¿Qué haría si fuera Alejandro Murat?

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El miércoles corrió como reguera de pólvora el run-run de que el Gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, podría irse como Secretario de Educación Pública del Gobierno Federal encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, con quien tiene muy buena relación.

Tan buena que el mandatario nacional ha visitado la entidad al menos diez veces por año; la última gira la realizó el pasado fin de semana, en la cual, por cierto, abrió un espacio imprevisto para platicar en privado con Alejandro Murat, donde se hospedó el presidente.

Eso y luego la salida de Esteban Moctezuma Barragán de la SEP aceleró el run-run, acentuado un poco más porque el gobernador de Oaxaca dejó de tuitear cuando es asiduo a la red social. Para calmar ánimos, por la tarde volvió a activarse la cuenta de Twitter, pero con promocionales sobre la campaña de salud.

Alejandro Murat suele desparecer varios días en temporada decembrina (quizá se va de vacaciones sin avisar a nadie; la Constitución Local no lo obliga a darle cuenta al Congreso por ausencias breves). Luego vuelve en la víspera de la Noche de Rábanos, previo baño de pueblo por el zócalo de la capital oaxaqueña.

Aunque ahora no habrá Noche de Rábanos como otros años, para prevenir contagios de Covid-19 por aglomeraciones, pues la tradicional festividad desborda a la gente.

En fin, cuando llegan los dos últimos años de cualquier mandatario estatal empieza la especulación sobre si se marcha o se queda a concluir el sexenio; Alejandro Murat no ha sido la excepción, máxime cuando ha sido un priista muy cercano al presidente y líder moral de Morena (quizá más que los propios morenistas).

¿Pero irse al gabinete? Pasaría de gobernador de una entidad federativa a empleado de AMLO. ¿O no? Aunque en aquella cancha con suerte y afianza la amistad a grado tal de convertirse en la persona de más confianza del presidente y, por ende, el sucesor natural.

Sería cuestión de probar. Siempre y cuando López Obrador invite a Alejandro al gabinete, porque igual en cualquier momento sale el mandatario de Oaxaca en sus respectivas actividades como tal, tras tomarse unas horas o unos días de respiro.

Por cierto, ante su silencio preguntamos: “¿Y dónde esta el gobernador?”. Sus colaboradores informaron escuetamente estar atendiendo reuniones privadas.

En fin, ¿qué haría si fuera Alejandro Murat? ¿Irse a cualquier cargo federal o del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, o quedarse hasta concluir su sexenio?

Depende de sus aspiraciones e ideales.

Eso sí, sería políticamente muy doloroso para el priismo oaxaqueño entregar Oaxaca a Morena sin por lo menos dar la batalla dignamente.

Se vaya o no se vaya.

Pero ¿cómo decirle al amigo AMLO, al Presidente de la República, que como primer priista de Oaxaca tiene la obligación moral de luchar por el PRI en la próxima elección 2021?

Un político con ideales y amor a su partido, daría la batalla. Incluso, sin romper la buena relación con el mandatario nacional, le pediría permitirle encabezar la lucha electoral hasta el final. Total, con la fuerza de AMLO Morena lleva las de ganar.

Porque además Morena tiene poder en Oaxaca: Gobierna desde el Legislativo con su bancada mayoritaria y desde los principales ayuntamientos como, por ejemplo, la capital del estado. Aun con la división interna de los morenistas.

Cuando el PRI perdió por primera vez la gubernatura oaxaqueña, en 2010 frente a la coalición PRD-PAN-PT-Convergencia, lo hizo dando la batalla; incluso, aquella votación ha sido la más alta. Luego en 2016 la recuperó, dejando en tercer sitio al nuevo Morena.

Para la sucesión 2022 ¿cuáles serán los planes del actual jefe político del priismo oaxaqueño?

Es incierto.

Lo que sí en Oaxaca hay un priismo ávido por mantenerse en la gubernatura y recuperar curules locales (y también federales); las últimas elecciones lo han dejado sin nada en el Congreso de la Unión y con apenas seis diputaciones en el Congreso del Estado.

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