- La cotidianeidad de la desinformación y la noticia truculenta
- Para debilitar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador
Hay profesionales de la información que tienen problemas existenciales con los criterios periodístico y político; y a quienes les faltó conocer y aprobar la asignatura de ética en la escuela donde estudiaron periodismo; bueno, si es que estudiaron y no se titularon después de un panzazo, o se hicieron periodistas para medrar al servicio de los políticos corruptos, empresarios extremistas y la delincuencia organizada.
Claro que la desinformación ha existido siempre, a partir del momento en que se cobró conciencia de la influencia de los medios en la opinión pública.
En cambio, es nuevo y realmente preocupante el hecho de que la desinformación se propague con una celeridad y amplitud inauditas por plataformas digitales como Google o Facebook.
Las informaciones falsas han transformado el periodismo, ya que le plantean un serio desafío en la medida en que no siempre resulta evidente distinguir lo que hay en ellas de verdadero y falso.
No obstante, las informaciones truculentas contribuyen al mismo tiempo a reforzar considerablemente el papel del periodismo.
Si hay alguien capaz de denunciar la información falsa son precisamente los periodistas -los periodistas responsables evidentemente-. Y a corto plazo, esas informaciones falsas son como una espina clavada en el pie de los profesionales, pero a más largo plazo van a reforzar la legitimidad de su profesión y darles mayor peso en la sociedad, como advierte el profesor de Periodismo de la Universidad de Sussex (Reino Unido), Ivor Gaber.
El periodista respetuoso de su mandato, de su vocación –investigar para informar-, redacta la información que ha recabado, la nota, el reportaje, la crónica, entre todos los géneros periodísticos, con estricto apego a las normas y la ética.
Pero en México, muchos periodistas olvidan, a propósito, con perversidad, el criterio periodístico. Redactan notas tergiversadas, manipuladas, con datos falsos, para dañar la imagen, la fama, de una tercera persona.
Aidan White, director de la Red de Periodismo Ético (EJN), estima que, cuando se están multiplicando, en todo el mundo, los indicios de injerencia en los procesos democráticos, es inevitable intensificar el debate sobre los medios para luchar contra las informaciones truculentas. Sin embargo, una deficiente comprensión de este fenómeno y de sus orígenes y peligros reales está sembrando confusión.
Para tratar de esclarecer el problema, la Red de Periodismo Ético (EJN) ha elaborado esta definición de la información falsa o truculenta:
“Toda aquella información fabricada y publicada deliberadamente para engañar e inducir a terceros a creer falsedades, o poner en duda hechos verificables”.
Esta definición debería permitirnos diferenciar más fácilmente el periodismo de la propaganda, de los “hechos alternativos” y de las mentiras malévolas. El empleo del criterio político por sobre el periodístico. Pero criterio político perverso, usado para minar la fama y la popularidad de un personaje, de un gobernante, de un sistema de gobierno contrario al conservadurismo de las clases dominantes de un régimen gubernamental y de un sistema económico neoliberal.
En el caso de la confrontación de los medios de información tradicionales –periodismo escrito, radiofónico y televisado-, la mayoría de las empresas periodísticas rebozan de “noticias” absolutamente negativas, falsas y falseadas, en contra del presidente López Obrador. Por obvias razones, porque el gobierno de la Cuarta Trasformación atenta contra los intereses de las clases dominantes, los de los empresarios periodísticos, radiales y televisivos, y algunos periodistas de los medios tradicionales y de una parte de los portales digitales, el objetivo del periodismo mexicano, en su mayoría, han practicado un falso periodismo.
El criterio de los más influyentes medios informativos mexicano es político. No periodístico. Y este hecho se entrelaza con la Ética periodística.
La ética periodística resulta de la ambición del periodista a ser un profesional excelente. Es la obediencia del periodista a la naturaleza de su trabajo. Para el profesor José María Desantes, es la guía de los actos humanos e informativos, que modelará el ser profesional y constituirá la medida de su cualificación. Se llama ética si comprende todos los aspectos personales, y Deontología si sólo se refiere a los actos específicos profesionales.
A este escribidor le da muina que le den gato por liebre y crean que lo están engañando. Pago una suscripción para que me informaciones verdaderas. No pago por engendros truculentos y mucho menos falsos.