Serios problemas ha tenido la iglesia católica en las últimas décadas. Desde la acusación de fraudes y vínculos con la mafia en el Banco Ambrosiano, la pederastia que detonó a nivel mundial con los Legionarios de Cristo, el atentado de Ali Agca contra Juan Pablo Segundo, la abdicación de Joseph Ratzinger al trono de San Pedro y los señalamientos cada vez más generalizados de las narcolimosnas.
Hoy el escándalo vuelve a cimbrar a la estructura de la Iglesia. Al manifestarse contra el fallo histórico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la despenalización del aborto, el padre Lázaro Hernández Soto, durante su homilía en la Iglesia La Salle de Monclova, remarcó: “¿Por qué no matamos a la mamá que tampoco va a servir para nada? Una mujer que aborta ya no sirve para nada, está hueca, moral, física y psicológicamente. Una mujer que siempre va a estar amargada, que a lo mejor no va a poder tener hijos y entonces le va a reclamar a Dios”.
De manera cobarde y ante las evidencias este párroco intentó sacudir su torpeza señalando que había sido malinterpretado y sus superiores sólo aplicaron la salida fácil: una disculpa pública.
La trascendencia e impacto de lo que se pronuncia en los sermones y el empleo manipulador del púlpito pueden anticipar tragedias importantes. Recordemos que en Puebla, la masacre de San Miguel Canoa ocurrió aquella noche del 14 de septiembre de 1968 en el pueblo de San Miguel Canoa, en donde fueron linchados cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla que intentaban partir de excursión hacia la Malinche.
Al ser sorprendidos por la intensa lluvia nocturna, se vieron obligados a permanecer en el pueblo. Los habitantes del lugar, instigados por el párroco, acusaron a los jóvenes de ser comunistas y de intentar instalar una bandera rojinegra en la iglesia del lugar en el contexto del movimiento estudiantil de 1968. Esto se generó a tan sólo dos semanas de que ocurriera la matanza de Tlatelolco.
El sacerdote había empleado la homilía para expresar una arenga desafiante: habló de “comunistas que con su bandera roja como el infierno, negra como el pecado insultaban a Dios y a la patria”. Aseguró que pronto llegarían los comunistas a San Miguel Canoa a despojar a sus habitantes y a prohibir la religión. Los vecinos se armaron con machetes, palos y antorchas, se dirigieron a la casa en donde estaban hospedados los jóvenes y asesinaron a tres de los cinco empleados, así como al dueño de la casa. No hubo detenciones masivas ni se detuvo a los principales instigadores del linchamiento. Los pocos que fueron encontrados culpables salieron de la cárcel al no poder demostrarse su participación en los hechos.
Hace unos días un sacerdote en Guadalajara pronunció que los perros tendían más derecho que los seres humanos y en varias ocasiones utilizó el término “asesinar”. La ceremonia estaba dedicada la consagración del matrimonio. El padre solicitó orar por todos los muertos que sólo a la iglesia le conviene recordar porque ni este sacerdote ni ninguno habla del “asesinato” de indígenas y mujeres indefensas en la Santa Inquisición, olvidan la participación de algunos Papas en guerras medievales en Europa, evitan tratar el tema de la masacre contra los templarios el 12 de mayo de 1310 acusados sin pruebas de herejes y sodomitas. 54 caballeros templarios fueron ejecutados por la Santa Inquisición teniendo como última visión la cruz cristiana.
Pero antes, también en Francia, 638 caballeros templarios fueron interrogados, torturados y quemados vivos por la comisión pontificia en un proceso inquisitorial de acoso a la orden. Y todo ello, con la complicidad del Papa Clemente V.
Así como en México los templos se construyeron con el cascajo de los templos y pirámides que destruyeran, en Roma, las más importantes iglesias fueron edificadas despojando del mármol a toda construcción Romana. En ambos casos la idea era desaparecer la cultura anterior. Es necesario recordar que aquí en nuestra patria, durante la conquista que triunfó imponiendo la espada y la Cruz, la iglesia consideraba que los indios no tenían alma y mientras no fueran obligadamente bautizados sufrirían vejaciones y muerte. Ignoro si los actuales sacerdotes que invitan a ir contra las mujeres que deciden abortar sepan de estos antecedentes o intencionalmente los anulen en sus homilías.
Pero al parecer también desconocen o evitan analizar el que muchas mujeres quedan embarazadas luego de crueles violaciones y los pequeños que alcanzan a nacer son conocidos como “niños de la calle” debido al abandono del que son objeto y que ni la Iglesia es capaz de rescatarlos, educarlos, protegerlos y evitar que sean consumidores de droga, se vinculen al crimen o limiten su corta vida por no recibir nutrientes. Muchos niños, por ejemplo, en Vietnam, nacieron luego de que los soldados abusaban de las mujeres. Nadie se hizo responsable por la vida de esas criaturas.
Que se involucren en el conocimiento de lo que ha ocurrido al interior de algunos conventos en donde reciben a las hijas embarazadas de familias poderosas para ocultar la vergüenza social o de aquellas historias que narran como a los niños después de nacer los ahogaban en concreto en los muros a razón de recibir jugosas limosnas. Quienes deciden ordenarse para servir a Dios deberían de tener más cuidado en sus pronunciamientos, estudiar a profundidad la conducta de la Iglesia a través de los siglos, reconocer qué hay evangelios apócrifos que ellos mismos ocultan, empaparse de la moral y filosofía, entender que su tarea es mantener la fe, generar esperanza, desarticular toda intención de confrontación, ser humildes, auxiliar al prójimo y permitir que la herencia de Dios produzca mejores seres humanos.
Quien no cumpla con ello participa de la perversión y muchos sacerdotes como el de Monclova destacan por ello, por su amargura, rencor, corta visión y pésimo manejo de su vocación.
Conductor del programa VaEnSerio MexiquenseTV canal 34.2