Poncho ponchado

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Otro que se va y a disgusto, a decir verdad nunca cumplió las funciones estratégicas de una oficina que antes sí era poderosa. Recordemos que en alguna ocasión el propio AMLO, antes de ser presidente, calificó al sr Romo como un personaje “corrupto”, como acostumbraba calificar a los empresarios de este país metiéndolos a todos en el concepto de “cuello blanco”. Ya lo habíamos anticipado Romo, incluso hasta por conflicto de intereses, se tenía que ir, se debía retirar.

No es secreto que la silla de su despacho por lo general estaba vacía desde algunas semanas ya que el empresario se había regresado a vivir a Nuevo León. No era por motivo de “home office”, subrayo, ya estaba incomodo. Dijo entonces que se estaba cuidando del COVID y que mejor allá atendía, en el norte, las necesidades y reclamos de los empresarios. Era como titular del conglomerado empresarial pero sin serlo, era como un bombero que intentaba apagar todos los incendios de AMLO cuando atacaba un día si y el otro también a la iniciativa privada.

No hay que olvidar a personajes de la talla de José María Córdoba Montoya, el poder tras el trono, en la administración de Carlos Salinas de Gortari o al fallecido Juan Camilo Mouriño que con la caricia de Felipe Calderón se perfilaba como candidato a la presidencia de la República. Pero Romo pasó inadvertido, negociando con los empresarios para disfrazar fuertes inversiones en una economía atropellada y en austeridad que nos llevó a una recesión en el primer año.

Intentando Romo hablar bien del presidente cuando cancelaba proyectos de inversión importantes como el aeropuerto o la cervecera en el norte del país. Un México que no logra ver obras de infraestructura pero sí caprichos como el tren chuchu. Una administración que no ha avanzado incluso en la conclusión del tren CDMX/Toluca. Pero la imagen presidencial es aplastante porque solo brilla, manda, decide y comunica el mandatario, los demás pues no están salvo Marcelo que es el todologo y que en ocasiones le come el pastel al tabasqueño, hasta en errores.

Romo no era escuchado por el presidente como otros personajes que mejor abandonaron la responsabilidad como el exsecretario de Hacienda, el exsecretario de comunicaciones, el exdirector del IMSS.

Así como en un programa noticioso de Televisa, en una de sus candidaturas, desplazó el proyecto de que Ebrard llegara a gobernación y lanzó la puntada de proponer a Juan Ramón de la Fuente, así coqueteó con Alfonso Durazo para que en lugar de irse a la candidatura al gobierno de Sonora mejor desplazara a Romo. Como siempre, justificando estos hoyancos, el presidente presume sus creativas frases y ahora se la aplico al ponchado Poncho, dijo “ lo importante no es el cargo, sino el encargo”.

Poncho tiene que cuidar sus negocios al pronosticarse una nueva caída de la economía en un menos 9% pero también está la sombra, pesada sombra, de que el regio sería evidenciado sacando ventaja por el programa “Sembrando Vida” y con su injerencia empresarial en la zona Maya, curioso por donde se pretende pase el chuchu.

Es probable que como Jiménez Espriú mejor deja el cargo por dos razones, por no estar alineado ni de acuerdo con AMLO y porque como en el caso del exsecretario de comunicaciones que se retiró antes de continuar recordando que su esposa estaba involucrada en el el espinoso archivo de Odebrech. En términos de béisbol pues se poncharon a Poncho y en términos marinos, la 4aT está haciendo agua.

Conductor del programa Va En Serio en MexiquenseTV canal 34.2