¿Es o no es?

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Al que finge su comportamiento pierde credibilidad ya que su exposición es dudosa. Y es el caso de AMLO. Representa a varios personajes de acuerdo al evento, al público o a la situación. Pasa del sujeto lento, retrasado, lerdo, al combativo, gritón y denunciante. En las mañaneras apreciamos a un personaje cargado de improvisaciones, confundido, con enormes pausas y que necesita recargarse en su pedestal para darse seguridad.

Su expresión es de incomodidad y cansancio. Su semblante triste. No es mismo sujeto que se presenta en las plazas públicas a grito pelado, sin pausas, sin trastabillar. Es el líder que levanta la mano a Sheinbaum para protegerla, que acusa a expresidentes, que alaba a Cuba. Es el que levanta puños, señala con el índice, es directo.

Ni se acerca por mucho al que se presenta en debates o en televisión. Siente que tiene dominado el escenario, no contesta porque es “dueño de su silencio”, evade, no entra a debate con “provocadores” y como en la plataforma de confrontación con candidatos a la presidencia, desaparece porque se agacha por su portafolios y abandona el escenario sin cortesía alguna.

Pero ninguno de estos anteriores es el AMLO tímido, avergonzado, miedoso, cauto, pequeño, disminuido, sin decoro, sumiso, que se presenta ante Joe Biden en la Casa Blanca.

Su imagen es de regañado, de inferior. Ahí está la fotografía para los especialistas en comunicación corporal. Agachado, dedos fuertemente entrelazados, encorvado, deslucido y con los pies encontrados uno con el otro sin tener apoyo y seguridad.

Esa misma estampa se guarda cuando termina eventos en el patio de honor de Palacio Nacional y solo busca la esquina próxima para huir.

¿A cuál de estos personajes le cree usted? ¿Al que se golpea con fuerzas federales para secuestrar pozos petroleros o al que le aplaude a rabiar a su “amigouuu” Trump? ¿A quien creerle al que pide respeto a la investidura presidencial, pero se sienta en la silla de Ejecutivo en camisa, sin corbata, sin respeto y que usa la oficina del presidente como peluquería personal? ¿Es confiable un presidente que se mancha las manos para figurar que se poncharon las llantas de su vehículo o aquel que camina pegado a las paredes de Palacio Nacional el Día del Grito de Independencia para fingir que no hay invitados por la austeridad? ¿Un sujeto que aquí no usa cubrebocas, pero en Washington si respeta las leyes y a los demás y se coloca el preventivo sanitario? ¿Un hombre que dice administrar los recursos y presupuestos de la nación pero que no puede ni vender un avión que nos está costando carísimo en su mantenimiento y resguardo? ¿A un político que dice defender a los pobres, pero los inunda en Tabasco o los menosprecia en el desplome del Metro? ¿A cuál de todos estos identifica y confía? Si me dice a uno de ellos vaya que deja en el camino a los otros.

Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2