la confianza de mucha gente dentro de Morena y participar en el partido, en su momento y ganarme a la buena la candidatura presidencial… y aunque no sea el favorito, no quiere decir que no pueda dar buenos resultados…”
Se dijo ocupado en obtener los mejores resultados en la aprobación de las reformas del presidente Andrés Manuel López Obrador, y agregó:
“Nunca me voy a pelear con nadie, pero sí voy a buscar a sectores de buena fe que quieran profundizar la vía democrática del país, que generen un proceso de cambio y que haya un proceso de reconciliación en todo el país”.
Así, sin sacarle la vuelta.
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