En la biografía que sobre Steve Jobs escribió Walter Isaacson, se retrata no sólo al ser humano, sino también al arquitecto de una de las historias de éxito más conocidas del mundo. Pero Isaacson no dejó de lado la parte negativa del visionario en tecnología y nos presentó a lo largo del texto algunos detalles de esa personalidad atractiva para muchos, aunque a la vez cuestionable en ciertos aspectos.
Guardadas las comparaciones y las proporciones, hay un detalle en la vida de Jobs que lo acerca al actual presidente mexicano, en especial cuando notamos el efecto que produce en muchos compatriotas que se ciegan ante sus equivocaciones y sólo buscan ver virtudes, incluso donde no las hay.
Isaacson dedicó todo un capítulo de su libro a contarnos acerca de la manera en que el creador de uno de los conceptos más revolucionarios, en su momento, en el campo de la tecnología trataba a su personal y lo manipulaba para que hiciera realidad sus deseos, a veces con resultados positivos, pero con un costo alto muchas veces.
“La mejor forma de describir aquella situación es con un término de Star Trek —explicó (Budd) Tribble (diseñador de software en la empresa de la manzana mordida)—. Steve crea un campo de distorsión de la realidad”.
Isaacson detalló, con base en los testimonios que recogió para escribir el libro, que “en su presencia, la realidad es algo maleable. Puede convencer a cualquiera de prácticamente cualquier cosa. El efecto se desvanece cuando él ya no está, pero hace que sea difícil plantear plazos realistas”.
En el capítulo que se tituló precisamente con el nombre del curioso efecto que Steve Jobs provocaba en su personal, se explica que “el campo de distorsión de la realidad era una confusa mezcla de estilo retórico y carismático, una voluntad indomable y una disposición a adaptar cualquier dato para que se adecuase al propósito era solo una forma rebuscada de decir que Jobs tenía una cierta tendencia a mentir. Sin embargo, el hecho es que aquella era una ocultación de la verdad más compleja que un simple embuste. Jobs realizaba algunas afirmaciones —ya fueran un dato sobre historia del mundo o el relato de quién había sugerido una u otra idea en una reunión— sin tener en cuenta la verdad”.
El 25 de julio de 2021, la cuenta de Twitter de Morena, difundió una imagen que buscaba comparar a López Obrador con Steve Jobs, acompañada de un texto que decía “el cambio verdadero comienza cuando nos atrevemos a pensar en soluciones diferentes”, mensaje que –ante las críticas recibidas— fue borrado, aunque se conservan capturas de pantalla para demostrar que sí existió.
Lo que no se dieron cuenta en Morena es que tenían razón en comparar a Jobs con López Obrador, pues ambos generan un campo de distorsión de la realidad.
Así, muchos de sus seguidores –bajo el poderoso influjo de este campo de distorsión— no ven al ser humano con aciertos y errores, sino a la divinidad que no puede ser criticada y que todo hace bien.
Muchos dejaron de criticar la presencia de militares en las calles, el bajo crecimiento económico o al Teletón, simplemente porque ahora su líder está a cargo y han sido sus decisiones o cambios en su discurso lo que se ha mostrado en lo que va del sexenio.
Es parte de un fanatismo que nos va a costar muy caro como país, en donde quien se había comprometido a defender migrantes deja de lado esa actividad para comparar al presidente con un santo y molestarse con todo aquel que se atreva a criticar a su nuevo Dios.